Dos lecturas del 2012

Antes de tomar una decisión sobre quién recibirá nuestro voto este primero de julio, hay que leer.

El mexicano promedio solo puede votar menos de 10 veces a lo largo de su vida para elegir al presidente de México, así que hay que estar bien  informado.

“Switchers: Electores que Definen el Triunfo”, del Dr. Gabriel González-Molina, y “2012 ¿Fraude Electoral?”, del Dr. Jorge Alberto López Gallardo,  son los dos libros de lectura obligada en nuestro verano electoral.  La forma en que fluirá la elección se puede entender mejor a través de sus páginas. 

Antes de tomar una decisión sobre quién recibirá nuestro voto este primero de julio, hay que leer.

El mexicano promedio solo puede votar menos de 10 veces a lo largo de su vida para elegir al presidente de México, así que hay que estar bien  informado.

“Switchers: Electores que Definen el Triunfo”, del Dr. Gabriel González-Molina, y “2012 ¿Fraude Electoral?”, del Dr. Jorge Alberto López Gallardo,  son los dos libros de lectura obligada en nuestro verano electoral.  La forma en que fluirá la elección se puede entender mejor a través de sus páginas. 

El primero habla sobre las personas que definen a los ganadores de las elecciones, un sector del electorado que no parece estar recibiendo la atención que merece en las más de 7 mil campañas electorales que recorren el país cada seis años: los electores switchers.

Ellos representan un cuarto de los 76 millones 752 mil votantes que dan forma a la lista nominal del IFE , pero son quienes determinarán los resultados de los comicios .

El segundo no es un libro de conspiraciones y cuentos. Es la evidencia científica de la calidad de la democracia en México. El doctor en matemáticas Jorge Alberto López Gallardo comprueba científicamente que hubo fraude electoral en los comicios presidenciales de 2006, y advierte que este año podría suceder lo mismo.

En algunos momentos, el autor es forzado a salirse del espectro numérico para considerar, por ejemplo, el alcance del factor Hildebrando, la empresa del hermano de Margarita Zavala que provee el software que se utilizó en las elecciones de 2006 y que se volverá a emplear, sin cambios detectables, en el proceso de este año.

Es un libro que todo ciudadano debe leer, ya que ofrece un vistazo objetivo, aunque difícil de digerir, del estatus democrático mexicano.

LAS MATEMÁTICAS DEL FRAUDE

Los números pueden explicar todo, incluso cómo estructurar un fraude electoral. Jorge López, de la Universidad de Texas, pone todo en claro.

Por Roberta Carrillo 

El proceso electoral que llevó a Felipe Calderón a la Presidencia de México fue manipulada. López Obrador tenía razón, y el responsable no fue nada más el PAN, lo hizo en complicidad con el PRI, dice Jorge Alberto López Gallardo.

El doctor en matemáticas y autor del libro “2012 ¿Fraude Electoral?”, señala que el PRI le dio parte de sus votos al PAN y que gracias a esto, los albiazules llegaron a Los Pinos.

López Gallardo, miembro de la Sociedad Americana de Física y catedrático de la Universidad de Texas, sostiene que la transferencia de sufragios del PRI al PAN se dio sin quitárselos al PRD, y esto permitió a los panistas inflar su votación en un millón 600 mil sufragios.

Agrega que el fraude electoral de 2006 se comprueba científicamente. Y advierte que es muy probable que vuelva a suceder este año. En su estudio encontró patrones y discrepancias muy reveladoras.

En las elecciones federales de 2006, el actual presidente Felipe Calderón ganó con un margen de 243 mil 934 votos.

Veamos las evidencias que presenta López Gallardo.

La correlación de Pearson

Todo comenzó con un estudio de Eduardo Trejo en el que se midió la relación lineal entre los votos por los candidatos.  El resultado daba un coeficiente de mil. Ese coeficiente exacto no puede ser producto de números naturales, por eso llamó la atención de más científicos de diversos países.

Extrapolación

El investigador Luis Mochán llegó a asombrosas conclusiones al analizar los números del PREP por medio de la extrapolación.  Este método funciona para detectar de dónde viene y hacia dónde va la tendencia. 

Demostró que el conteo de votos no inició en cero para los candidatos del PRI y el PRD.  Parecía que López Obrador había empezado con 120 mil votos negativos y Madrazo con 50 mil sufragios también negativos. 

Al parecer, se sustrajeron esos votos desde antes de empezar para después sumarlos a otro candidato.

Ordenamiento de datos

El ordenamiento de los datos también fue irregular. Científicos demostraron que el ordenamiento de las cifras antes de entrar al PREP era aleatorio, pero no salían así los resultados.  

El científico Víctor Romero tambíen se topó con la curiosidad de que si se sumaban los votos de los tres partidos grandes en cualquier momento, siempre daban exactamente 95 por ciento del total de los sufragios.

Crecimiento improbable

En una elección en la que se suponía que había un empate técnico, fue fácil para Miguel de Icaza, desarrollador del software Gnome para Linux, descubrir que el aumento del margen de diferencia entre los dos candidatos principales que se observó era altamente improbable, casi imposible. Esos resultados tenían una probabilidad de aparecer una vez en 186 millones de comicios.

Errores aritméticos

El Centro de Investigación de Economía y Política de Washington encontró errores aritméticos. Por ejemplo, casillas con más votos que votantes en el 48.5 por ciento de todas las casillas revisadas en el recuento. 

Ley de los Números Grandes

También hubo una violación a la Ley de los Número Grandes.  La fluctuación final que produjo el cruce dejando arriba a Calderón y en segundo lugar a López Obrador se registró cuando faltaba contabilizar solo 2 por ciento de los votos.  

Dicha fluctuación fue 2 mil veces superior a la esperada para cuando se tenía el 98 por ciento de los votos contabilizados.  

Esta ley asegura que a mayor porcentaje contabilizado, más acertado e influctuante debe ser el resultado.  

El cruce, dice López Gallardo, se debió dar desde el principio si es que se iba a dar.  No es posible que suceda de otra manera. 

Errores en 49.2% de las boletas

La compañía A.C. Nielsen, contratada por el IFE, encontró errores en 49.2 por ciento de las boletas examinadas, lo que excede el 20 por ciento necesario para anular una elección.

Boletas anuladas

El científico británico Phillip Davies encontró que en las casillas donde hubo más boletas anuladas, los votos para el PAN eran más, mientras que los del PRI se reducían de manera inexplicable.

Casillas inconsistentes

Víctor Romero analizó 2 millones 500 mil votos que habían sido puestos a un lado por tener errores de dedo, pero la intención del voto seguía siendo notoria.  

Estas boletas y la información correspondiente nunca fueron procesadas por la maquinaria electoral, por lo que se le puede considerar fresca o limpia. 

Al sacar los resultados de esas boletas, el PAN tenía 32.37 por ciento de los votos y el PRD 35.91 por ciento. 

Al ser un muestreo tan grande (2 millones 500 mil votos), la información recabada de las casillas inconsistentes es de total validez, con un margen de error de 0.06. Las encuestas consideradas precisas tienen normalmente un margen de error de 2 por ciento. 

> ¿Cómo sucedió?

La meta era dar al PAN una ventaja mínima para que los adversarios creyeran que había sido una elección muy cerrada, pero habían perdido legítimamente. 

Para que el PAN sacara ventaja del uno por ciento, tenía que ganar cuatro puntos porcentuales, ya que el PRD tenía 3 por ciento de ventaja.  El 4 por ciento de los votos era equivalente a un millón 600 mil.  

Lo que se hizo fue no mover los votos del PRD.  Mejor, como demostró el científico Phillip Davies, se los quitaron al PRI.  

Para evitar sospechas, se debía aumentar el porcentaje de votantes de 58.55 por ciento a 70 por ciento en las casillas.  Por lo tanto, se necesitaban 20 mil casillas y que cada una agregara 80 votos al PAN. 

> ¿Cómo deshacerse de 20 mil representantes del PRD?

Se registraron casos en que personas que decían ser representantes del IFE recolectaban las credenciales y se iban.  Cuando llegaba el personal real, los representantes del PRD eran expulsados de las casillas porque no contaban con la identificación válida.

LOS VOTANTES QUE DEFINEN EL TRIUNFO

Las encuestas van para todos lados porque las encuestadoras no consideran a los switchers: los mexicanos que decidirán la elección del 2012.

Por Esteban Castro 

Una elección no se gana con el voto duro y echando mano de la maquinaria partidista. No estamos viviendo en 1970.

Para ganar una elección moderna y competitiva como la que tendremos el próximo primero de julio, es necesario convencer a los votantes que están más allá de la base. 

Ésos son los electores que definen los triunfos. Pero el grupo que le dará la victoria presidencial a uno de los cuatro candidatos aún no sabe por quién votará. 

Ellos son los switchers. Electores que gravitan entre dos opciones electorales y que todavía no han tomado una decisión.  

Son diferentes de los indecisos porque los switchers nunca son neutrales. Tienen opiniones sobre los candidatos, las mismas que hacen que reduzcan sus opciones de voto. Pero confirman su voto hasta que están frente a la boleta electoral.

Las filas rumbo a las casillas electorales estarán repletas de switchers este primero de julio. 

Una de cada cuatro personas que estarán formadas todavía no sabe por quién votará. Son los electores que cambian el rumbo de las elecciones y que no se registran en las encuestas.

Su importancia ha pasado desapercibida en las encuestas.

“En México, el switcher –el protagonista de la elección– está ausente, nadie habla de él”, dice el Dr. Gabriel González-Molina, autor del libro “Switchers: Electores que Definen el Triunfo”. 

Este matemático pasó 15 años de su vida trabajando para Gallup, la madre de todas las encuestadoras, y ha basado su estudio en  134 sesiones de grupo realizadas en los pasados seis meses en las 20 zonas metropolitanas más pobladas del país y en 10 comunidades rurales e indígenas.

Estas sesiones  representan las dinámicas de conversación con más de mil 500 switchers mexicanos.

En la última década, González-Molina ha desarrollado la disciplina de medición y de creación de modelos para cuantificar y tipificar a los switchers. 

Su existencia es una buena noticia para Andrés Manuel López Obrador y Enrique Peña Nieto. No así para Josefina Vázquez Mota.

A continuación se presentan las cuatro lecciones por las que “Switchers” es lectura obligada.

Tipos de electores

Existen tres tipos de votantes. Los “leales” no cambiarían su elección por absolutamente nada. Las campañas solo refuerzan su opinión favorable de su candidato elegido.

Los “anti” nada más tienen definido por quién no van a votar. Las campañas son para reforzar su rechazo hacia un candidato.

Los “switchers” observan dos opciones electorales. Buscan orientarse en términos de ventajas y desventajas. Son muy sensibles al tipo de liderazgo que ejercen los candidatos.

Los switchers no son indecisos

Estos electores nunca son neutrales. Saben qué no les gusta y qué sí. 

Un elector switcher no responde a propagandas, sino a la lógica de voto, algo que los candidatos y sus campañas tienden a perder de vista. 

“Una lógica de voto no es un eslogan”, explica González-Medina. “Las campañas exitosas, aquellas que logran cautivar al switcher, son aquellas que lo definen y lo orientan usando la lógica de voto.  

“Va a ganar el candidato que haya definido con mayor precisión su lógica de voto con base en las necesidades del elector switcher y lo haya llevado a su polo positivo”.

El porcentaje lo es todo

“El voto leal es para todos los partidos alrededor del 20-25 por ciento”, dice González-Molina. Un porcentaje demasiado bajo para llevarse una elección.  

“El anti está entre 40 y 50 por ciento. Las personas están más predispuestas a votar en contra que a favor”.  

Lo que realmente importa es el porcentaje de los switchers, que en México representan entre 25 y 30 por ciento del total de los electores. 

“Ese switcher es el que va a definir quién va a gobernar el país en los próximos seis años, y nadie habla de él”, advierte el autor.

La verdad te hará switcher

Una cualidad que define a un switcher mexicano es su interés por la verdad. 

“El switcher es un elector que tiene un detector de mentiras.  Su mente es muy sensible a la simulación, busca autenticidad. No busca al candidato perfecto, busca al candidato auténtico. El switcher, cuando detecta que hay simulación, que no es lo que es, te suelta”, explica González-Molina. 

Las mentiras pueden servir para reafirmar el voto leal o hacer enojar a los anti, pero nunca para ganar switchers vitales.

> ¿Quién ganará las elecciones de acuerdo al flujo de los switchers?

Molina-González es claro cuando explica lo que les espera a los candidatos el primero de julio: los únicos que tienen posibilidades son Peña Nieto y López Obrador.  

Ambos comparten el 80 por ciento de los switchers.  Josefina Vázquez Mota y Gabriel Quadri son intrascendentes para la mayoría de los switchers.

“El elector switcher es calculador, es frío cuando evalúa a Felipe Calderón y al PAN. ¿Sabes qué te dice el elector switcher? Te dice: Mira, con el PRI, se devaluaba el peso, el PAN devaluó al mexicano”. 

El autor hace un pronóstico final: “No esperaría yo en la elección ver a Josefina arriba del 22, 23 por ciento. A Andrés Manuel lo voy a ver llegar a un 30 por ciento, quizás, y yo veo a un ganador en Enrique Peña Nieto porque ha estructurado la mejor lógica de voto para el switcher: auténtico, relación y un estado de ánimo positivo”. 

Los switchers no están esperando un candidato ideal. Están conscientes de que ese superhombre no existe.

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ELECCIONES2012 Más spots 
que anuncios

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El análisis, elaborado por  académicos de la UNAM y el IBOPE, destaca que la sobreexposición mediática es el primer factor que saltó a la vista.

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Por un lado realizan eventos para la promoción de la cultura en el estado, invitan a becarios extranjeros y promocionan la urna electrónica en Lecce, Italia. 

Por otro, su presidente señala que les faltan herramientas para fiscalizar completamente a los partidos durante las campañas y piden más presupuesto.