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La fracción parlamentaria del Partido Acción Nacional presentó el miércoles en la sesión de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión su iniciativa de reforma constitucional para crear el Instituto Nacional Electoral (INE).
Este organismo reemplazaría al IFE y a los 32 institutos electorales estatales ya que se argumenta que los comicios de 2012, y muchos procesos electorales locales previos, evidenciaron deficiencias del actual marco normativo que erosionaron la confianza de los votantes en la democracia misma.
A Javier Aparicio, profesor e investigador del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE), no le queda claro cómo el INE podría controlar la influencia de los gobernadores en las elecciones locales.
“O el diagnóstico y la prescripción están mal, o el diagnóstico es adecuado, pero la recomendación es incorrecta”, dice a Reporte Indigo.
Aparicio reconoce que los comicios locales son más sensibles a los excesos de gastos y la compra de votos, pero tiene serias dudas de si esos problemas se pueden controlar desde un instituto nacional electoral.
En su opinión, la capacidad del IFE para controlar el uso y el abuso de los dineros en las campañas es muy limitada.
“La fiscalización es uno de los puntos débiles de la organización de comicios federales”. Y añade que, si a duras penas se vigila lo federal, pedir ahora que se vigile lo local es demasiado.
Aparicio apunta que eso no es tan fácil: para lograrlo tendría que crecer en tamaño, recursos y personal. Por ello no queda tan claro cómo se va a ahorrar más dinero.
El doctor en economía por la George Mason University sostiene que hay varias cosas de la reforma de 2007 que, en su opinión, ya no funcionan bien, como el manejo de los spots, el funcionamiento de la fiscalización y de los procesos especiales sancionadores.
Agenda pendiente
Sin negar que hay una agenda pendiente en las elecciones locales, pensar que el INE lo resuelva todo es un simplismo: “Es asumir que una burocracia centralizada puede hacer mejor las cosas que una democracia descentralizada”, afirma.
No reconocer que un gobierno local es capaz de organizar sus propias elecciones supone cuestionar el diseño federalista.
Considera que si el problema de las elecciones locales es que sus instituciones están viciadas lo que hay que hacer es fortalecer su independencia y autonomía, no anularlas.
“México es anómalo por tener una burocracia tan grande, centralizada, organizando elecciones federales. Eso es el IFE”.
Que ahora una misma autoridad se encargue de todo lo local quizá implicaría, a su juicio, atacar un problema local con algo que no necesariamente lo va a recurrir.
En 2007, la queja era la influencia de los medios en las campañas. De ahí partió el nuevo modelo de acceso a los medios y que el IFE asignara spots en tiempos oficiales.
“Si ese fue el remedio, ¿por qué ahora dicen que Televisa puso al presidente? Porque no se resolvió el problema: la influencia de los medios tiene que ver con los oligopolios televisivos, radiofónicos… eso no lo puede remediar el árbitro electoral”, dice.
Para Aparicio, si la problemática es tener gobernadores sin contrapesos o institutos locales vulnerables, pues hay que fortalecerlos y ponerles contrapesos.
“El problema no es quién organiza la elección, si la organiza el burócrata local o el federal; organizarlo de manera centralizada tampoco es un buen remedio”.
Aparicio dice que resulta arriesgado encargarle a 9 consejeros (u 11, que es lo que contempla la propuesta albiazul])las elecciones de los 32 Estados: “Es una concentración mayor de la responsabilidad y los riesgos son muchos”.