El monstruo del penal
La prisión del Topo Chico ya tocó fondo y requiere de una fuerte inversión para actualizar sus instalaciones antes de que ocurra una tragedia.
Porque la sensación que causa el ingresar al interior del penal es que por ahora no hay motín. Pero se debe a que la población penitenciaria así lo decide.
Las miradas de los prisioneros también así lo confirman.
Y uno de los factores es porque este centro penal es del control total de Los Zetas, mientras que los integrantes de otros grupos del crimen organizado han sido transferidos por las autoridades a otros reclusorios.
Hugo Gutiérrez
La prisión del Topo Chico ya tocó fondo y requiere de una fuerte inversión para actualizar sus instalaciones antes de que ocurra una tragedia.
Porque la sensación que causa el ingresar al interior del penal es que por ahora no hay motín. Pero se debe a que la población penitenciaria así lo decide.
Las miradas de los prisioneros también así lo confirman.
Y uno de los factores es porque este centro penal es del control total de Los Zetas, mientras que los integrantes de otros grupos del crimen organizado han sido transferidos por las autoridades a otros reclusorios.
No hay pasillos alambrados, portones eléctricos, áreas de separación, patios divididos, ni suficiente personal de custodia.
La guerra contra el crimen organizado produjo una sobrepoblación de reclusos acusados por delitos federales que dobla la capacidad del Topo Chico. Son reos de alto riesgo.
En total puede verse a más de 5 mil individuos que caminan de un lado a otro en los patios del penal, donde hay talleres de carpintería con sierras, clavos, maderos y martillos, mientras apenas unos 30 custodios los vigilan por cada turno al interior.
Y es que la capacidad del reclusorio es para 2 mil 600, pero hay 5 mil 185 internos.
Es decir, 2 mil 585 prisioneros de sobrepoblación, el 100 por ciento más.
Luego, los homicidios de custodios por un lado, y la limpia que realizaron las autoridades penitenciarias de los celadores corruptos por el otro, provocaron un déficit de 2 mil vigilantes solamente en el Topo Chico.
Por ejemplo, en los seis módulos de la parte posterior de las instalaciones del Topo Chico, detrás del rondín central, hay 3 mil reos y solamente dos casetas internas de vigilancia.
Significa que ahí hay dos celadores para patrullar a mil 500 reos cada uno.
Una abrumadora diferencia.
Y a esto se suma la falta de capital para el área penal y el incremento exponencial de las aprehensiones por delitos de narcotráfico.
Factores que crearon un monstruo de más de 5 mil cabezas.
Un engendro que además es anticuado, porque tiene instalaciones que no están a la par de las necesidades actuales de seguridad.
Es un centro de readaptación que no puede regresar a los reos a la sociedad, si no puede ser adaptado él mismo como un verdadero centro de reinserción.
Y es que después de años, apenas hoy nuevamente las autoridades penitenciarias pueden ingresar al interior y salir a salvo para entender los requerimientos del penal.
Una muestra de ello es el recorrido que realizó ayer Reporte Indigo por las entrañas de este laberinto de necesidades.
Así que es el momento en que puede darse una verdadera inversión que desactive esta bomba de riesgo, antes de que culmine la construcción del Penal de Mina, o que ocurra una desgracia por la sobrepoblación abrumadora del Topo Chico.
En el recorrido de ayer pudo apreciarse que los cables eléctricos cuelgan por los patios del centro penitenciario sin la mínima protección.
Que las celdas y ventanas de barrotes también están cubiertas de mantas, plásticos y cartones, que evitan la visibilidad hacia el interior de esos espacios.
Los edificios tienen rincones peligrosos donde no llega el campo de visión de las cámaras para monitorear a los prisioneros.
De hecho, dentro de las adecuaciones, las autoridades tuvieron que derribar un muro en la parte trasera de los módulos del penal, para poder ver qué ocurría al interior de ese sitio, luego de que ahí estaban cavando un túnel para escapar.
Y es que estas viejas instalaciones, que datan de 1947, no tienen áreas especiales que dividan a los prisioneros.
Todos, no importa qué delitos hayan cometido, conviven en todo el Penal del Topo Chico.
Dividen mujeres de hombres
Esta semana las autoridades penitenciarias iniciaron varias adecuaciones arquitectónicas para mejorar las instalaciones.
Empezaron con el levantamiento de un muro de 4 metros que dividirá al área femenil de la masculina.
Esto, luego de que el martes Reporte Indigo publicó que una mujer amaneció colgada en los baños del ambulatorio para mujeres.
Y que sería complicado que las autoridades pudieran asegurar si se trató de un suicidio, o un homicidio. O si fue una venganza del crimen organizado, debido al descontrol que se hizo evidente en videos del interior del penal poder de Reporte Indigo.
Imágenes grabadas adentro del reclusorio y que llegaron de manera anónima a la redacción de esta publicación.
En los videos se aprecia la falta de control entre reos, acusados de distintos delitos, y prisioneras que también están recluidas por muy variadas infracciones a la ley.
Porque el acceso entre el área masculina y la femenina, un portón metálico corredizo, permanece abierto todo el tiempo y hombres y mujeres entran y salen de esa área.
La clave para ingresar
Hace años que las autoridades no podían entrar al interior del Penal del Topo Chico, pero ayer el Comisario de la Agencia de Administración Penitenciaria ingresó sin armas y en compañía de Reporte Indigo.
Fernando Domínguez Jaramillo explica que cuando llegó en enero de 2011 a ese puesto, no podía ingresar a las instalaciones.
Y es que el año pasado uno de los capos de Los Zetas, el ex policía de la Regia, Saúl Eduardo Duque Vázquez alias “El Duque”, había tomado el control del reclusorio y de la parte superior de la comandancia.
Justo a un costado de los dormitorios de visitas conyugales.
Pero luego, en marzo de 2011, programó la primera transferencia de reos, fueron 25 que se trasladaron al Penal del Apodaca y entre ellos iba “El Duque”.
Y eso fue lo que abrió la puerta para que pudiera ingresar a los patios del Topo Chico e iniciar el reconocimiento de las instalaciones y de los reos.
“Cuando yo llegué al Topo Chico era casi infranqueable el acceso al interior, sí había lo que se denomina un autogobierno por parte de algunos de la población penitenciaria.
“Entonces con el estudio de la personalidad y criminalidad de cada uno de los reos, pudimos identificar a los más peligrosos y se pudo hacer una transferencia con la ayuda del gobierno federal.
“Transferimos a 25 reos al Cereso de Apodaca. Aunque es dentro del mismo estado, tiene mayor infraestructura, hay andadores con malla ciclónica, los edificios están bien identificados, eso nos permitió tener un acceso amplio al interior”.
Una vez que ingresó a las instalaciones pudo identificar las carencias y los rincones de penal, incluso, hasta dar este año con el túnel de 3 metros de profundidad que cavó para escapar un grupo de prisioneros.