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A pesar de ser peligrosos y brindar servicio desde la ilegalidad, en algunas zonas de la Ciudad de México los bicitaxis, mototaxis y golfitaxis son la única alternativa de transporte.
Con modificaciones improvisadas y una tecnología casi en desuso, estas unidades representan un riesgo en la vía pública, tanto para usuarios como a los prestadores del servicio, además de terceras personas.
Durante una serie de recorridos, Reporte Índigo constató la presencia de estos medios de transporte en al menos nueve de las 16 alcaldías: Tláhuac, Iztapalapa, Xochimilco, Iztacalco, Venustiano Carranza, Coyoacán, Azcapotzalco y Gustavo A. Madero; mientras que en Cuauhtémoc circulan los llamados “ciclotaxis”, los cuales sí están regulados.
En el caso de los vehículos impulsados por pedales, algunos llegan a exhibir número de identificación y nombre de la organización a la que pertenecen. En tanto las unidades motorizadas no cuentan con ningún elemento de filiación, además de que la mayoría de sus operadores prestan servicio con el rostro cubierto.
Desde 2014, la Ley de Movilidad del Distrito Federal incluyó al bicitaxi como un medio de transporte alternativo, sin embargo, su regulación no ha sido discutida ni legislada.
El caso contrario ha ocurrido con los mototaxis y los carros de golf, a los que se ha intentado sacar de circulación sin resultados.
De acuerdo con información obtenida vía transparencia con folio 0106500286318, la Secretaría de Movilidad (SEMOVI) de la Ciudad de México cuenta con un censo de 2 mil 389 bicitaxis registrados dentro de la norma.
Sin embargo, la respuesta a la solicitud de información precisa que ese total de vehículos sólo se encuentra concentrado en dos de las 16 alcaldías territoriales: Tláhuac, con 2 mil 81 unidades y Xochimilco con 308 unidades. Autoridades capitalinas no cuentan con ningún registro de bicitaxis ni de carros de golf.
Para poder identificar un bicitaxi legal de uno ilegal, detalla la SEMOVI, es necesario que el vehículo exhiba en un punto visible un permiso expedido por la dependencia.
Además, los chóferes o prestadores de servicio están obligados a estar acreditados ante la Semovi; portar tarjeta de identificación con fotografía; someterse a evaluaciones médicas integrales (físicas, psicométricas y de antidoping); valoración de habilidades y pericia; así como también sujetarse a disposiciones de calidad y capacitación.
En cualquiera de los casos, este tipo de vehículos opera de manera anárquica debido a que no respeta los sentidos de circulación de las calles, realiza ascensos y descensos de pasajeros en cualquier sitio, llegan a invadir vías primarias, las unidades suelen estacionarse en cualquier lugar y no cuentan con medida alguna de seguridad.
Durante una visita a la calle de San Pablo, en las inmediaciones del Centro Histórico de la capital y sitio considerado como “la cuna de la bicicleta”, esta casa editorial comprobó que la adquisición de estas unidades no es difícil ni cotosa, ya que son exhibidas al interior de casi cualquier local y su precio oscila entre los 3 mil y los 4 mil pesos, dependiendo si se quiera “con rin para bici o para moto”.
¿Un mal necesario?
El surgimiento de los bicitaxis, mototaxis y golfitaxis tiene su origen en el errado proceso de urbanización excluyente que prevalece en la Ciudad de México, además de la necesidad de un medio de transporte en zonas inaccesibles, explica el doctor Bernardo Navarro, catedrático de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Debido a que las tarifas por utilizar estos vehículos son económicas y a que en las zonas donde suelen estar distribuidas muchas veces impera la falta de trabajos formales, es que estos oficios sobreviven, sostiene el experto.
“Hoy en día no se tiene una regulación en estos vehículos y los mismos operan de manera ilegal. Sin embargo, la autoridad pudiera ir por ellos para sacarlos de circulación, pero no puede, porque a su vez cubren la necesidad social de la movilidad”, enfatiza Navarro.
Para atender este fenómeno creciente, dice el experto de la UAM, es urgente una legislación en la materia.
Además de chatarrizar todas las unidades y a través de un subsidio estandarizar una nueva especie de vehículos con motor eléctrico que logren atender la demanda y el derecho al libre tránsito.
Mientras esto ocurre, miles de personas se siguen desplazando en estos vehículos.
En busca de la legalidad
Los bicitaxis, mototaxis y golfitaxis de la CDMX siempre han sido criminalizados, sobre todo a partir de junio de 2017, cuando algunos integrantes del gremio se vieron involucrados con el Cártel de Tláhuac, sin embargo, desde ese entonces los prestadores del servicio buscan la legalidad, asegura José Giberth, presidente del Frente de Organizaciones de Transporte Colectivo Alternativo A.C. (FOTCA).
De acuerdo con la asociación, que aglutina a más de 17 mil células de dichos medios de transporte, en la capital del país se tiene una cifra aproximada de 15 mil vehículos tirados por motocicleta, 2 mil más por bicicleta y entre mil y mil 500 carritos de golf.
Según estimaciones del grupo, cerca de 100 mil personas dependen de esta actividad, de las cuales un 80 u 85 por ciento corresponde a familias y el porcentaje restante se distribuye entre estudiantes y personas que se mantienen en unión libre.
“En encuentros recientes con la Secretaría de Movilidad (Semovi) capitalina hemos discutido la transformación gradual de estos medios de transporte, a través de los ejes de factibilidad, seguridad y medio ambiente, por lo que se llegó al acuerdo de un prototipo de ciclotaxi con lo que se espera que a fines de año se empiece una estandarización y cinco años un proyecto maestro concreto”, apunta.