En 2007, concursó para obtener una plaza de tiempo completo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM.
Entonces ignoraba “los usos y costumbres” tras los llamados concursos abiertos de oposición.
En ese tiempo, el profesor Daniel González Marín estudiaba el doctorado en Comunicación y desarrollaba una tesis sobre cine latinoamericano.
Llevaba varios años impartiendo cursos sobre historia y estética de este medio de comunicación.
Luego de presentar ante la Comisión Dictaminadora sus documentos y pruebas una colega le llamó. Lo alertó sobre algo que desconocía: la plaza estaba “perfilada” para una profesora que contaba con el apoyo de la consejera universitaria representante de la FCPyS.
Después se enteró que había dos grupos en pugna y él constituía “solo un instrumento en ese juego”.
La Comisión Dictaminadora concedió la plaza a la docente perfilada y aunque González trató de impugnar la decisión, todo “resultó imposible”.
Desde hace varios años, el Estatuto del Personal Académico de la UNAM contrata por artículo 51 a los académicos. Lo hace “por obra determinada”, es decir, hasta un período perentorio.
Mientras un profesor esté abrigado por tal artículo tiene acceso a todas las prestaciones de un académico de tiempo completo.
Sin embargo, al cabo de tres o más años, al beneficiado “se le abre” su propio concurso. Es así como inicia “la cadena de corrupción engranada y aceitada”.
En el proceso que él participó, constató que la prueba que se solicitaba coincidía con el título de la tesis de maestría de la docente que resultó la ganadora.
En la Comisión figuraba no solo su compañera de cubículo sino otra profesora, vieja compañera de la candidata “perfilada”.
Cuando González impugnó tal resolución, supo que la representante del Consejo Técnico de la FCPyS era quien le había dirigido la tesis de maestría a la ganadora.
“Esa acción conjunta a menudo es infranqueable”, dice a Reporte Indigo. Y agrega que esa historia no constituye un caso aislado; las plazas para aspirar en la UNAM son pocas y “están amañadas”.
Procesos burdos y opacos
Esta denuncia ocurre cuando se ha hecho manifiesta la inconformidad y el rechazo al Programa de Renovación de la Planta Académica..
Ahora que se decidió reducir la edad para los aspirantes a una plaza, quienes tengan entre 40 y 50 años.
Autoridades de la UNAM han rechazado que el Subprograma de Incorporación transgreda los derechos de igualdad.
“No faltará quien diga que los procesos son transparentes. Lo cierto es que existen muchos mecanismos, algunos burdos, algunos sutiles, que terminan favoreciendo ciertas alianzas y candidatos”.