La Ciudad de México tiene un camino difícil a la recuperación económica por la crisis generada por la pandemia de COVID-19.
También está en una encrucijada en la que los recortes presupuestales para no endeudarse financieramente podrían ser más perjudiciales y alargar la crisis.
De marzo a junio, según datos de la Secretaría de Trabajo y Fomento al Empleo (STyFE) se han perdido 197 mil empleos en la ciudad.
A nivel nacional, el Banco de México prevé una caída de 8.8 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) en este año.
Sin embargo, el Gobierno capitalino ha decidido no recurrir a los créditos bancarios para combatir la crisis.
En su lugar, ha recortado el gasto público, por lo que especialistas consideran que la ciudad está en un dilema.
Al preferir los recortes presupuestales podría haber una disminución de la capacidad adquisitiva y menos inversión, lo que agravaría la crisis económica.
Para evitar esto podría recurrir a la deuda, ir en contra de la corriente financiera negativa y generar inversiones, señalan.
Sin embargo, las autoridades han rechazado los créditos bancarios y desde mayo comenzaron las reducciones al gasto público.
Los recortes por la pandemia
El 18 de mayo pasado, la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, anunció el recorte de 10 por ciento a las 20 dependencias públicas de la administración central.
Según la información difundida, ese porcentaje equivale a 20 mil millones de pesos.
Mientras que el Congreso local aprobó el 22 de junio una reforma a la Ley de Austeridad y Transparencia en Remuneraciones, para que en caso de contingencia sanitaria, el gobierno pueda disponer de hasta el 10 por ciento del presupuesto de alcaldías y órganos autónomos.
Este recorte se puede hacer sin consultar a los diputados, solo con la solicitud de la Secretaría de Administración y Finanzas.
De concretarse el ajuste, serían 4 mil millones de pesos los que podría disponer el gobierno para la contingencia.
Deuda bien utilizada, benéfica
Leticia Armenta, economista del Tecnológico de Monterrey, considera que los estragos económicos de la pandemia ya se empiezan a reflejar en las cifras de desempleo, pero todavía no se manifiestan completamente.
Explica que apenas reinician las actividades productivas, por lo que se desconoce el total de empresas que no podrán abrir una vez terminada la contingencia sanitaria.
En situaciones similares, dice la especialista, los gobiernos deciden recurrir a la deuda para tener solvencia y generar inversión.
“La deuda es una de las prácticas más recurrentes y cuando es bien utilizada, es benéfica”, menciona.
No obstante, señala que la tónica del gobierno es no endeudarse para respetar su meta de reducir lo que la capital debe.
De acuerdo con el Informe de la Situación de la Deuda Pública del Primer Trimestre de 2020, la capital debe 86 mil millones de pesos.
En los últimos dos años, el saldo ha tenido un crecimiento real de 0 por ciento en comparación con otros ejercicios; en 2015 aumentó hasta 5.3 por ciento.
Sin embargo, advierte, recortar el gasto público puede alargar la crisis porque se está disminuyendo la capacidad de inversión, incluso, podría afectar a funcionarios públicos.
“Si la lógica del gobierno fuera actuar contra el ciclo económico podríamos pensar en una recuperación más rápida pero habrá reducciones, lo que implica que la crisis podría ser más profunda”, señala.
Explica que la deuda es neutra, no es positiva ni negativa, porque bien aplicada en proyectos de inversión e infraestructura genera condiciones que permiten su pago.
Si es mal aplicada, afirma, puede derivar en recortes de personal, del presupuesto o más endeudamiento.
En la crisis por el sismo de septiembre de 2017, el Gobierno capitalino encabezado por Miguel Ángel Mancera optó por pedir un crédito.
La deuda de la ciudad creció 5 por ciento tan solo de noviembre a diciembre de ese año al aumentar el saldo negativo de 76 mil 763 millones de pesos a 80 mil 499 millones.
Armenta considera que la capital debe contemplar la opción de endeudarse para poder salir adelante más rápido, siempre y cuando esos recursos se destinen a revertir las repercusiones económicas de la pandemia.
Transparencia, la clave
Antes de endeudarse, el Gobierno capitalino debe transparentar la situación de las finanzas públicas para focalizar los recursos donde se necesitan, considera Mauricio Tabe Echartea, coordinador de la bancada del Partido Acción Nacional (PAN) en el Congreso local.
No obstante, dice el legislador, las autoridades no han respondido los llamados de su grupo parlamentario para que explique cómo se han gastado los recursos durante la contingencia sanitaria por COVID-19.
“Es clave que haya debate de la caída de los ingresos, quizá no se necesita la deuda y solo reajustar”, menciona.
Añade que es responsabilidad del gobierno tener los recursos suficientes para evitar la pérdida de empleos a través de subsidios a las empresas y también asegurar un ingreso mínimo vital que ayude a las familias a alimentarse.