Partidos: Democracia simulada
El proceso electoral para el 2018 ya está en marcha y los partidos políticos comenzaron a elegir a sus candidatos. Sin embargo, sus métodos de selección han resultado ser totalmente opuestos a lo que defienden excluyendo a una ciudadanía poco involucrada y fomentando la opacidad y los intereses personales
Ernesto Santillán[kaltura-widget uiconfid=”38045831″ entryid=”0_yfrv0lzx” responsive=”true” hoveringControls=”true” width=”100%” height=”75%” /]
México está por enfrentar el proceso democrático más complejo de su historia. Los comicios de 2018 representan una serie de dificultades nunca antes vistas.
Se elegirán más de 3 mil cargos de elección popular, por primera vez habrá candidatos independientes compitiendo por la presidencia, la figura de la reelección otra vez será permitida y los recursos necesarios para llevar a cabo todo esto son los más elevados de los que se tienen registro hasta ahora.
Frente a este escenario, la sed de victoria y trascendencia de las cúpulas del poder han empañado y desfigurado el objetivo principal: dar voz y fuerza a una ciudadanía rezagada.
A lo largo de los últimos años han sido básicamente cuatro partidos y sus integrantes los que suelen disputarse los cargos públicos a lo largo de la República: Partido Revolucionario Institucional (PRI), Partido de la Revolución Democrática (PRD), Partido Acción Nacional (PAN) y Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
A estos debemos añadir instituciones políticas como el Partido del Trabajo, el Partido Verde Ecologista de México, el Partido Encuentro Social, Nueva Alianza y Movimiento Ciudadano, cuya participación en la vida nacional se mantiene gracias a sus alianzas con los grandes partidos.
Todas estas agrupaciones, que entre amistades y enemistades, compiten entre ellas en un intento por convencer a la ciudadanía que tienen la solución a los problemas que acosan al país y que son capaces de dar continuidad al joven sistema político que rige al territorio nacional tienen una cosa en común: en sus entrañas, las decisiones que se toman parecen estar basadas más en as lo que podría ser una monarquía que una democracia; al final del día, la última palabra la tienen solamente unos pocos.
El único del PRI
Después de muchas semanas de incertidumbre, hace apenas unos días, el ansiado candidato que buscará mantener al Partido Revolucionario Institucional en el poder surgió de entre cinco posibles miembros del Gabinete de Enrique Peña Nieto.
El partido que actualmente ostenta el poder decidió el 20 de octubre pasado que el método para elegir a sus candidatos a senadores, diputados y a la presidencia de la República sería por el principio de convención de delegados, es decir, por un consenso de los líderes priistas.
Una vez tomada la decisión, la cual se aprobó por unanimidad en la reunión del Consejo Político y de la Comisión Política Permanente, el Revolucionario Institucional emitió una convocatoria para quienes desearan registrarse como candidatos.
Aunque sus críticos han acusado de que el “nuevo PRI” sólo lleva el adjetivo en el nombre; en la práctica, todos los demás partidos del sistema político mexicano han copiado su tecnología e ingeniería para designar candidatos a puestos de elección popular.
Meses antes del destape de Meade un grupo de priistas pugnaron por que la elección del candidato tricolor fuera abierta a la militancia. Sin embargo la petición se fue diluyendo y en el último Congreso Nacional fue desechada, en ese mismo encuentro se modificaron los estatutos para poder abrir el partido a un candidato que no tuviera militancia tricolor.
El primer argumento del líder nacoinal del PRI, Enrique Ochoa, fue que la manera en la que se llevó a cabo el proceso de selección es la fórmula que les garantizará la victoria y puso como ejemplo las más recientes victrias del tricolor.
Este hecho deja de manifiesto dos cosas: el poderío de la maquinaria priista y la falta de democracia y transparencia al interior del partido que ostenta el poder y que busca conservarlo seis años más.
Las encuestas de Morena
El partido que representa a la izquierda por excelencia también ha hecho del autoritarismo una costumbre.
Andrés Manuel López Obrador, líder y creador de Movimiento Regeneración Nacional y quien actualmente abandera a la institución política como candidato a la presidencia de la República ha sido uno de los mayores críticos de la forma en la que el PRI eligió a su candidato.
“Lo de Meade ni a destape llega. Lo pronosticamos hace cinco meses porque los de la mafia del poder, además de corruptos, se han vuelto muy predecibles”, dijo el tabasqueño.
Pero las palabras de López Obrador bien podrían ser utilizadas también como una crítica hacia él y su partido, pues si hay un candidato obsesionado con el poder y que anhela por sobre todo lo demás convertirse en presidente de México es él. De hecho su candidatura es un auténtico autodedazo.
“El Peje”, como se le conoce coloquialmente, nunca ha podido lidiar con la derrota. Desde que perdió las elecciones cuando intentó convertirse en gobernador de su tierra natal, éste siempre ha adjudicado sus fracasos al fraude electoral.
En ese entonces, lideró una serie de marchas cuyo destino era la capital del país exigiendo justicia a las cuales bautizó como “éxodos por la democracia”.
Sus acciones se repitieron en 2006 al caer contra Felipe Calderón y luego en 2012 cuando el Partido Revolucionario Institucional retomó el poder después de haberlo dejado por 12 años.
Pero sus tan ansiadas ganas de defender la democracia no se han visto reflejadas al interior de su partido. Su interés personal por hacerse del cargo político de mayor importancia en el país lo ha llevado a adoptar las prácticas que tanto crítica.
La simulación democrática de Andrés Manuel se dio a conocer durante el Consejo Nacional de Morena, en el cual dijo que su método para elegir al candidato presidencial será mediante una encuesta; estrategia que meses antes utilizó para elegir al contendiente que pelearía por la Jefatura de Gobierno y el cual fue muy criticado por la falta de transparencia en el mismo.
Entre los principales detractores estuvo uno de los más fieles seguidores de Andrés Manuel López Obrador, Ricardo Monreal. Quien de manera pública pidió repetir las encuestas realizadas por el partido político ante la falta de certidumbre en los resultados.
“Una encuesta no es un acto de magia o de fe. Sólo tres no me favorecieron de las 20, lo paradójico es que la encuesta de Morena me colocó en tercer lugar. Se nos pidió confianza, la concedimos, la incertidumbre sigue ahí… Sé que estas críticas han despertado las ambiciones de quienes quieren destruir a Morena; no está en mis planes ser el caballo de Troya”, aseveró el todavía delegado de la Cuauhtémoc.
A pesar del ofrecimiento hecho por Andrés Manuel para que otros actores políticos participen en la contienda electoral por la presidencia de México, el único que ha levantado la mano es Gerardo Fernández Noroña.
El experredista, quien en un principio dijo que pelearía el puesto de Enrique Peña Nieto como candidato independiente, descartó esa apuesta a los pocos días, ahora habrá que esperar para ver si en verdad da la batalla al “Peje” durante las precampañas.
Los conflictos del Frente
Mientras el PRI y Morena ya se encuentran trabajando en el posicionamiento de sus candidatos, los partidos que conforman el Frente Ciudadano por México todavía no pueden ponerse de acuerdo ni en el método que utilizarán para elegir a su contendiente que peleará por la presidencia del país en el 2018.
La falta de unidad y las diferencias entre las agendas políticas del PAN, PRD y Movimiento Ciudadano han impedido que la coalición avance y obtenga los resultados que esperaban.
Y a pesar de que los tres presidentes nacionales y los principales impulsores de la alianza han tratado de mantener públicamente un discurso de unidad y fortaleza éste se torna cada vez más inverosímil ante las diversas amenazas y declaraciones que algunos de sus integrantes han propagado públicamente.
Por un lado, Miguel Ángel Mancera, jefe de Gobierno, ha pedido que el método para seleccionar al abanderado sea abierto y que involucre a la ciudadanía, una propuesta que Rafael Moreno Valle, el panista y exgobernador de Puebla ha apoyado.
Otra de las peticiones de la máxima autoridad capitalina fue que los contendientes a la presidencia por parte del Frente Ciudadano se sometan a un examen de confianza. El cual incluye pasar por el polígrafo, hacer declaraciones de todos sus bienes y presentar un examen de salud.
En caso de no considerar que la forma en la que se elegirá al precandidato es democrática y transparente, tanto Mancera como Moreno Valle dijeron que renunciarían al Frente. De suceder esto, la coalición podría terminar por quebrarse.
A pesar de llevar en el apellido el nombre ciudadano, Ricardo Anaya, Alejandra Barrales y Dante Delgado se han opuesto a las propuestas expuestas tanto por el líder de la Ciudad de México como a las del exgobernador poblano.
Los tres líderes nacionales de sus partidos quieren que la designación del candidato se lleve a cabo mediante un consenso, incluso, para honrar el nombre de la coalición, se han ofrecido a postular a dos ciudadanos que compitan por el ansiado título en un intento por demostrar que la democracia al interior del Frente sigue siendo una prioridad a pesar de que todas las pruebes inviten a concluir lo contrario.
Al parecer los intereses personales han comenzado a cobrar más fuerza que el proyecto en sí mismo. De mantenerse así la situación de la alianza podría, muy probablemente, concluir sin siquiera haber llegado a la boleta electoral el próximo año.
Ciudadanía Rezagada
Mucho hablan los actores políticos de los distintos partidos sobre democracia, la imperante necesidad de resolver los problemas que más preocupan a los mexicanos y de la importancia de incluir a la ciudadanía y tomarla en cuenta dentro de sus propuestas.
Sin embargo, todas esas palabras no han pasado de ser solamente eso: palabras.
Mientras los funcionarios públicos y los partidos de siempre libran su guerra política-electoral y buscan cumplir con sus intereses personales por sobre el resto de las necesidades del país, la voz de los ciudadanos permanece muda.
Para que una democracia se pueda desarrollar se necesita tanto de la ciudadanía como de los políticos y sus partidos. Es una moneda de dos caras que no puede funcionar si alguno de los dos se encuentra ausente.
Tal vez sea el hartazgo o simplemente el desinterés, pero la falta de involucramiento político por parte de la ciudadanía es una de las irresponsabilidades que tampoco se deben pasar por alto.
Existe una dicho que reza que cada país tiene el gobierno que se merece, y México podría ser el ejemplo perfecto de esa frase popular.
Hace apenas unos días y en contra de lo que la ciudadanía quería, unos cuantos mexicanos que se hacen llamar los representantes de las mayorías aprobaron la polémica Ley de Seguridad Interior.
Hubo voces que exigieron que la discusión se realizara de manera abierta, algo que los mismos representantes rechazaron e incluso decidieron cambiar de locación para impedir que dicha petición se llevara a cabo.
La resignación llegó antes que el intento por revertir la situación. Lo mismo ha sucedido con la elección de la nueva cabeza de la Auditoría Superior de la Federación, la búsqueda del Fiscal Especializado en Delitos Electorales o la implementación del Sistema Nacional Anticorrupción.
No obstante, existe un último bastión ciudadano que aún busca que la voz de los mexicanos se escuche y que se han pronunciado en contra de la corrupción y la falta de democracia en el país.
El Comité de Participación Ciudadana, el cual está conformado por cinco personas destacadas en el combate a la corrupción y la rendición de cuentas han logrado algunos avances y han exigido, desde varios frentes, la creación de bases de datos para la coordinación interinstitucional e intergubernamental en las materias de fiscalización y control de recursos públicos, prevención, seguimiento y disuasión de faltas administrativas y de corrupción.
Optimizar los instrumentos, lineamientos y mecanismos para la operación de la Plataforma Digital Nacional.
El perfeccionamiento de los instrumentos, lineamientos y mecanismos para el suministro, sistematización e información proveniente de las instituciones y órdenes de gobierno en materia anticorrupción.
Entre sus propuestas más famosas también se encuentra la Ley 3 de 3 y la petición que realizaron a la Coordinación del Sistema Nacional Anticorrupción para que se investigara el uso del programa espía Pegasus, a partir de la denuncia de organizaciones, informadores y activistas, ante la intervención clandestina de sus comunicaciones privadas.
No obstante, el pleno de la Comisión votó en contra bajo el argumento que el Comité de Participación Ciudadana carecía de atribuciones para presentar dicha petición.
Mientras los muchos sigan optando por la ignorancia y sucumban ante la desmemoria y la resignación, los pocos, esos que se dicen los representantes del pueblo, seguirán ganando todas y cada una de las batallas, y la democracia no pasará de ser una simple simulación donde la única participación de la ciudadanía es ir a tachar un papel para elegir entre grupo de funcionarios al menos malo de entre todos ellos para que lidere el rumbo del país.