El perdón a Pemex

Han pasado casi tres décadas desde que las explosiones en el sector Reforma, de Guadalajara, marcaron la historia reciente de la ciudad. Ahora, los damnificados de aquella tragedia exigen una disculpa a Petróleos Mexicanos
Jonathan Ávila Jonathan Ávila Publicado el
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Las explosiones del 22 de abril en Guadalajara marcaron un antes y un después en la población tapatía.

Veintisiete años después no ha habido responsables reales sancionados ni una reparación integral para las víctimas, quienes ahora piden que Petróleos Mexicanos extienda una disculpa pública por los hechos ocurridos entonces.

A las 10 de la mañana del 22 de abril de 1992 explotaron alrededor de 13 kilómetros de calles en el conocido sector Reforma, que alberga a los barrios más tradicionales de la ciudad y está a unos metros del centro de la capital tapatía.

La petición de una disculpa pública se dio durante el acto llevado a cabo este lunes para conmemorar a las víctimas: 212 personas muertas, 69 desaparecidas y mil 470 lesionados tras varios estallidos entre las 10:10 y las 11:30 de la mañana.

“Le pido señor gobernador Enrique Alfaro que se gestione ante el Gobierno Federal que se declare responsable a PEMEX por las explosiones del 22 de Abril en Guadalajara (…) no necesito que nos firme nada solo que cumpla con su palabra”, expresó Ana Lilia Chávez, representante de la asociación civil que se formó tras las explosiones.

Alfaro señaló que haría las gestiones necesarias para que el presidente López Obrador valorara y presentara la disculpa pública por los acontecimientos y acusó a la paraestatal de ser la principal responsable del accidente.

“Quien es el culpable de lo que sucedió el 22 de abril es Pemex, por supuesto soy un convencido de ello. Aportaremos los elementos que tenemos y lo que queremos es que el Gobierno Federal haga una valoración sobre la importancia que tiene, el presidente es un defensor de esa idea de que los perdones históricos aunque tardíos valen y yo creo que aquí sí vale también ese hecho”, declaró

Pero este caso, por su complejidad, implica una serie de acontecimientos dificultan la responsabilidad de quienes no actuaron de forma debida, como explicó en 2017 durante su visita a Guadalajara el exprocurador general de la República, Ignacio Morales Lechuga, quien llevó las riendas de la investigación.

“No hay en el accidente de Guadalajara y, lo reitero, accidente, una conducta criminal intencional de causar daño a nadie, se trató de una desafortunada negligencia de los encargados de Pemex de no estar vigilantes de la protección catódica del ducto”, dijo Morales Lechuga.

El entonces procurador buscó otras aristas en el caso, en el que también fue responsabilizado al entonces alcalde de Guadalajara, Enrique Dau Flores; y el secretario de Desarrollo Urbano, Aristeo Mejía, entre otros funcionarios locales.

Dau Flores solicitó licencia a su cargo y pasó un breve tiempo en prisión. El impacto de la responsabilidad del gobierno marcó la salida del PRI en su hegemonía estatal, pues perdió las siguientes elecciones a la gubernatura contra el PAN. Tanto Dau Flores como Aristeo Mejía no volvieron a aparecer en la vida pública sino hasta la llegada de Aristóteles Sandoval en 2013.

Años de controversia

La idea sobre la responsabilidad absoluta de Pemex con respecto a las explosiones del 22 de abril nunca se puso en duda y fue motivo de controversia en los años subsecuentes. Incluso desde las primeras horas los vecinos culpabilizaron a la paraestatal y el 25 de abril diputados federales del PRI acusaron a la petrolera de negligencia

También en 2010, el entonces gobernador de Jalisco, Emilio González Márquez, expresó que la responsabilidad era de la para estatal y que ésta debía hacerse cargo de la restitución de los daños causados a las personas del sector Reforma.

En fechas recientes, en 2017, el entonces titular de la Unidad de Protección Civil y Bomberos de Jalisco, Trinidad López Rivas, quien entonces fungía como jefe de Bomberos de Guadalajara, señaló que debía ser a Pemex a quien se culpara por las afectaciones.

Paraestatal sin castigo

Al momento de la explosión, Pemex trató de culpar a la aceitera La Central, empresa que entonces llevaba sus actividades en esa zona, pero no resultó. Registros históricos y académicos como el de Irene Morales Coria en su tesis de la Universidad Nacional Autónoma de México documentan que desde el 14 de abril, la paraestatal había detectado una descomposición en el poliducto que enviaba gasolina nova de Salamanca a Guadalajara

Un día antes, el 21 de abril de 1992, los vecinos del sector Reforma ya habían detectado un olor a hidrocarburos que emanaban desde las alcantarillas y los registros de agua. Así, pidieron auxilio a las autoridades locales, lo que terminó en la presencia de técnicos de agua, de Pemex y bomberos que habían acudido al lugar.

“Insisto que los estallidos del 22 de Abril de 1992 fueron la primera gran consecuencia de la corrupción y el tráfico de gasolina que hoy conocemos como el huachicoleo y que se daba mucho antes con la complicidad de altos funcionarios de Pemex”, escribió este martes el periodista Jaime Barrera en su columna de El Informador al hacer un recuento sobre la disculpa que ahora se exige desde Jalisco

El comentario concuerda con lo señalado en 2017 por Trinidad López Rivas, quien fungía como jefe de Bomberos de Guadalajara, pues en su momento expresó que Pemex no había puesto atención a las tomas clandestinas de Jalisco, una política pública central del nuevo gobierno federal y lo que parece hacer viable el camino para que la presidencia se pronuncie por los hechos del 22 de abril

Aunque el gobierno local y los afectados tienen claro que la disculpa pública debe venir desde las autoridades de Pemex, a casi tres décadas de la tragedia hay dudas sobre quiénes fueron los verdaderos responsables. Pues como lo documentó el académico de la Universidad de Guadalajara, Jorge Alonso, desde el inicio se buscó desviar la atención

“Hubo un mecanismo de distracción para que los verdaderos culpables en las altas esferas del poder fueran quedando a resguardo. Se constituyó un enredo de cansino suspenso en el que se sumergió a la sociedad para que de la irritación fueran pasando al tedio y hasta al olvido”, escribió Jorge Alonso en un artículo.

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