El mausoleo que Heriberto Lazcano Lazcano, líder de Los Zetas, ordenó construir para sí mismo en el panteón de San Francisco, a unos pasos de la Zona Militar 18 en Pachuca, Hidalgo, está no tiene visitas. Luce desértico. No hay nadie ahí. Ni el cadáver de Lazcano, quien hoy se supone oficialmente muerto según la Marina-Armada de México.
El monumento es de unos tres metros de alto, con una característica cruz de metal plateado con bordes redondeados.
El estilo es igual al que luce la iglesia que “El Lazca” o “El Verdugo”, mandara edificar en la colonia Tezontle y que ayer aparecía tan poco concurrida como un día cualquiera.
No hay familiares, amigos, conocidos, ni vecinos en el mausoleo ni en la Iglesia de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos, ubicada en el cruce de las calles Ocote y Nogal, en la colonia Tezontle.
Nadie llora por el capo supuestamente muerto cuya generosidad, en forma de dinero, dotó a esta colonia de clase popular de un sitio para rezar.
Fuentes militares de la Zona 18 tienen una explicación, que ofrecen fuera de grabación a Reporte Indigo.
Las instalaciones militares están solo a unos metros tanto de la Iglesia construida por El Lazca, como del panteón con su lujosa tumba.
Para empezar, hace ya tiempo que la familia de El Lazca -oriundo de un pueblo cercano llamado Apan, pero adoptado desde niño como pachuqueño-, no vive en la colonia Tezontle, donde creció el supuestamente extinto líder de Los Zetas.
“Ya no viven aquí sus familiares, como es lógico. Eso es un mito. Por eso es que usted no ve a nadie en su tumba ni en la iglesia de la colonia. No tendría sentido venir a enterrarlo a donde no tiene ya ni un familiar”, dice un alto mando militar que lleva tiempo operando en Pachuca.
Además, dice, nadie está realmente seguro de que El Lazca esté muerto. “Nosotros no tenemos la seguridad de que así sea”, reconoce.
Cuando se le pregunta si el padre de “El Lazca” fue militar, lo niega: “Eso no es cierto y es otro mito más”. Lo que sí es cierto, añade la fuente castrense, es que “la iglesia sí la pagó él, pero nomás la parte nueva, la reconstruida, no la parroquia chica que está junto, a donde sí va la gente a orar”.
Reporte Indigo visitó la iglesia de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos. Efectivamente, la parte nueva, y que anteriormente tuvo una placa que agradecía el patrocinio de El Lazca, estaba cerrada.
Y la pequeña y bonita parroquia adjunta, abierta. Pareciera una metáfora: no se puede comprar el cielo.
Las calles adyacentes a ese templo, de la colonia Tezontle, estaban ampliamente vigiladas por todos los frentes, a ambos lados, y por la entrada principal.
Puestos de un tianguis fuera de la escalinata frontal, como el de una señora, vigilaban también celosamente a los reporteros.
Dos hombres se acercaron al vehículo de Reporte Indigo en actitud intimidante y tomaron nota de las placas. Se sentía un ambiente agresivo contra los visitantes. Parecía como si la gente de El Lazca resintiera el golpe de la noticia de su presunta muerte.
Sin embargo, los militares reportaron que todo estaba en calma, que no se había registrado ninguna novedad ni ninguna caravana luctuosa en torno del capo fue vista pasar ni en la colonia Tezontle, ni en ningún otro punto de Pachuca.
Comentaron además que no era peligroso, supuestamente, caminar por las cercanías de la iglesia o del panteón, que todo estaba en orden.
¿Nadie lloró por Lazcano?, se le pregunta a otro militar. Y responde: “No se llora por quien no se sabe si ya murió”.
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