El atlas perdido
Los puntos más vulnerables del Distrito Federal, en un eventual sismo, en una inundación, explosión o cualquier otro siniestro se encuentran perfectamente ubicados en el Atlas de Riesgos de la Ciudad de México.
El problema es que se trata de un documento clasificado al que nadie, incluidos los especialista en materia de protección civil, tienen acceso.
Es un proyecto que ha recibido más de 25 millones de pesos en los últimos cinco años, tanto para su elaboración como para sus actualizaciones, y prácticamente no hay persona que haya corroborado su existencia.
Jonathan Villanueva
Los puntos más vulnerables del Distrito Federal, en un eventual sismo, en una inundación, explosión o cualquier otro siniestro se encuentran perfectamente ubicados en el Atlas de Riesgos de la Ciudad de México.
El problema es que se trata de un documento clasificado al que nadie, incluidos los especialista en materia de protección civil, tienen acceso.
Es un proyecto que ha recibido más de 25 millones de pesos en los últimos cinco años, tanto para su elaboración como para sus actualizaciones, y prácticamente no hay persona que haya corroborado su existencia.
Y es que a pesar de que en la pasada administración, el extitular de la Secretaría de Protección Civil, Miguel Elías Moreno Brizuela, aseguró que la ciudad contaba con ese documento “valioso”, nunca pudieron evitar siniestros.
Es más, de acuerdo con su propia versión, el mapa está diseñado para implementar medicas reactivas ante deslaves, temblores, incendios… en vez de prevenirlos.
De acuerdo con especialistas en la materia, el trabajo de investigación que realizan ha sido complicado, ya que por ninguna parte encuentran información oficial sobre los puntos críticos de la ciudad.
Mientras que con la llegada de Miguel Ángel Mancera a la jefatura de Gobierno, esta secretaría ha anunciado una nueva actualización del Atlas de Riesgos y la promesa de que se hará público.
Por lo pronto el trabajo realizado en el sexenio de Marcelo Ebrard quedó en el limbo. Nunca se dio a conocer, a pesar de que obtuvo una importante partida presupuestal del gobierno federal y del local.
La creación
En diciembre de 2007 y después de que la Comisión Nacional del Agua (Conagua) advirtió que la Ciudad de México podía sufrir una inundación de hasta 5 metros en la zona centro, el Gobierno del Distrito Federal reaccionó.
Fue una noticia que acaparó los encabezados de la prensa nacional. La falta de mantenimiento al Drenaje Profundo estaba a punto de colapsar la zona centro del Distrito Federal.
Comenzaron una serie de negociaciones entre la administración federal y la local para rehabilitar el sistema de aguas negras, pero a la par, Marcelo Ebrard anunció la creación de un Atlas de Riesgos.
En su informe de labores del primer año de gobierno, el entonces secretario de Protección Civil Miguel Elías Moreno Brizuela aseguró que para marzo del 2008 tendrían lista la radiografía de la ciudad capital.
El proyecto consistía en contar con información referente a las medidas de prevención en caso de un sismo, así como los mecanismo que deberán aplicarse para evitar inundaciones en la capital del país a causa de las lluvias.
Dos años después, el mismo secretario acudió a la sede de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) a una comparecencia con los diputados locales.
Ahí le pidieron información sobre el proyecto que habían anunciado con tanto fervor, pues los avances en materia de protección civil eran casi nulos.
“El Atlas de Riesgos del Distrito Federal no puede darse a conocer a la población porque se generaría una crisis en bienes raíces”, aseguró Moreno Brizuela.
En la exposición de motivos ejemplificó el caso de una grieta en una zona sísmica.
“Si diéramos a conocer el mapeo eso reduciría el valor de la propiedad.
“Este tipo de información provocaría un problema de grandes proporciones que no tendría razón de ser porque no es tan grave la situación. Solamente los especialistas pueden interpretar estos datos y esto no representa un peligro real”.
Incluso dijo que “románticamente era mi intención, darlo a conocer a la población, pero me hicieron ver que hay cosas que son hasta de seguridad nacional, que no podemos darle a la ciudadanía a conocer, porque pueden mal interpretar”.
Un año después, en febrero de 2010, la delegación Venustiano Carranza vivió una tragedia. La colonia el Arenal sufrió una severa inundación provocada por una “precipitación pluvial atípica”, de acuerdo con el GDF.
La anegación demostró la incapacidad del gobierno a reaccionar de manera preventiva y durante el incidente. Y el tema del Atlas de Riesgo ni siquiera fue comentado por las autoridades.
En el 2011, Moreno Brizuela anunció que estaba en marcha una restructuración al ya famoso Atlas de Riesgos. Que el nuevo documento contendría más elementos.
En el quinto informe de gobierno de Marcelo Ebrard se detalló que la actualización ya contenía la ubicación de usuarios de gas natural industrial en el DF, de los centros penitenciarios, de empresas de gas LP y productos químicos de las zonas de desbordamiento de ríos, de las estaciones meteorológicas y las plantas de bombeo del Sistema de Aguas de la Ciudad de México.
También mapearon el perímetro de las zonas de alto riesgo en eventos masivos, las zonas de más calor y de más lluvia para 2011, la identificación de los predios afectados en las lluvias atípicas, un mapa delegacional de incendios forestales y la cartografía histórica del lago de Texcoco.
Las justificaciones
En entrevista con Reporte Indigo, Moreno Brizuela asegura que la decisión de restringir el Atlas de Riesgos se tomó al más alto nivel del gobierno capitalino.
Detalla que en una reunión de gabinete, se consideró que era un tema de seguridad nacional no revelar los puntos críticos de la ciudad capital, para no infundir temor entre la población.
Que además, un posible escenario, en caso de poner el atlas a disposición, era dar la pauta para actos de terrorismo.
“Con la información podría generarse una histeria colectiva, solo hay que imaginarse lo que pensará la genta de saber que vive en una zona de alta sismicidad.
“Sin duda el Atlas nos sirvió de mucho. Cuando tuvimos un incendio en la colonia Roma pudimos localizar los puntos de riesgo; automáticamente teníamos claro cuántas escuelas había alrededor, unidades habitacionales y gasolineras, por eso sabíamos hacia dónde teníamos que orientar la evacuación”.
Hasta el año pasado, asegura que se tenía reporte de grietas, de las 119 familias que viven en zonas de deslaves, puntos de encharcamientos, inundaciones y de las 30 mil fábricas del DF.
Lo cierto es que durante los últimos 5 años han surgido cientos de incidentes, en los que las acciones de gobierno están encaminadas a reaccionar y no ha prevenir.
Durante el periodo de campaña de Miguel Ángel Mancera, el ahora jefe de Gobierno se comprometió a digitalizar el Atlas de Riesgo de la Ciudad de México para que los capitalinos puedan conocer las zonas susceptibles de daños durante un desastre natural.
“Tenemos que crear un Instituto de Capacitación de Protección Civil, algo que ya está previsto en la ley y de lo que hay que dotar a esta ciudad” dijo en uno de sus discursos de campaña.
En últimas fechas, la Secretaría de Protección Civil, que encabeza Fausto Lugo, dijo que se iba a desclasificar el Atlas de Riesgos y que ya se trabaja en una nueva actualización.
De acuerdo con el boletín 126/13, en abril pasado se dieron a conocer los lineamientos Técnicos para la instalación, operación y ejecución del Atlas de Riesgo Delegacionales en el DF.
Esto, para integrar de manera efectiva la información al Atlas de Peligros y Riesgos de la ciudad, la cual se pueda disponer a través de cartografía digital, sistemas informáticos, así como las hipótesis de escenarios con diferentes modelos y simulaciones que integren un sistema de información homogéneo sobre el riesgo de desastres detallado a nivel delegacional.
Mientas tanto, los especialistas en la materia siguen padeciendo de información gubernamental, como Dora Carreón, quien es ingeniero geológico y analista en peligros geológicos.
Ella asegura que por ningún lado obtienen datos oficiales, salvo los económicos que provienen del gobierno federal. “Estamos solos en la investigación”, dice.