Dos caras, un mito
Joaquín Guzmán Loera lo hizo otra vez. Aunque el Gobierno federal se empeña en dibujarlo como el criminal culpable de múltiples asesinatos, de la distribución de toneladas y toneladas de estupefacientes o del lavado de millones de dólares producto del narcotráfico, una parte de la población no hace más que verlo como un héroe.
Para muchos, “El Chapo” es una especie de Robin Hood moderno.
Imelda García
Joaquín Guzmán Loera lo hizo otra vez. Aunque el Gobierno federal se empeña en dibujarlo como el criminal culpable de múltiples asesinatos, de la distribución de toneladas y toneladas de estupefacientes o del lavado de millones de dólares producto del narcotráfico, una parte de la población no hace más que verlo como un héroe.
Para muchos, “El Chapo” es una especie de Robin Hood moderno.
El mito más extendido es que, en las comunidades que están bajo su “protección”, se hacen inversiones en templos religiosos, salud o infraestructura, lo que lo convierte en el protector de las causas justas y los necesitados.
No hay, sin embargo, ninguna prueba real sobre esos hechos.
De lo que sí hay pruebas y poco se habla entre esa parte de la población, es de las miles de muertes que ha causado su actividad ilegal o la creciente distribución de estupefacientes en varios países.
Algo le está fallando al Gobierno Federal para hacer ver que “El Chapo” es el enemigo número uno del país.
Quienes califican a Guzmán Loera como delincuente forman parte de un régimen corrompido y sin credibilidad.
Para Alfredo Cid Jurado, catedrático de la Universidad Autónoma Metropolitana y experto en semiótica, la narrativa en la propia historia de “El Chapo” lo ha convertido en una especie de “héroe negativo”.
Guzmán Loera es visto por muchos como un criminal sanguinario dedicado al negocio de la droga y a nombre de quien se han cobrado muchas vidas.
Otros, ven en el criminal a un héroe que ha burlado una y otra vez al Estado mexicano.
“Lo que está sucediendo es que todo juega a favor de ‘El Chapo’. El sistema de corrupción donde se están dando las cosas, tendría que ser un sistema incorruptible.
“El sistema que está valorando de manera negativa los hechos de ‘El Chapo’, su forma de delinquir, carece totalmente de reconocimiento social de tener valores éticos consolidados. Es decir, ¿cómo el Estado me viene a decir a mí (que él es malo), si yo veo que acusan al presidente de recibir regalos ilícitos y luego se burla dándome explicaciones que no me convencen? A mí automáticamente ese valor ya no me resulta positivo. Y se supone que quien es la máxima figura del país realiza una serie de hechos que no quedan claros y, en esa falta de claridad, se percibe que hay información manipulada, ¿cómo esos valores pueden criticar a los otros?”, cuestionó el académico, en entrevista.
La raíz de esa actitud en la población está en el 2006, sostuvo Cid, cuando ocurrió el conflicto postelectoral entre Felipe Calderón y Andrés Manuel López Obrador, porque todo el problema fue poner en duda a las instituciones y al Estado.
Desde entonces, una parte de la población ve con desconfianza lo que el Estado hace y cuestiona sus acciones.
En ese tenor, una figura que triunfe sobre el Estado es considerada como heroica.
A esta percepción, se suma el hecho de que en ocasiones ha habido complicidad probada de funcionarios con miembros del crimen organizado.
“¿Con qué capacidad podría decir el Estado que él (Guzmán Loera) es ‘esto, esto y esto’? Sería prácticamente imposible pensar que no estén coludidos algunos partidos políticos, algunos políticos, incluso algunos que ganaron, con ‘El Chapo’.
“Ahora la apuesta, se dice, es si lo van a extraditar o no. Dicen algunos que no lo van a extraditar, porque si se va a Estados Unidos va a decir con quién estuvo coludido y en qué momento. Ya desde ahí el Estado tiene que cuidar mucho cómo va a construir esa figura”, sostuvo Cid.
La única forma de terminar con esta percepción del criminal es contraponer valores éticos muy fuertes y trascendentales: que quien denuncie a “El Chapo” como un valor negativo tiene que ser una persona incorruptible, sin mancha alguna.
“Sería prácticamente Dios, puede decirse, para que sea el bien y el otro sea el mal”, apuntó.
La narrativa del ídolo
Además de una fallida estrategia para ubicar en el imaginario colectivo a Guzmán Loera como un criminal sanguinario, la propia forma en que se han dado los hechos han contribuido a crear una leyenda a su alrededor, a ser admirado y tener seguidores en todo el país y el mundo.
Narrativamente, explicó Cid, la historia de “El Chapo” entra en un esquema conocido: un delincuente que pasa varias pruebas donde ha salido triunfante y eso lo ubica como un héroe, aunque sea negativo.
Cada una de sus fugas de prisión, comentó, le alcanza a Guzmán Loera para reconocerlo como alguien que tiene repetidos triunfos, valiéndose de un elemento que le confiere más valor.
“En la estructura de construcción del personaje, le seguimos reconociendo las pruebas que ha pasado esta persona, sin pensar en que sus triunfos van encaminados a un fin que no es lícito, en lugar de ser reprobados sus logros, son aplaudidos.
“El segundo escape de ‘El Chapo’ es una prueba glorificante para él. No importa si ya lo volvieron a agarrar; la cuestión es que él burla las leyes, se escapa, se va y triunfa, y triunfa, y triunfa. La gente no ve si triunfa para bien o para mal; la gente lo que ve es a un sujeto con una historia que alcanza triunfos”, comentó Cid.
Un héroe, para que pueda serlo, apuntó el catedrático, debe tener un “objeto mágico” que le permita ser héroe. El objeto mágico de “El Chapo” es el dinero.
“Pero ese objeto mágico de ‘El Chapo’ no funcionaría si no se tuvieran las condiciones para que funcionen. La varita de Harry Potter no funciona en un mundo donde no existe la magia, por ejemplo. Pero el dinero de ‘El Chapo’ sí funciona donde hay corrupción”, sentenció.
Alfredo Cid aseveró que todos quienes cuentan la historia de “El Chapo” han contribuido a crear al héroe en que se ha convertido.
Sin embargo, la historia que los medios publican proviene muchas veces de la versión oficial que las propias autoridades han dado de la forma en que Guzmán Loera ha escapado de prisión o de los operativos que la Marina armaba para atraparlo.
“Existe una estrategia para construir la idea de ‘El Chapo’; de seguro la hay, pero no ha sido eficiente.
“Si el Estado va a decir que el criminal es un héroe negativo, que construyó un túnel con gran ingeniería, pues ahí lo que está haciendo es valorando el ingenio del mexicano. El túnel no está siendo leído como se está diciendo de ‘es tan malo que hasta contrató a los mejores ingenieros para hacer un túnel’; la gente, antes de llegar a eso, dice: ‘mira, tuvo la inteligencia y la capacidad para hacer este túnel no solo porque tuvo dinero sino porque es muy astuto’. Y esas son medallitas ganadas para este señor”, recalcó Cid.
A todo esto, insistió el académico, se suma la escena que se monta del criminal, donde se le ve sometido, humillado por las Fuerzas Armadas, y con ello gana la simpatía –incluso emocional- porque las personas se identifican con que eso también les puede pasar a ellas.
Un reto, subrayó, para todo el aparato estatal mexicano.