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El itacate es una moneda alternativa que los productores de la Red Tláloc han implementado desde hace algunos meses en el mercado que se instala en el Corredor Cultural Expiatorio (frente a la emblemática iglesia sobre la avenida Enrique Díaz de León, en el centro de la ciudad) todos los sábados y domingos en la tarde.
Aunque aún son muy pocos, algunos comerciantes y productores del estado se han organizado a fin de generar un modelo alternativo de negocio que permita generar comunidad y ampliar su margen adquisitivo.
Productos nutricionales, panadería, legumbres, artesanías y artefactos de decoración son algunos de los productos que se pueden adquirir mediante el vale “multitrueque” como suelen llamar sus usuarios al itacate.
La idea de crear una nueva moneda surge de una lectura alternativa de la economía, explica Rosario Anaya Corona, integrante de la red de productores y coordinadora general del Corredor Expiatorio.
En su visión, la moneda como tal es solo un papel cuya validez la otorgan los usuarios y que se sujeta al sistema bancario y de bolsas.
El dinero -explica la entrevistada- ya no tiene un valor sustentado en oro u otra riqueza. De ahí que exista la posibilidad de crear una moneda alternativa, adecuada a las necesidades de una comunidad pequeña, pero comprometida, señala la productora.
La iniciativa del itacate está sustentada por 10 años de estudios relativos a comercios y economías alternativas en comunidades indígenas.
La exploración del tema llevó a Anaya Corona a visitar poblaciones indígenas, contactar redes de economía solidaria y académicos que tienen más de 20 años haciendo estudios del tema en México.
A través del trabajo en la Unidad de Apoyo a Comunidades Indígenas de la Universidad de Guadalajara (UACI) donde labora la entrevistada, se logró conformar el proyecto de moneda alternativa cuyo eje central es la comunidad.
En la visión de la red, el itacate es una propuesta donde se defiende la producción local: “El nombre es una forma muy mexicana (…) ‘la providencia para el camino’, esta forma que tenían los abuelos de darnos algo para el camino.
“Su definición tiene que ver con tener algo para la vida, para el camino en esta vida que tenemos, que podamos obtener un bien o servicio para seguir caminando”, señaló la entrevistada.
Los billetes del itacate están marcados con el sello de la organización, que simbólicamente representa un maíz y un agave, rodeado de los colores primarios que simbolizan la diversidad.
En cada billete se inscribe el coste del papel y se acuña un valor que la comunidad aprueba, como la justicia, la honestidad o la libertad.
El documento está firmado por quien lo entrega y quien lo recibe, eso sirve para verificar el flujo del dinero comunitario.
¿Cómo funciona el itacate?
Al inicio del proyecto los 52 productores que actualmente conforman la red recibieron un crédito de 200 itacates. Ese dinero ficticio les dio la bienvenida a la comunidad. Cada productor fija un monto de itacates que desea recibir por su producto.
El monto mínimo de itacates que cada productor puede recibir por cada producto vendido es del 20 por ciento.
Anaya Corona explica que la red aún no provee todos los insumos necesarios para que cada bien adquirido pueda comprarse el 100 por ciento con el vale multitrueque, por lo que se utiliza el dinero común también.
En el caso de Rosario, cuyo negocio es de salsas, cada producto tiene un costo aproximado de 30 pesos, ella pide 9 itacates (equivalente al 20 por ciento) más 21 pesos. Eso le permite ir acumulando “comunidad” y no dinero.
En su lógica, el itacate no admite la acumulación de capital, pues se busca que exista un equilibrio con el dinero que inicialmente recibió el productor.
“El vale multitrueque me ayuda a extender el intercambio hacia una tercera persona, en donde tú me das el vale, yo te doy mi frijol y con ese vale puede ir con el que produce calabazas y consumir con el vale”, agrega la entrevistada.
También relata que cuando inició el proyecto no tuvo cuidado en el uso de sus itacates y al poco tiempo ya no tenía dinero comunitario: “Yo lo que hice fue utilizar el crédito de los compañeros”.
Tuvo que vender sus productos al 100 por ciento con itacates, y aunque no hubo ganancias monetarias, en su experiencia eso le permitió “recuperar comunidad”.
Cuestionada sobre las reglas internas que operan a la hora de la competencia, la entrevistada refiere que se procura que no se repitan los productos, por lo menos –en su caso- los sabores de las salsas que elabora.
Anaya Corona refiere que conforme ha avanzado el proyecto ha encontrado nuevos productos qué ofrecer.
Madre de tres hijos, la entrevistada señala que su oferta se basa en las necesidades de su familia.
Alimentarlos de forma sana, sabrosa y práctica, la llevó a producir botanas libres de grasas, fórmulas nutricionales con base a granos y todo tipo de granola y barras energéticas.
Cada uno de los productos son elaborados por ella y su familia, pues una de las condicionantes clave de la comunidad es que no se admite que los productos vendidos sean maquilados por un tercero.
Sobre la posibilidad de falsificar los vales, Anaya Corona reconoce que siempre existe el riesgo, pero refiere que parte del proyecto es mantener el compromiso de honestidad entre los integrantes.
Con menos de un año en circulación, eI itacate ha roto cualquier expectativa que se tenía. Hoy 83 personas más buscan integrarse a la red y se encuentran en lista de espera.
La novedad es que gran parte de esos solicitantes son médicos, ingenieros, abogados y hasta restauranteros que quieren intercambiar sus servicios profesionales como parte de la red.
Entre los candidatos se encuentra el Bar Escarabajo Scratch, ubicado en el andador Coronilla, en centro de la ciudad, que busca abrirse a un nuevo mercado, intercambiando cerveza y creando comunidad.
Comunidad en otras monedas
Ejemplos como el itacate existen en otras partes de México y son validados por la Red Mexicana de Comercio Comunitario.
El túmin es otra moneda social, originaria de Espinal, Veracruz, que tiene presencia en municipios de Chiapas, Puebla, Hidalgo y el Distrito Federal.
Dicha alternativa de intercambio data del 2010 y en dicha red participan 137 productores de diversos estados, tales como Chiapas y Puebla.
En el Estado de México circula la moneda tláloc, que opera de la misma forma que el itacate y el túmin.
La lienza es otra moneda alternativa que se utiliza en Venezuela. Mientras que en Brasil circula el bem. Todos son métodos de comercialización creados al margen de la economía ordinaria y cuyo objetivo es paliar la crisis económica mundial.