El testigo del carro rojo
Luis Ramón estuvo en el Heaven. Él atestiguó el momento en que un comando ingresó al bar de la Zona Rosa y se los llevó en medio de la confusión y los gritos.
A pesar de que las autoridades se obstinan en rechazar la existencia de un grupo armando como el responsable de la desaparición de los jóvenes, el testimonio de Luis Ramón es contundente.
“Vi a un sujeto pelón, de aproximadamente 1.80 de estatura, tenía un paliacate rojo que le cubría la mitad del rostro, (vestía) una gabardina larga, negra y tenía un arma tipo metralleta”, declaró.
Icela LagunasLuis Ramón estuvo en el Heaven. Él atestiguó el momento en que un comando ingresó al bar de la Zona Rosa y se los llevó en medio de la confusión y los gritos.
A pesar de que las autoridades se obstinan en rechazar la existencia de un grupo armando como el responsable de la desaparición de los jóvenes, el testimonio de Luis Ramón es contundente.
“Vi a un sujeto pelón, de aproximadamente 1.80 de estatura, tenía un paliacate rojo que le cubría la mitad del rostro, (vestía) una gabardina larga, negra y tenía un arma tipo metralleta”, declaró.
En su testimonio no hay margen de error pues declaró ante el Ministerio Público local que los responsables del “levantón” fueron aproximadamente quince hombres que llegaron a este lugar fuertemente armados.
La Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGDF) tiene en su poder esta declaración y pese a ello, su titular, Rodolfo Ríos Garza se resiste a hablar de delincuencia organizada y reconocer que hubo armas de alto calibre.
La postura del procurador capitalino no es más que la estrategia que ordena su jefe, Miguel Ángel Mancera Espinosa, quien desde que estaba al frente de la PGJDF negó la existencia del crimen organizado en el Distrito Federal.
Ante las evidencias y los testimonios de quienes presenciaron lo que ocurrió en el After Heaven de Lancaster, tanto el jefe de gobierno como el procurador capitalino quedan totalmente rebasados al grado de escucharse ridículos.
En la investigación de la PGJDF, la declaración de Luis Román es uno de los testimonios más contundentes para entender qué fue lo que ocurrió al interior de ese establecimiento.
Él es el joven que conduce el vehículo Peugeot rojo que llegó junto con un taxi del que se observa descendieron algunos de los jóvenes que ingresaron al Heaven, según aparece en uno de los videos captados por las cámaras.
La procuraduría capitalina no puede desestimar su testimonio. Luis Román estuvo adentro, conviviendo con muchos de los que hoy están desaparecidos desde ese día.
Según su relato, después de que avisaron que comenzaría un operativo y que tenían que desalojar el lugar hubo mucha confusión y algunos comenzaron a correr para salir del lugar.
Luis Román observó como dos meseros del Heaven en lugar de correr para la puerta de salía, subían por las escaleras al segundo piso del establecimiento.
Por eso es que decidió seguirlos en busca de un lugar seguro.
Junto con Luis Román también se escondieron otros dos jóvenes uno de nombre Antonio y de apodo “El Toñin”, sobrino del modelo Armando González “El Muñeco”; Zoe Pedraza Aguilar, y una mujer rubia, novia de uno de los socios del Heaven, Dartx Ledezma Rodríguez.
Antes de subir, Luis Román alcanzó a observar que abajo sacaban a algunos de los clientes. Eran varios hombres, pero uno especialmente, el de la gabardina, estaba armado con una metralleta.
Para evitar ser descubiertos, ahí arriba aguardaron callados él, los dos meseros, “El Toñín”, Zoe y la mujer rubia.
Cuando hubo un poco de silencio reapareció en el lugar Dartx Ledezma Rodríguez (hoy prófugo) quien desde abajo buscaba a su novia.
“¿Dónde estás?, ¿Estás allá arriba?”, gritaba el hombre en espera de una respuesta de su compañera.
Pero el grupo convenció a la joven de que guardara silencio, que no respondiera, de lo contrario también serían llevados.
La joven aceptó, lo que le permitió al grupo salvarse de ser raptados. El escape por la azotea ya es público.
Como parte de su relato y para dejar en claro que esa noche estuvo ahí con el grupo, Luis Román describió que al interior del Heaven existe una figura con la forma de perro que lanza luces y una puerta de cristal que permite el acceso a la parte superior del establecimiento.
Si el GDF y la Procuraduría capitalina insisten en dibujar al DF como un territorio aislado al crimen organizado y narcotráfico, basta revisar otros casos de desapariciones denunciados. El de Antonio César Ortega, por ejemplo, de quien ya no se volvió a saber luego de acudir al Heaven en agosto de 2011.
Y si las autoridades deciden por fin romper el silencio, hablarán de que la desaparición de los doce del Heaven no es la única. Otros cinco jóvenes que acudieron al bar Virtual, ubicado en Gustavo A. Madero también desaparecieron misteriosamente.
Su familia reportó su desaparición desde abril pasado. Señores jefe de gobierno y procurador de justicia capitalino ¿Qué quieren ocultar?
Arman cerco de seguridad
Indigo Staff
El procurador capitalino Rodolfo Ríos Garza informó que la principal línea de investigación en el caso de los jóvenes desaparecidos en el bar Heaven, es una división en la banda La Unión, que distribuye droga en bares de la Zona Rosa y de la Condesa.
Afirmó que existe un vínculo entre los 12 desaparecidos y el homicidio de Horacio Vite afuera del bar Black ubicado en la colonia Condesa.
Por su parte, la Secretaría de Seguridad Pública de Morelos blindó sus fronteras con el Distrito Federal y Guerrero, para colaborar en la búsqueda de los 12 jóvenes y nueve reos que se fugaron de una cárcel de Guerrero.
El gobernador Graco Ramírez confirmó que grupos especializados de las Procuradurías de Justicia de la zona centro del país coordinan esfuerzos para localizar a los jóvenes privados de su libertad.
En conferencia de prensa precisó que las entidades circunvecinas realizan investigaciones conjuntas para dar con el paradero de los jóvenes desaparecidos.
El viernes pasado, grupos mixtos de policías incursionaron por el poblado Fierro del Toro, municipio de Huitzilac, limítrofe con el DF, luego de divulgarse una versión en el sentido de que los jóvenes estarían cautivos en esa parte de Morelos.