[kaltura-widget uiconfid=”38045831″ entryid=”0_xhcswusw” responsive=”true” hoveringControls=”true” width=”100%” height=”75%” /] El proceso electoral por el que atraviesa México en este momento ha estado marcado por lo que las diversas encuestas señalan de los candidatos que aspiran a un puesto de elección popular, especialmente en la carrera por la presidencia del país.
Esto ha provocado que una buena parte de la ciudadanía ya dé por hecho que el abanderado que lidera estos ejercicios de probabilidades es el que ganará la contienda.
Sin embargo, como se ha visto en otros países, las encuestas también pueden estar equivocadas y la única autoridad que definirá al triunfador es el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
“La elección todavía no está definida y sería un error pensar que sí lo está, pues una probabilidad baja no significa una probabilidad cero”, dice Ricardo Pérez Escamilla, uno de los creadores de la plataforma Oráculos.
La tensión aumenta conforme se acerca el día de la elección y la confianza ciudadana en las instituciones electorales no se encuentra en su mejor momento.
Por lo tanto, de darse un resultado distinto al que han mostrado las encuestas, la legitimidad del proceso podría ser fuertemente cuestionada por el electorado, mientras que las instituciones encargadas de organizarlo y de vigilar el más grande ejercicio democrático en la historia reciente del país, terminarían por perder la poca credibilidad que poseen entre los votantes.
Hace unos días, Lorenzo Córdova, consejero presidente del INE, ante este escenario, publicó en su cuenta de Twitter la siguiente frase dicha por Roy Campos, presidente de Mitofsky Group, una de las encuestadoras líderes en el país:
“Para el 1 de julio no nos hagamos bolas, el bueno es el conteo del INE, si al final éste no coincide con las encuestas, las encuestas están mal, así de simple es: el conteo del INE va a ser el bueno, es el más grande, el mejor elaborado, el más oportuno, el que tiene un comité impresionante…”
Las reacciones en redes sociales no fueron favorables, pues muchos de los comentarios acusan al consejero presidente del INE de estar preparando el terreno para un “fraude electoral”.
“Nos está anticipando con sus declaraciones que el fraude electoral 2018 es un hecho”, dice uno de los comentarios publicado por el usuario Ángel Blanco.
“En el 2006 y el 2012 decían que las encuestas eran confiables y expresaban la opinión general de la población, ahora resulta que hasta los mismos encuestadores las desacreditan”, es otro de los por lo menos mil 500 comentarios que adornan la publicación.
El escenario que se avecina no pinta para nada sencillo y así lo admite también Jaime Cárdenas, exconsejero electoral del entonces Instituto Federal Electoral.
“De darse un resultado distinto al que han mostrado las encuestas el país entraría a una etapa de un conflicto social muy difícil porque la ciudadanía no creería en los resultados oficiales. Es decir, se generaría una situación muy compleja para la democracia en México.
Desde luego la credibilidad de los órganos electorales, tanto del INE como del TEPJF y de los órganos electorales de los estados se vería muy afectada, muy mermada, nadie creería en ellos; y lo mismo pasaría con otras instituciones del país como podría ser la Fepade”, explica.
En contraste con esta opinión, Paula Ramírez, quien forma parte de la Secretaría Ejecutiva del INE y es la encargada del tema de las encuestas al interior de la institución, considera que los resultados que entregue el árbitro electoral contarán con la credibilidad suficiente de la ciudadanía, pues explica que hay una gran diferencia entre las metodologías utilizadas por las casas encuestadoras para señalar al que encabeza la preferencia electoral con la forma en la que el INE determina al ganador.
“Es importante distinguir las encuestas de un conteo rápido, por ejemplo. Y esto, a su vez, saber diferenciarlo del resultado final basado en los cómputos distritales”.
Por su parte, César Astudillo, abogado y especialista en temas electorales, comenta que al hablar de las encuestas se debe tener cuidado antes de aseverar que ya está definido un ganador.
En este momento se habla de una participación de entre el 60 y 65 por ciento del electorado, sin embargo, si el día de los comicios el número de ciudadanos que salen a ejercer su derecho a las urnas crece o quienes dijeron estar seguros de respaldar a un aspírate presidencial cambian de opinión, sí se podría ver una diferencia importante entre lo que mostraban las encuestas y el resultado final.
No hay nada definido aún
Tratar de entender a México desde las fallas que se han suscitado en las encuestas de otros países durante algunos procesos democráticos similares, como lo pueden ser las elecciones norteamericanas cuando se enfrentaron Donald Trump y Hillary Clinton, cuando se votó en Colombia sobre la paz con las FARC o como se dio en el inesperado caso de la aprobación del Brexit es algo complicado.
Sin embargo, aunque los procesos mediante los cuales se llevaron a cabo estos eventos distan mucho de ser iguales a los de México, sí son una clara muestra de lo que podría suceder el próximo 1 de julio.
Ricardo Pérez Escamilla explica que una probabilidad baja de ganar no es una probabilidad cero, por lo tanto todavía no se puede aseverar que ya hay un ganador decidido de facto
“Esto es como en los deportes cuando apuestas, claramente las probabilidades son importantes y dicen mucho, sin embargo siempre existe la posibilidad de que el que tiene menos probabilidades de ganar lo haga y eso no quiere decir que el resultado esté equivocado o haya sido alterado”, dice.
El creador de Oráculos, la plataforma encargada de analizar todas las encuestas que se van generando con respecto a la elección, agrega que parte de lo que ha fomentado esta falta de confianza son los elevados niveles de corrupción que caracterizan al país.
“Preocupa mucho la corrupción en México, ya que ésta a su vez genera desconfianza porque la gente considera que les podrían estar mintiendo. Si a esto le sumamos la falta de credibilidad en las instituciones del país todo el escenario se vuelve más complejo”.
Pérez Escamilla también menciona que es muy común que la ciudadanía y el electorado den por hecho lo que las encuestas dicen y no se detengan a cuestionarlas como muchas veces lo hacen con el árbitro electoral, cuando sabemos que también hay encuestas que se han dado a conocer y que la metodología que se utilizó para levantarlas no es del todo confiable.
Al final del día, la gente ve en las encuestas lo que quiere creer, comenta.
“Hay un factor que poco se toma en cuenta y ese es el alto grado de desinformación entre la ciudadanía, son pocas las personas que en realidad se detienen a analizar más de una, dos o tres encuestas para tener una mejor idea del panorama completo, lo más común es que vean una y si les gusta lo que ven con esa se queden”.
A pesar de esto y de lo que ha pasado en otras regiones del mundo donde el resultado final de un ejercicio democrático terminó por sorprender a propios y extraños al no coincidir con lo que auguraban las encuestas, Juan Ricardo Pérez Escamilla admite que en todos esos casos nunca hubo una diferencia tan amplia entre un primer y segundo lugar como lo que se está viendo en este momento en México.
Quedan 25 días para que los mexicanos salgan a votar a las urnas, lo que también deja un margen muy estrecho para que los resultados que hasta ahora las múltiples encuestadoras nos han presentado empiecen a cambiar si es que esa es la tendencia.
Abonar a la confianza
La falta de credibilidad entre la ciudadanía hacia las autoridades electorales no es algo nuevo, es un sentimiento que viene de muchos años atrás, asegura el especialista en temas electorales César Astudillo.
Esa falta de credibilidad histórica naturalmente parte de que un mismo partido gobernó el país por 70 años de manera ininterrumpida. Por ese motivo, es fundamental que tanto el Instituto Nacional Electoral, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) y la Fepade, las principales autoridades en materia electoral del país, generen acciones que reviertan la falta de confianza ciudadana.
Quien considera que la implementación de acciones como hacer un mapa de riesgo electoral de focos rojos y darle atención prioritaria a esas casillas donde los sufragios pueden estar siendo manipulados mediante la implementación de monitoreo, inspecciones y vigilancia; crear acuerdos para evitar que días antes los partidos políticos hagan uso de los programas sociales para condicionar el voto y dar a conocer las medidas que tomará la Fiscalía Especializada en Delitos Electorales pueden ser un comienzo para recuperar la confianza ciudadana.
En relación a estas iniciativas, Paula Ramírez de INE explica que habrá un despliegue ministerial muy importante a lo largo y ancho del país como se ha hecho siempre para que la ciudadanía pueda presentar denuncias ante cualquier delito electoral.
Además de que el INE contará con más de 45 mil funcionarios en campo que asistirán en el proceso electoral
En cuanto a los programas sociales, la funcionaria del INE comenta que éstos no se suspenden durante el proceso electoral porque así lo establece la ley. Y si bien se ha hecho un mal uso de este tipo programas, lo cierto es que no se puede dejar a la gente sin el apoyo que requiere por parte del Estado para llevar a cabo su vida cotidiana.
Para abonar a la confianza en el trabajo que realiza el INE a la hora de realizar el conteo de los votos, Paula Ramírez indicó que se tiene contratado a un equipo de especialistas que integran el Comité Técnico Asesor del Conteo Rápido (COTECORA).
“Es un comité integrado por estadistas, matemáticos y expertos en este tipo de ejercicios. Todos ellos reconocidos a nivel nacional que son reclutados muchos meses antes para este propósito y son quienes elaboran y diseñan la muestra y hacen todo el ejercicio de estimación estadística con un mínimo margen de error para arrojar los resultados.
Reconocer los resultados
César Astudillo, jurista y especialista en temas electorales, asegura que una parte fundamental de cualquier democracia es que quienes participan en un proceso electoral sean capaces de reconocer los resultados aunque no los favorezcan al final de la contienda.
“Es sumamente importante que los abanderados presidenciales demuestren su talante democrático y que sean capaces de admitir y reconocer su derrota”.
En relación a si se podría generar un ambiente de crispación social y una pérdida de credibilidad en las instituciones electorales en dado caso de que un candidato que nunca fue el favorito en las encuestas gane, el abogado explica que todavía hay muchos factores en juego y no todos estos son considerados por las encuestas que se han estado difundiendo.
“Por ahora se habla de que habrá una participación ciudadana de entre un 60 y 65 por ciento del electorado. Sin embargo, si el día de la contienda ese porcentaje aumenta a un 75 por ciento, por ejemplo, sí es factible que el resultado final que dé el INE varíe de manera importante con el que estuvieron dando las encuestas”.
También se debe tomar en cuenta que muchas de las personas que fueron encuestadas se encontraban indecisas, otros tantos mienten y siempre existe la posibilidad de que incluso, los que dicen estar ya decididos por alguno de los cuatro aspirantes a la presidencia de la República, al final del día cambien de opinión.