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El reto de las reformas

Para que México logre aterrizar las reformas estructurales en un verdadero cambio de visión de la administración pública federal, se requieren políticas públicas secundarias que reconfiguren el sistema productivo y social.

De lo contrario, se corre el riesgo de que en 20 años ocurra algo similar a lo que pasó con el TLCAN, que no dio los resultados que se esperaban, y el país no logró pasar de un crecimiento de maquila a uno de valor agregado.

Para que México logre aterrizar las reformas estructurales en un verdadero cambio de visión de la administración pública federal, se requieren políticas públicas secundarias que reconfiguren el sistema productivo y social.

De lo contrario, se corre el riesgo de que en 20 años ocurra algo similar a lo que pasó con el TLCAN, que no dio los resultados que se esperaban, y el país no logró pasar de un crecimiento de maquila a uno de valor agregado.

El catedrático José de la Cruz Gallegos expone que la debilidad del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) obedeció a que México no cimentó las bases productivas e innovadoras y lograr un comercio con contenido nacional.

Es decir, no modificó la infraestructura física ni el capital humano y por ende, no se logró el éxito en el mercado.

Lo más importante ahora, sostiene el director general del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), es mantener el ritmo del proceso innovador global, sin descuidar el aparato productivo, para liberarse de las ataduras que han limitado el crecimiento económico y profundizado la pobreza.

Hasta ahora, dice Cruz Gallegos, las reformas estructurales han cambiado el marco institucional, pero no las instituciones.

Tampoco han modificado la conducta, visión y cultura de los agentes que se encargan de operar la estrategia en el sector público federal mexicano y aterrizarlo a nivel estatal y municipal, agrega.

En un país de alta desigualdad no puede esperarse que las leyes y reglamentos aprobados tengan un impacto homogéneo si no se implementan políticas públicas secundarias que generen un cambio en la visión, refiere.

Y ese cambio debe verse también en las empresas pequeñas con serias dificultades para sobrevivir y ser productivas, y que por ende, se encuentran fuera de los procesos de innovación y desarrollo tecnológico.

Por otro lado están las grandes empresas altamente productivas, pero que enfrentan una competencia desigual frente a trasnacionales con una gran capacidad financiera, refiere.

Falta solidez

Aunque México cuenta con algunas instituciones, empresas y universidades sólidas para construir la base de un mayor crecimiento, no son suficientes.

Sobre todo, detalla José de la Cruz Gallegos, para los requerimientos sociales y productivos de un país con 60 millones de personas en pobreza por ingreso y con un mercado laboral altamente precarizado.

“La transformación de esa realidad es el mayor desafío que enfrentan las reformas, porque si no hay un impacto positivo, que reduzca las brechas existentes, difícilmente se podrá justificar su existencia”, dice.

No se puede pensar que los cambios instrumentados garanticen la transformación del país, insiste el economista, mientras no se propicie la construcción y reconstrucción de las instituciones.

 

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