Era el mes de agosto, del año 2009, cuando el entonces presidente de México, Felipe Calderón, recibía a Manuel Zelaya Rosales, expresidente de Honduras quien había sido depuesto del poder por un golpe militar.
El 4 de agosto, en la explanada Francisco I. Madero, de Los Pinos, Calderón recibió con honores de un jefe de estado (aún cuando ya no era presidente) a Zelaya Rosales. En aquella ocasión los himnos de ambas naciones se entonaron.
Zelaya fue expulsado de Honduras tras la crisis política que vivió el país en 2009. Su destitución fue ordenada por la Suprema Corte de Justicia, quien lo acusaba de traición a la patria y otros delitos.
El depuesto presidente hondureño se mantuvo como presidente en el exilio, visitando varios países, entre ellos México, buscando el apoyo político para volver a gobernar en su país.
Durante su paso por México, el entonces presidente Felipe Calderón aseguraba que era imperativo que prevaleciera la fuerza del derecho y no el derecho de la fuerza, refiriéndose a la irrupción militar en Honduras.
“Por eso México urge a las partes para que se encuentren fórmulas que permita resolver el problema”, sostuvo en aquel entonces.
Durante su discurso en Los Pinos, y ante Zelaya Rosales, el mandatario mexicano afirmó que el rompimiento constitucional, “constituye una práctica que es rechazada de manera categórica por todos los pueblos de América Latina que comparten principios y valores democráticos”,
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