https://www.youtube.com/watch?v=xSivebs6UHM
Un bebé de tres meses mantiene con vida a una mujer en la colonia La Tuzania, en Zapopan.
Dicen las tías que es el vivo retrato de Ricardo, su hermano. La abuela lo ha adoptado como si fuera su propio hijo, ese que murió hace un año en pleno Festival Cervantino, en Guanajuato.
“Si no fuera por ese niño, mi madre se hubiera vuelto loca”, expresa Eunice, la hermana de Ricardo.
Ricardo de Jesús Esparza Villegas, de 23 años al momento de dejar este mundo, no conoció al niño que, dicen las hermanas, tiene su mismo rostro. Al instante de cerrar los ojos para no despertar más, desconocía que su novia estaba embarazada.
Ricardo se había ido con muy pocos pesos en la bolsa a la edición del Cervantino de 2014. Había apenas pagado, poco a poco, con el dinero que recibía de casa, el camión que lo transportaría a él y a otros 70 estudiantes del Centro Universitario de los Lagos (CULagos), desde Lagos de Moreno a Guanajuato.
El 5 de octubre del año pasado, días antes de viajar al evento cultural, había comido por última vez con la familia. Era un domingo cualquiera de los guisos de mamá y las selfies con las hermanas. “Adiós”, fue la última palabra que salió de su boca para sus familiares.
El 18 de octubre de 2014, los medios de comunicación daban cuenta de la noticia. En resumen, informaban sobre la muerte de un estudiante de la Universidad de Guadalajara (UdeG), en Guanajuato.
Uno de sus compañeros, Daniel de León –quien vio por última vez a Ricardo–, declaró a la prensa que al estudiante de noveno semestre de Mecatrónica se lo había llevado la Policía. Y después, aparecería muerto.
La UdeG pegó el grito en el cielo. Lanzó una campaña de indignación contra las autoridades de Guanajuato.
Su brazo estudiantil, la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) movilizó a un buen número de la comunidad universitaria y marchó por las calles de Guanajuato.
“¡No murió, mataron a Ricardo!”, gritaban los jóvenes feuistas, según consignó el diario La Jornada el 23 de octubre de 2014.
La Procuraduría General de Justicia de Guanajuato ofreció una versión del hecho: el joven había escalado por el tubo de una casa, cayó y se golpeó el cráneo. Muerte instantánea, según la autopsia.
Y presentó videos en los que se ve al joven caminando, de madrugada, por una calle de Guanajuato. Pero no más.
Una segunda autopsia hecha por el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses (IJCF) obtuvo el mismo resultado con algunas variantes: fractura en la nariz y en las rodillas.
Para la familia, no se trató de un mero accidente, sino de un asesinato. En un año, el caso se ha ido desvaneciendo en los escritorios burocráticos.
El flan que ya no comió
Ricardo creció cobijado por siete hermanos más. Él era el más chico de todos. La más pequeña de las mujeres, Eunice, era su leal compañera, amiga.
Cuando Ricardo tendría unos 10 años de edad, ambos subían a la azotea de la casa. Sacaban el telescopio Mi Alegría que les había regalado el padre. Y el niño señalaba a los astros. “Este es Júpiter, este es…”, descifraba cada cuerpo galáctico.
Solía ser cariñoso con la madre. Cuando llegaba de la calle y la encontraba en la cocina, la abrazaba. Le hacía sentir que ella y el resto de la familia era lo mejor que le había pasado en la vida.
La mamá, orgullosa, le preparaba su comida y su postre favoritos: alitas de pollo adobadas y flan napolitano.
“En este año es difícil estar sin la presencia de mi hermano, es una ausencia que no tiene final, es muy doloroso estar día con día, recordándole y saber que no lo vamos a ver por mucho tiempo”, relata Eunice.
Ella y los demás de su familia ven en la explicación oficial cosas ilógicas. Para ellos es impensable que su hermano hubiera querido ingresar en la casa, que hubiera estado practicando parkour en estado de ebriedad –como dijeron las autoridades– y que había ido a una fiesta en esa propiedad, en la que nunca hubo indicios de alguna.
Eunice detalla que nunca se citó a declarar a las personas de aquella casa, ni a otras. Y que la Procuraduría de ese estado no investigó si, en todo caso, su hermano intentaba escapar de ahí.
En este primer año sin él, la UdeG, la FEU y el Gobierno de Jalisco se han ido apartando lentamente del caso, dice la hermana.
“Asesinato”, es la palabra que reitera Eunice y los demás que conocían de cerca a Ricardo.
“Desde un principio dijeron que no había intervención (de la policía), pero cuando ves los videos, en uno de ellos lo llevan dos policías del brazo, supuestamente, lo llevaban a pedir disculpas donde había orinado, pero luego hay manipulación de videos, y se ve a mi hermano en la madrugada, caminando solo, haciendo una llamada telefónica.
“Mi hermano tendría que estar con nosotros, con su familia, su madre, su hijo. Tuvieron la vida de mi hermano entre sus manos”, añade.
Una nube de desinformación
En torno a la muerte de Ricardo de Jesús Esparza Villegas lo que prevalece es la opacidad que envuelve al hecho, dice el rector del CULagos, Armando Zacarías.
“Los eventos que sucedieron ahí siguen estando bajo una nube de desinformación generada por la Procuraduría General de Justicia de Guanajuato”, dice el rector del centro regional universitario de la UdeG.
Zacarías explica en entrevista con Reporte Indigo, que posterior al fallecimiento del alumno de Mecatrónica, las autoridades de Guanajuato mostraron disposición para esclarecer el deceso.
Y durante los días posteriores al suceso entrevistaron en el CULagos a estudiantes que asistieron al Festival Cervantino, y todos los datos posibles. Pero nada.
“Los datos en la prensa han sido confusos. No hay una declaración específica por parte de la Procuraduría (…)
La postura de la Procuraduría no es consistente con el tema que planteaban los testimoniales de los testigos; sólo se podría fortalecer si se presentara debida y científicamente el hecho, en los términos en que se realizó”, agrega Zacarías.
El funcionario universitario dice que la UdeG acompañó jurídicamente a la familia del joven, y que el rector general de la Casa de Estudio, Tonatiuh Bravo Padilla, ha estado al pendiente del caso.
“Desde mi perspectiva, una intención clara y benéfica para toda la sociedad es que la Procuraduría de Guanajuato dejara una versión apegada a los hechos y nos dé certidumbre”, concluye Zacarías.