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El 7 de marzo del 2013, seis días después de haber rendido protesta como gobernador de Jalisco, el priista Aristóteles Sandoval Díaz fungía por vez primera como anfitrión del presidente de México, Enrique Peña Nieto, en la explanada del Instituto Cultural Cabañas.
“El día de hoy celebro y celebramos la presencia de nuestro presidente Enrique Peña Nieto; hoy, señor Presidente, nos sentimos más que nunca cercanos a usted y a sus acciones de gobierno, a su apoyo, su empeño por mover esta tierra. Hoy, señor presidente, lo sentimos de Jalisco y espero que así sea por los próximos seis años y mucho más”, le dijo Sandoval Díaz.
Había un antecedente importante, el del 30 de marzo del 2012, cuando la campaña presidencial había arrancado en Guadalajara.
Sandoval Díaz se acerca ahora al fin de su segundo año de mandato. ¿Qué tanto se cumplió su previsión de cercanía con el Ejecutivo federal y cómo se ha construido esa relación?
Jalisco es, de hecho, el tercer estado del país más visitado por el presidente, lugar que comparte con Veracruz.
El gobernante ha realizado 10 giras a la entidad, la cual se ubica sólo por detrás del Estado de México, que es al que más ha ido –y de donde es originario–, en 26 ocasiones, y Guerrero, al que ha asistido 22 veces.
Harold Dutton, profesor del Instituto de Investigaciones en Políticas Públicas y Gobierno de la Universidad de Guadalajara, halla dos motivaciones que explican las visitas presidenciales continuas:
Primero, un interés porque las inversiones federales marchen según su proyección, en particular la Línea 3 del Tren Ligero, de 17 mil millones de pesos, y segundo, la problemática de inseguridad que llevó al estado a ser incluido entre los cuatro con “mayor urgencia de atención” en el decálogo presidencial de 2014.
“Uno de los grandes proyectos es la Línea 3, máxime porque nos dijeron que le va a meter más dinero el Gobierno federal de lo que estaba pensado, el señor sí ha de tener mucho interés de ver que se haga la obra bajo los parámetros que ellos quieren –habría que ver si son los correctos–“, dijo Dutton.
“Jalisco va a tener una de las fuerzas (policiales única) más grandes y ha ido avanzando: el Gobierno federal está muy interesado en ver que se hagan bien las cosas por este problema que hay de inseguridad, sí preocupa Jalisco por la cuestión de narcotráfico y robo de gasolina. Creo que en la cuestión de política pública tienen una relación sana”.
De las cuatro visitas presidenciales en 2013, dos tuvieron lugar con menos de un mes de diferencia. Una fue el 30 de septiembre, cuando el mandatario acudió al l Foro Interamericano de la Microempresa, y la otra fue la de el 22 de octubre, cuando vino a la Cumbre de Negocios.
Desequilibrio
De noviembre de 2013 a mayo de 2014 el presidente no vino en ninguna ocasión, pero tres días después de la salida abrupta de Arturo Zamora de la Secretaría de Gobierno, el escenario cambió y Peña Nieto concretó una serie muy intensa de visitas al estado.
Del 16 de junio al 26 de septiembre del año pasado vino seis veces, un promedio de una gira cada 17 días, él mismo lo adelantó ese día de junio.
“Tenía ya varios meses de no visitar este estado, señor gobernador, y me he propuesto hacer con mayor frecuencia visitas a este estado, de encontrarme con su gente, con la representación de la sociedad jalisciense”, anunció Peña Nieto.
Jorge Rocha Quintero, académico del Departamento de Estudios Sociopolíticos y Jurídicos del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), recuerda que la intregración de último momento del senador Zamora al gabinete estatal, en 2013, fue leída como una imposición desde el Ejecutivo federal.
Se le veía (a Zamora) como un emisario e interlocutor federal, y como contrapeso para el grupo político compacto que arribaba a la cúpula estatal; la mala convivencia con el resto de los secretarios estatales lo hizo dejar el cargo el 13 de junio de 2014.
“En ese sentido sí ha habido una relación no de conflicto abierto, pero sí de una cierta rispidez, algunos podrían haber interpretado las visitas de Peña Nieto en este sentido de venir a poner orden en el estado, es una veta de la relación”, de acuerdo con Rocha Quintero.
Ser el tercer estado más visitado no prueba una buena colaboración entre ambos órdenes de Gobierno. Rocha, incluso, halla una dosis de “conflicto”.
“Otra (veta) más que sí ha sido muy complicada es en términos de seguridad. En el decálogo Jalisco aparece como uno de los estados donde iba a haber intervención federal, el Gobierno estatal trató de interpretar eso como una buena señal por un buen desempeño por el modelo de Fiscalía, otros no lo interpretaron así, ése sí es un tema ríspido.
“Aunque ha habido muchas visitas no necesariamente lo podemos traducir en una relación cordial y de colaboración. Creo que ha sido disímil y no ha sido tan de cordialidad sino, más bien, en algunos casos hasta ha sido leída como un asunto de conflicto”, detalla Rocha.
Las visitas del presidente de México a Jalisco costaron 5 millones 788 mil 934 pesos. ¿Sirvió esa cantidad para cerrar filas o ejercer control? Y por qué habría de ser excluyente una cosa de otra, cuestiona Rocha.
El gobernador tiene su propia lectura. El 22 de julio de 2014 dijo: “De verdad nos congratulamos, señor presidente, de esta tercera visita ya en menos de dos meses, eso habla de su gran compromiso con Jalisco”.
Paz electoral
Los académicos coinciden en que las elecciones próximas han traído un espacio de claro acuerdo entre el Gobierno federal y estatal, y el PRI nacional y local; las instancias centrales otorgaron amplio margen de operación electoral a las de aquí.
“El PRI nacional ha dejado al PRI estatal que tome sus propias decisiones, un ejemplo muy claro de esa libertad son las precampañas, de los pocos que estaban queriendo la presidencia de Guadalajara todo mundo quedó contento, nadie ha impugnado, no ha habido problemas. El Gobierno federal ha dicho ‘bueno, está bien, vamos dejando ahorita que el PRI estatal tome sus decisiones’”, dice Dutton.
Por su parte, Rocha añade a este tema:
“Los precandidatos con mayor posibilidad de contender en los dos frentes más importantes (en Guadalajara, Ricardo Villanueva, y en Zapopan, Salvador Rizo), son candidatos del gobernador, como que el Gobierno federal dijo ‘bueno, está bien, tú te las arreglas’.
Pero al haber ejercido Sandoval este control en la decisión de precandidatos “quien va a asumir la lucha electoral en Jalisco es el gobernador del estado”, advierte Rocha, una jugada riesgosa para el PRI, pues la crisis federal (Ayotzinapa y la serie de casas millonarias pertenecientes al Presidente y otros funcionarios) puede alcanzar al Ejecutivo estatal.
“Es predecible que quien pueda pagar facturas de esta crisis nacional sea el Gobierno del Estado, aunque no tenga vela en el entierro”, ahonda Rocha.
La mancuerna
En el mismo lapso de estudio, pero de la gestión del expresidente Felipe Calderón, Jalisco fue el octavo destino nacional con 10 giras, y estuvo fuera de sus favoritos: al Estado de México fue 25 veces, a Tabasco 14, y a Michoacán 13.
¿Qué esperar de la actual mancuerna federal-estatal? Una colaboración provechosa para Jalisco”, plantea Dutton “(y) un Estado que debería estar jalando recursos, debería haber esa buena relación con el Gobierno federal, no necesariamente con el presidente”.
“Que venga muy seguido podría ser que mucha gente diga ‘qué bueno porque es el que soluciona los problemas’, hay mucha duda al respecto que realmente los presidentes resuelvan problemas, creo que más bien los administran”.
El Programa Nacional de Infraestructura prevé 19 proyectos para Jalisco por 50 mil 842.5 millones de pesos, pero se hubiera pensado que el vínculo Peña-Sandoval traería beneficios más palpables.
“Uno supondría que por ser un presidente del mismo signo y un gobernador, las estrategias de colaboración fueran mucho más grandes y, por tanto, con mejores proyectos para el estado, cosa que no ha sucedido, podríamos haber esperado un poco más”, apunta Rocha.