El declive priista
Con 21 alcaldías ganadas en esta elección en Jalisco, el PRI destronó su peor récord histórico: el de 2009 cuando tuvo 45. Atrás quedó la maquinaria tricolor que llegó a gobernar hasta 120 ayuntamientos, con el 96 por ciento de la población
Luis Herrera[kaltura-widget uiconfid=”38728022″ entryid=”1_az0tdvi1″ responsive=”true” hoveringControls=”false” width=”100%” height=”75%” /] Hace 30 años el PRI era una maquinaria pesada que arrasaba con todos los cargos de elección popular en el estado de Jalisco y sus candidatos estaban más que acostumbrados a emitir declaraciones triunfalistas.
“Hemos obtenido la mayoría absoluta para la elección de Gobernador del Estado y de la inmensa mayoría de los municipios, así como de prácticamente la totalidad de las diputaciones electas por mayoría relativa. Hasta el momento, sin que se cerrara la recolección de actas y se computaran algunas casillas, no habíamos perdido ningún distrito”.
Estas palabras datan del 5 de diciembre de 1988, un día después de las elecciones que se celebraron ese año, y pertenecen a Guillermo Cosío Vidaurri, el abanderado del PRI que había resultado vencedor en esa contienda por la gubernatura de Jalisco.
Esos comicios de 1988 fueron los últimos en los que el PRI se pudo mostrar como una fuerza dominante en una contienda por la gubernatura, no solo conquistando ésta, sino 120 de los 124 municipios que entonces tenía el estado, con todos los de mayor peso político y económico, como Guadalajara y Zapopan en la metrópoli, o Puerto Vallarta en la costa.
Tres décadas después las cosas han cambiado radicalmente para el PRI en Jalisco. Nunca en todo lo que van de competencias reales por el poder público ese partido había obtenido un resultado tan desastroso como el de este 2018, perdiendo la gubernatura que tenía ante el Movimiento Ciudadano (MC) y habiendo ganado apenas 21 alcaldías de las 125 que hoy existen.
Para ponerlo en perspectiva, en aquella elección de 1988 en la que los priistas se declararon vencedores sobre prácticamente todas las alcaldías, los municipios que quedaron en sus manos concentraban al 96.5 por ciento de los jaliscienses, esto es, más de 4.2 millones de habitantes de los 4.3 millones que había entonces.
En cambio, el PRI resultante de la elección de 2018 es uno que no sabrá lo que es gobernar sobre millones de jaliscienses, pues apenas lo hará sobre poco más de 317 mil personas, tan solo el 4 por ciento del total estatal, muy lejos de ese 96.5 por ciento que obtuvo en 1988, y con el que Cosío Vidaurri podía recapitular así su “triunfo”, según sus dichos de aquel 5 de diciembre.
“No podríamos, sin caer en el absurdo, buscar perder para que los partidos opositores se sintieran contentos u otorgaran veracidad a estas elecciones (…) Pretender que todo triunfo del PRI es fraudulento y que, en contraparte, sólo un triunfo de nuestros opositores es democrático, me parece que no es un razonamiento lógico”, dijo entonces.
El PRI que ya no es
Ese partido que todo lo ganaba y abarcaba en Jalisco en la década de los 80 del siglo pasado es apenas reconocible en el PRI de hoy, no sólo por los resultados de este 2018, sino por el desplome que sufriría en las preferencias de los jaliscienses desde los 90 y que fue más súbito de lo que podría pensarse.
Todavía en las elecciones de 1992, luego de las de 1988 en las que se disputó la gubernatura, los priistas se pudieron hacer del gobierno de 107 municipalidades del estado, una cifra que nunca volvería a poseer.
Por ello, la caída drástica vendría hasta los siguientes comicios del año 1995, con la gubernatura nuevamente en juego y en los cuales los jaliscienses concretaron finalmente la alternancia política, eligiendo al primer mandatario no priista en toda su historia: Alberto Cárdenas Jiménez, del Partido Acción Nacional.
Esas elecciones de 1995 fueron las primeras en las que el PRI se derrumbó pudiendo ganar apenas 63 alcaldías, la mitad prácticamente de las que había conquistado en 1988 y 41 por ciento menos de las que se había echado a la bolsa solo un trienio previo.
En 1995 el PRI no solo había quedado fuera del Palacio de Gobierno sino de todos los municipios de la metrópoli, pues la alternancia panista llegó también por primera vez a Guadalajara, Zapopan, Tlaquepaque, Tonalá, Tlajomulco, Ixtlahuacán de los Membrillos y El Salto, y había repetido en Juanacatlán, y Zapotlanejo.
Se piensa hoy que mucho tuvo que ver en ese viraje radical en las preferencias de los jaliscienses el trágico capítulo del 22 de abril de 1992, cuando más de 200 tapatíos murieron en las explosiones de Guadalajara, debido a la presencia de hidrocarburos en su drenaje.
El desplome tricolor
El fondo que tocaron los priistas en este 2018 con tan solo 21 alcaldías en su poder no lo conocieron ni siquiera en la catástrofe que vivieron en 1995 con la alternancia panista, ni en la elección que la siguió de 1997, cuando se hizo de 70 ayuntamientos.
De hecho, el número más bajo de ayuntamientos que había obtenido el PRI era el de 2009 con solo 45 (43 de estos con el Panal); si bien para el 2012 tendría un repunte importante a 86 en mancuerna con el PVEM. Incluso en 2015 se había podido hacer de 62 alcaldías (45 solo y 17 como PRI-PVEM).
Por eso el propio gobernador, Aristóteles Sandoval Díaz, no ha podido deslindarse de la derrota de 2018:
Una postura similar a la de su candidato a gobernador vencido, Miguel Castro Reynoso: “No tengan duda: el PRI se levantará y volverá más fuerte de la mano de los ciudadanos”; y de su presidente estatal, Ramiro Hernández García: “No vamos a dejar de actuar; en lo interno nos reagruparemos y depuraremos”.
El PRI en el Congreso apenas existirá pues no ganó ningún diputado de mayoría relativa de 20 posibles. Todavía hasta 1992 los priistas estaban acostumbrados a ganar los 20 distritos, para 1995 se desplomó a tres, y de ahí en adelante su peor año había sido 2006 con uno ganado
Ya en números totales y sumando la representación proporcional, de 1995 a 2015 la fracción priista ha sido en promedio de 16 diputados -hay 39 escaños-, en este lapso su mejor elección fue 2003 con 19 legisladores, y la peor era la de 1995, con 12, pero este 2018 llegó a un mínimo de cuatro.