Como parte de los ataques cibernéticos también se ha dado un fuerte impulso de desinformación y noticias falsas intercaladas con el desplegado propagandístico de los medios gubernamentales rusos, algo que también ha caracterizado las avanzadas de Putin a lo ancho del planeta, como se recordarán en elecciones de distintos países, más destacadamente la estadounidense de 2016.
En respuesta, el presidente ucraniano Volodimir Zelenski, también ha respondido de manera mediática al ataque, llegando a circular imágenes del mandatario ataviado en uniforme militar que, en realidad, son de 2021 durante los enfrentamientos en Donbass o, incluso, fuertemente armado, siendo una escena que grabó durante su carrera actoral.
“Tienen la capacidad de hacer las dos cosas. Influir en dinámicas de desinformación, polarizando a la gente, pero también de meterse a los sistemas informáticos y comenzar a extraer información”, explica Aguilar sobre esta estrategia del Gobierno ruso.
Como ejemplo, recuerda que, tras derribar el dominio .es, la población de Estonia sólo tuvo acceso a información de medios rusos. Así como la polémica elección presidencial estadounidense de 2016, en donde “Cozy Bear” operó la creación de portales de noticias falsas y campañas de bots en redes sociales.
En ambos casos, el efecto fue el de polarizar a la sociedad del país afectado: en Estonia al exacerbar la molestia de la población étnicamente rusa, que representa una tercera parte del total nacional, y en EEUU al acercarse a grupos radicales de extrema derecha, como confirmó la investigación del fiscal especial Robert Muller sobre el llamado Russiagate.
“Una operación de bots que afecte la tendencia de los algoritmos de Twitter para evitar esa simpatía mundial por estas campañas mediáticas, para limitar los comentarios de la discusión a favor de Ucrania, sí es viable. Es algo que, sin ningún problema, algunos programadores pueden orquestar”, concluye.