El show debe continuar…
Una lluvia de billetes falsos hace de confeti para recibir al nuevo Presidente priista.
Da un tono macabro al supuesto festejo democrático. Flanqueando ambos lados de la tribuna del salón de sesiones los legisladores uniformados hacen ahora de guaruras.
Una gran manta del lado izquierdo desde donde Enrique Peña Nieto levanta la mano para el antiguo ritual de guardar –no en un cajón– la Constitución, evoca luto por los miles de muertos durante la administración de Felipe Calderón.
Armando EstropUna lluvia de billetes falsos hace de confeti para recibir al nuevo Presidente priista.
Da un tono macabro al supuesto festejo democrático. Flanqueando ambos lados de la tribuna del salón de sesiones los legisladores uniformados hacen ahora de guaruras.
Una gran manta del lado izquierdo desde donde Enrique Peña Nieto levanta la mano para el antiguo ritual de guardar –no en un cajón– la Constitución, evoca luto por los miles de muertos durante la administración de Felipe Calderón.
Al panista se le recibe entre porras y gritos de “asesino”. Un par de pancartas aseguran que el segundo panista en ocupar la silla presidencial la dejó bañada en sangre.
Calderón por fin pudo entrar por el pasillo central de San Lázaro. Hace seis años entró por la puerta trasera y en minutos tuvo que salir. Durante todo su sexenio no pudo regresar a donde se presume se hacen las leyes.
El ambiente era entonces mucho más tenso al interior.Hubo golpes, puertas encadenadas, casi se impide la toma de posesión. Esta vez es diferente. El que llega y el que se va llegan saludando y sonrientes a sus respectivos lugares.
El mandatario saliente, Felipe Calderón, se quita la banda presidencial y la besa. Nadie sabe si es beso de despedida.
La banda la toma el futuro Procurador Jesús Murillo Karam, la pasa a Peña Nieto y él se la acomoda.
“Protesto guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes que de ella emanen y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de Presidente de la República que el pueblo me ha conferido”, fueron sus palabras. Incompletas según especialistas.
Enrique Peña Nieto asume la Presidencia de la República.
Las notas del himno nacional inician al mismo tiempo con la marcha que se pone a las escoltas militares para entrega de banderas. Confundidos diputados e invitados cantan con precaución.
Las comisiones designadas para acompañar a Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón los condujeron a la salida.
Afuera, desde las seis de la mañana, las calles aledañas al Palacio Legislativo son un campo de batalla.
Integrantes del movimiento Yo Soy 132 y otros inconformes se enfrentan con palos y piedras a elementos de la Policía Federal quienes, en respuesta, los frenaron con gases lacrimógenos.
Les corresponde 10 minutos a cada uno de los siete partidos. Es un acto de gala y todos parecen asumirlo con seriedad.
Los discursos son fieles paradojas de esa actitud muy mexicana de decir una cosa cuando en realidad es otra. Lucila Garfias de Nueva Alianza –partido propiedad de Elba Esther Gordillo, millonaria líder sindical– habla de la transparencia legitima.
El ex priista, ahora perredista y petista Ricardo Monreal da por muerto a un manifestante y lo califica el primer muerto del sexenio que comienza.
Pero Carlos Valdivia de 25 años de edad no está muerto. Está grave.
Por parte del Partido del Trabajo sube a tribuna Ricardo Cantú, repite el discurso de Andrés Manuel López Obrador, nuevo dueño de ese partido: “La patria no se vende, se ama y se defiende”.
El Partido Verde, esa especie de rémora política del PRI avienta a su gallo Arturo Escobar. Ese que fue detenido en un aeropuerto con un pequeño maletín lleno de millones de pesos.
El más anticlimático es el senador perredista Miguel Barbosa. Advierte que ejercerán una oposición responsable, que no darán cheques en blanco. Ayer domingo, su partido firma el Pacto por México.
El discurso por parte de los que se van, los panistas, está a cargo de un joven poco común, Francisco Domínguez Servién. Dos veces diputado federal, ex Alcalde de Querétaro y maestro en la facultad de Veterinaria. El queretano dice que el PAN deja un país en el que la política está ayudando a miles a salir de la pobreza. ¿Por qué la mayoría siente lo contrario en sus bolsillos?
El nuevo PRI se luce en su regreso al poder. En su representación va a la tribuna uno de los sobrevivientes del PRI de los dinosaurios. Heriberto Galindo, miembro del PRI desde 1967, cuenta con una larga trayectoria en embajadas y consulados.
En 1977 fue jefe directo de información de la Secretaría de Gobernación. Fiel al estilo de su partido asegura que lo que sigue es mucho y se tiene que hacer. Conceptos inescrutables como vigorosos consensos, transformaciones inevitables y reformas indispensables.
Como la vieja canción de Fredy Mercury: el show debe continuar.