Como en tiempos de la Guerra Fría, la historia se repite.
Solo que ahora, a diferencia de entonces, los líderes de las 20 naciones más desarrolladas buscan soluciones para evitar una hecatombe financiera en un mundo cada vez más globalizado.
A unas horas de que inicie la contienda electoral para elegir presidente en Estados Unidos y a escasos 25 días de que concluya el gobierno de Felipe Calderón, los integrantes del G20 pusieron sobre la mesa los temas que merecen una respuesta inmediata.
Por razones obvias, el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Timothy Geither, fue el gran ausente en la reunión de México pues, como él mismo anunció, de ganar Barack Obama dejaría su puesto. Esa ausencia no impidió que se analizara el precipicio fiscal al que se enfrenta Estados Unidos, la crisis profunda de Grecia y España que amenaza con extenderse a toda Europa, la difícil situación de Japón y la desaceleración de China.
Éste será el escenario económico mundial que se encontrará Enrique Peña Nieto, una vez que asuma la presidencia el próximo primero de diciembre.
Sobre todo, la falta de acuerdo en el Congreso estadounidense para reducir el colosal déficit público y un paquete de recortes de gastos y aumentos de impuestos que podría golpear el crecimiento económico mundial.
De ahí que el próximo gobierno debe contemplar las señales de alerta que vienen del entorno económico, en opinión de José de la Cruz Gallegos, académico del TEC de Monterrey, Campus Estado de México.
La ilusión del blindaje
En entrevista con Reporte Indigo, De la Cruz Gallegos advierte que México se encuentra supeditado al escenario que impera de incertidumbre internacional.
La idea ilusoria de que el país está “blindado” es cuestionable ya que tiene un sistema financiero internacional con participación importante de capital extranjero, recuerda el académico
A ello se agrega un ciclo económico estrechamente vinculado con la economía de Estados Unidos y un débil mercado interno que por sí solo no es capaz de generar crecimiento potencial.
Hace ver que el modesto desempeño del principal socio comercial del país incide, de manera negativa, en el dinamismo económico nacional, en especial del sector manufacturero.
Es evidente que en este entorno el aparato productivo ha sido incapaz de mantener elevadas tasas de crecimiento, admite.
Y con eso se elimina, al menos en el corto plazo, una mejoría en las condiciones de pobreza, desocupación y precarización del empleo en el país.
“El histórico motor de crecimiento económico que ha sido el sector externo, hoy se encuentra atado a la coyuntura internacional”, asegura De la Cruz Gallegos.
De ahí que la evolución del sector exportador, en este escenario, estará supeditada al comportamiento de los mercados internacionales, en especial los vinculados al sector automotriz.
Aunque hay que anticipar que en el vecino del Norte ya se aprecia un menor dinamismo en la producción y venta de autos, lo que impactará en la producción mexicana, proyecta el académico.
Presión sobre España
Los miembros del G20 esperaban que España explicara su negativa a pedir ayuda a sus socios europeos a cambio de un programa de compra de deuda soberana por parte del Banco Central Europeo (BCE), una situación que tiene en vilo a los mercados.
Con ese programa de compra de deuda, España podría reducir sus costes de financiamiento.
Pero el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, afirmó la semana pasada que para España “no es imprescindible” pedir ayuda a sus socios europeos.
Los ministros analizaron las negociaciones de Grecia con sus acreedores -Unión Europea, Fondo Monetario Internacional (FMI) y Banco Central Europeo- para liberar una partida por 31 mil 200 millones de euros y no caer en recesión.
El Parlamento griego debe votar mañana la aprobación de nuevos recortes por 18 mil millones de euros, en medio del descontento social de una población que lleva más de cinco años de recesión y una austeridad fiscal creciente.
La forma en la que los países de Europa salgan de la crisis y Estados Unidos supere su déficit y reactive su crecimiento serán cruciales para el buen desempeño de la economía mexicana, concluye.