Así operan los pedófilos cibernéticos en México

Los depredadores cibernéticos utilizan diversas plataformas para encontrar a niños y adolescentes que navegan por Internet sin vigilancia de un adulto y los convierten en blanco de sus ataques sexuales.

Un teléfono celular, una tablet o una computadora se convirtieron en elementos que sirven como distractores de los niños y adolescentes mexicanos, cuyos padres tienen que salir a trabajar y no pueden dedicarles el 100 por ciento de su tiempo para estar al pendiente.

Antes era la tele, ahora es el Internet. La gran diferencia es que los niños que crecieron siendo ‘cuidados’ por la televisión no podían interactuar con las personas que estaban detrás de la pantalla, pero con el internet la realidad es distinta.

La libertad que existe en la red también trae consigo riesgos, ya que al ser como un mar de personas interconectadas, siempre existe la posibilidad de que alguien quiera salir a ‘pescar’ algunas víctimas vulnerables para abusar de ellas.

Aunque parezca un mito urbano, los depredadores cibernéticos existen; utilizan diversas plataformas para encontrar a niños y adolescentes que navegan por Internet sin vigilancia de un adulto y los convierten en blanco de sus ataques sexuales.

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Desde hablar de sexo de forma explícita con ellos, hasta concretar encuentros reales en pueden terminar en casos de abuso, esas son las consecuencias de las malas prácticas que se expanden en la red, por parte de personas que aprovechan la falta de supervisión de los padres.

De acuerdo con un informe de la ONG mexicana Alianza por Seguridad en Internet (ASI), el 23 por ciento de los niños de entre 11 y 15 años han tenido alguna cita con alguien a quien conocieron vía Internet, mientras que el 10 por ciento admite que habla ocasional o frecuentemente sobre cuestiones sexuales con personas desconocidas de la red.

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Depredadores actúan en 7 etapas

El programa Cenetic Escolar, de ASI, realizó una encuesta a 5 mil alumnos de las edades antes mencionadas y, gracias a los resultados obtenidos, lograron establecer siete etapas utilizadas por los depredadores cibernéticos para concretar el contacto físico con sus víctimas.

La primera etapa se denomina “cortejo”, es cuando existe un primer contacto entre víctima y victimario. Desde este momento, el depredador ya vio fotografías, sabe quiénes son sus contactos, escolaridad y otra información personal que, por descuido, se dejan expuestas en redes sociales.

La segunda etapa es cuando el depredador comienza a interactuar con la víctima. Después de saber ciertas cosas, puede comenzar a conversar sobre temas que resultan de interés para el menor.

Generar una relación de ‘amistad’ es la tercera etapa; el depredador se pinta como un personaje que puede convertirse en alguien en quien confiar a quien la víctima le puede contar sus problemas.

La cuarta etapa consiste en recopilar información personal que el menor le cuenta a su ‘nuevo amigo’, para que, en la quinta etapa, todos los datos revelados sean utilizados por el depredador para intentar concretar una cita.

Si no lo logra, viene una sexta etapa; en ésta, el depredador recurre al chantaje emocional para convencer al menor te reunirse. “Me siento muy triste”, “somos mejores amigos y no nos conocemos”, “sales a todos lados, menos conmigo”, etcétera.

Finalmente, la séptima etapa es la culminante. Puede que el depredador tenga una reunión aparentemente sin riesgos para conseguir más confianza del menor y actuar en un segundo encuentro, pero lo más probable es que desde la primera reunión esa supuesta amistad termine con la comisión de un delito, como abuso sexual, secuestro, trata de personas o, incluso, asesinato.

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Por estas razones, es recomendable que los menores de edad que tienen actividad en Internet y en redes sociales, sean acompañados por sus padres o adultos responsables de ellos. Que les adviertan de los riesgos y estén al pendiente de qué tipo de información comparten y con qué personas interactúan.

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