La postura de la administración de Trump en relación al TLCAN quedó dibujada en un artículo que publicó el secretario de Comercio estadounidense, Wilbur Ross, en el Washington Post con base en la investigación del Departamento de Comercio sobre la reducción del contenido estadounidense en las mercancías importadas desde México y de Canadá, las cuales forman parte de las cadenas de valor.
Según datos del Departamento de Comercio, el contenido estadounidense en las importaciones manufactureras que se producen en México pasó de 21 por ciento en 1995 a 16 por ciento en 2011.
Esas cifras bastaron para que Ross sostenga que México miente en el sentido que el contenido promedio estadounidense en los productos de exportación mexicanos es de 40 por ciento.
Lo que refleja la opinión de Ross es que en adelante, la conversación del TLCAN entra en una fase crítica. El sector privado mexicano ha expresado que antes de llegar a un mal acuerdo sería mejor levantarse de la mesa.
Esa posibilidad la hizo patente Juan Pablo Castañón, presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), en la presentación “México, mejor futuro”.
Otro que se suma a esa expectativa es el presidente del Consejo Nacional Agropecuario, Bosco de la Vega, ante la reciente demanda de los agricultores estadounidenses. Un capítulo que parecía relativamente fácil de negociar y que no representaría un obstáculo para la modernización del pacto comercial.
Sin embargo, Luis de la Calle, socio fundador y director de De la Calle Madrazo Mancera (CMM) desmenuzó el escrito de Ross en un artículo para el Wilson Center, donde afirmó que tanto el secretario de Comercio estadounidense como el Departamento de Comercio de ese país mienten en que las reglas del TLCAN son perjudiciales para Estados Unidos.
Al respecto, enumera algunos errores en los que incurre Ross: el primero es que se ve la reducción del contenido estadounidense en el comercio total, pero no como resultado de la creciente participación de China en el mundo.
Otra equivocación es que manipula las cifras para dar la impresión de que en efecto ha bajado la participación del valor agregado estadounidense sin tomar en cuenta que el pastel del mercado es más grande.
El tercer punto es que rechaza la contribución que la producción conjunta hace a la industria automotriz en la región que forma parte del acuerdo.
En cuarto lugar, Ross afirma que el contenido de América del Norte es bajo y que las reglas de origen del acuerdo comercial no funcionan.
Lo que hacen Ross y el Departamento de Comercio es usar la base de datos de Comercio de Valor Agregado de marzo de 2017 de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en forma sesgada para apoyar la postura de la administración de Trump de que los déficits comerciales son malos y llevan a la pérdida de empleos.
Luis de la Calle concluyó que terminar con el TLCAN implica bajar el contenido regional a nivel de 6 por ciento, en detrimento de los trabajadores de los tres países socios y en beneficio de los chinos.
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