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A unos meses de que el Partido de la Revolución Democrática (PRD) cumpla tres décadas de su fundación, deberá atravesar una de las pruebas más complicadas de su historia.
Pero más allá de una posible transformación, el examen más difícil de aprobar será el de alcanzar un acuerdo.
Aunque en su interior hay un pacto de eliminar a las corrientes internas, todavía quedan los resabios de éstas. Lo cierto es que en sus distintos liderazgos no hay un consenso para definir lo que viene para el perredismo, por el contrario, existen posturas muy diferentes acerca de su futuro.
Los momentos cumbre del PRD se ven cada vez más lejanos. El primero fue su nacimiento en mayo de 1989. Su aparición cimbró la vida democrática del país. De la mano de líderes como Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez el Sol Azteca surgió como una alternativa para una ciudadanía molesta y con desconfianza hacia los gobiernos priistas.
Su determinación llevó al partido amarillo a convertirse en una oposición de izquierda y en un instituto que incluía las voces de diversos sectores de la población, algunos de ellos los más desfavorecidos.
Con Cuauhtémoc Cárdenas en la década de los90 y con Andrés Manuel López Obrador ya en los primeros años del siglo XXI, se convirtieron en una de las principales fuerzas políticas del país, quedando muy cerca de arrebatarle la Presidencia al PAN en el 2006.
El declive de su popularidad también se demostró después de la salida de López Obrador de sus filas para fundar el partido Movimiento de Regeneración Nacional con el que accedió a la silla presidencial y el cual terminó por hundir en las sombras al Sol Azteca, llevándose a muchas de sus figuras más importantes.
Ahora, sólo en conjunto con el PAN, el PRD logró obtener algunas gubernaturas como el hermano menor en el frente que conformaron, mismas que se tambalearon, pues la máquina morenista fue imparable el pasado 1 de julio.
Las rupturas, las desbandadas y los desencuentros han sido la marca de este partido en sus últimos años.
Para renacer, tendrá que echar mano de la inclusión de todas sus voces y definir un nuevo rumbo que le permita volver a figurar como una de las principales fuerzas de la política de este país.
Cambios estéticos o refundación
Si por algo se ha caracterizado el PRD es por reunir en una misma organización diversas formas de pensar en torno a la política del país.
Su nacimiento fue el resultado de la fusión del Partido Socialista Unificado de México (PSUM) -del cual tomó el registro y que tuvo su origen en el Partido Comunista Mexicano-, del Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT), del Partido Patriótico Revolucionario (PPR) y del Movimiento Revolucionario del Pueblo, entre otros.
Esa pluralidad le dio por muchos años la fama de ser un partido diferente de los demás, pero también le ha llevado a generar tribus en su interior que han consumido su popularidad y credibilidad.
Con esta filosofía llega el partido amarillo a su nuevo Congreso Nacional, pero con dos ideas opuestas entre sus principales líderes.
Una de las posturas busca modificar el nombre y el emblema del partido, es decir, una metamorfosis casi total; la otra considera que esto significaría reiniciar la historia que ha construido el PRD durante sus 30 años de vida y dejar atrás la imagen del instituto que se ha quedado en la memoria colectiva de los ciudadanos, por eso pretende que el cambio sea menos radical.
“Hay una postura que plantea mantener el espacio, el nombre y el logo como un tema de raíz histórica que nos da identidad. Yo me consideraría en la segunda, yo creo que el PRD en la próxima elección del 2021 cometería un error al hacer un cambio de nombre o de siglas, porque creo que algo de lo que ha logrado hacer es instalarse en la opinión pública nacional.
En algunos casos con mejores resultados que otros, evidentemente, pero como marca política está ahí”, explica Ángel Ávila, dirigente nacional del PRD, en entrevista con Reporte Indigo.
“Debemos seguir manteniéndonos pero ahora en una circunstancia social totalmente diferente. Hoy el tema de las redes sociales y de la incursión de los jóvenes en la política está presente en todos los partidos políticos y nos tiene que llevar a conformar un modelo de instituto distinto.
Ya no visto solamente como ese partido de masas que en algún momento se creó con organizaciones sociales, sino un PRD de ciudadanos en donde se pueda transmitir un mensaje ciudadano y la gente se pueda identificar con el nombre del PRD”, agrega Ávila.
Guadalupe Acosta Naranjo, exdirigente nacional del PRD, coincide en que este instituto político debe de estar al servicio de los ciudadanos e incluir a líderes sociales, académicos y expertos en derechos humanos que refuercen el cambio generacional que se avecina; pero no comparte la postura de Ángel Ávila, debido a que él considera que para adaptarse al nuevo ambiente social del país, es necesario modificar a profundidad el partido.
“El PRD debe hacer un análisis muy serio de qué fue lo que pasó en las elecciones pasadas y que los cambios que vayamos a hacer no sean problemáticos. También que se comprenda el sentimiento del ciudadano y saber lo que no quiere ya de la clase política mexicana y borrarlo.
Deberíamos de tener un nuevo nombre, un nuevo lema, un nuevo programa, poner todo esto a disposición de la gente que no se siente representada hoy (…) yo creo que no le vamos a mandar un mensaje fuerte a la sociedad de que estamos cambiando si al final son las mismas caras, el mismo emblema y los mismos modos de dirección”, señala Acosta Naranjo.
Un partido sin históricos
El origen del PRD estuvo a cargo de personajes emblemáticos para el partido y de igual forma para la vida política reciente del país.
Aunque muchos de ellos ya no se encuentran entre sus filas, hoy ocupan posiciones importantes con Morena en el Poder Legislativo o simplemente ya no mantienen ninguna relación con el partido que vieron nacer.
Aún cuando su nombre es reconocido por ser el impulsor, primero del Frente Democrático Nacional con el cual también contendió a la Presidencia en 1988, y más tarde como fundador del PRD, salió hace cinco años por inconformidades con la dirigencia y por la falta de espacios para la discusión dentro del partido.
El 25 de noviembre de 2014, Cárdenas Solórzano anunció que por las profundas diferencias con el entonces dirigente nacional perredista, Carlos Navarrete, se marchaba del partido que fundó 25 años antes.
“El pasado día 17 (de noviembre de 2014) me permití hacer del conocimiento del Comité Ejecutivo Nacional del partido una carta abierta en la que señalaba desacuerdos que encuentro con la forma de conducción del partido (…)
En las ocasiones anteriores, esperando que por lo menos se abriera un debate interno sobre los planteamientos hechos, la respuesta de las dirigencias del partido fue el silencio (…)
La reunión que hoy sostuve con el Presidente y el Secretario General del partido, CC. Carlos Navarrete y Héctor Bautista, muy cordial en su desarrollo, lo que agradezco, considero llegó demasiado tarde, al poner de manifiesto, una vez más, que mantenemos profundas diferencias en nuestras visiones de cómo enfrentar los problemas internos del partido, en particular las medidas que deben adoptarse para recuperar la credibilidad de la organización”, se lee en la carta hecha pública por Cárdenas.
Además de Cuauhtémoc Cárdenas, el PRD surgió también de la mano de Porfirio Muñoz Ledo, de Ifigenia Martínez; los tres disidentes del PRI e integrantes de la Corriente Democrática al interior del tricolor, antes de emprender la creación del entonces nuevo partido.
Muñoz Ledo formó parte del consejo nacional del partido y fue dirigente nacional entre 1993 y 1996. También fue el primer presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados de oposición al PRI, representando al PRD.
Actualmente, es diputado de Morena y preside la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, siendo uno de los principales rostros de la Cuarta Transformación.
Ifigenia Martínez, también fundadora del Sol Azteca, fue senadora por el PRD y ocupó cargos administrativos dentro del partido. Hoy es senadora por el Movimiento de Regeneración Nacional.
A esta lista de históricos se suma también Pablo Gómez, miembro fundador del partido amarillo y quien fue dirigente nacional interino. Gómez renunció en el 2017 y en la LXIV Legislatura se desempeña como diputado abanderado por Morena.
Adaptarse o morir
El hecho de que Morena tenga mayoría en el Congreso de la Unión aunado al triunfo de Andrés Manuel López Obrador en la Presidencia hace que esta fuerza política cuente con un amplio bono democrático.
Pero también hará que para las elecciones intermedias para renovar al Congreso Federal en el 2021, tanto Regeneración Nacional como López Obrador, lleguen desgastados por gobernar.
Al respecto, Ángel Ávila opina que esto significa una oportunidad para que el PRD impulse su agenda y vuelva a figurar entre los principales partidos políticos de México.
“Me queda claro que el PRD tiene que ir contracorriente con esta gran fuerza que tiene Morena pero que al mismo tiempo es una oportunidad, porque la ciudadanía con el paso del tiempo se irá dando cuenta hasta cierto punto cómo fue engañada con las propuestas de López Obrador en el sentido de bajar el precio de las gasolinas o el tema de la inseguridad.
Evidentemente Morena llegará al 2021 desgastado, pero el PRD debe abanderar una serie de temas como lo hemos estado haciendo con asuntos como el aumento del salario mínimo -no como quiso hacerlo López Obrador, con un aumento de 20 pesos, sino un aumento real-, el tema de que baje el precio de las gasolinas, del diésel y los apoyos para el campo y rechazar la militarización de la seguridad pública”, detalló Ángel Ávila.
Sin embargo, para Guadalupe Acosta la clave está en que aquellos integrantes del partido que se resisten a los ajustes radicales determinen dar luz verde para modificar su estructura casi de manera total.
“Hay expresiones que se rehusan a los cambios, gente que no comparte esta visión. Ahora que ganó López Obrador hay personas que incluso piensan ‘dar el brinco’ para allá (Morena).
Espero que podamos interiorizar que la vida nacional ya cambió también, que necesitamos una renovación pero que sea de fondo, creo que será más creíble y que lo podemos comunicar mejor con la gente”, asegura Acosta Naranjo.