El Trompo pierde su magia

El Museo Trompo Mágico ya no es lo que era. La gestión actual del espacio ha sido tan deficiente que su operación se ha visto mermada con una drástica disminución en el número de visitantes, y un descalabro millonario a sus ingresos propios por donativos y patrocinios. 

Luis Herrera Luis Herrera Publicado el
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En todo el sexenio pasado el museo nunca bajó de los 259 mil usuarios, en 2013 apenas se reportaron 225 mil 32
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El Museo Trompo Mágico ya no es lo que era. La gestión actual del espacio ha sido tan deficiente que su operación se ha visto mermada con una drástica disminución en el número de visitantes, y un descalabro millonario a sus ingresos propios por donativos y patrocinios. 

La directora del museo, Ana Estela García Cortez, ha creado un ambiente laboral muy desfavorable al interior de este Órgano Público Desconcentrado de la Secretaría General de Gobierno hasta el 2 de septiembre pasado, y ahora del Sistema DIF estatal; sus yerros al frente del espacio y sus graves consecuencias no pasan desapercibidos y han trascendido hacia el exterior del mismo. 

El Trompo paró. Si la razón de ser del museo es alcanzar a la niñez de Jalisco y estados circunvecinos, sus responsables pueden estar muy preocupados: el 2013 fue el año con la afluencia más pobre documentada en sus registros desde 2007. 

En 2013, el primero bajo la batuta de García Cortez, el Trompo presentó una reducción en asistencias del 25 por ciento con respecto a su mejor antecedente: 2008, cuando la institución tuvo 298 mil 526 visitantes. El museo dejó de atraer a 73 mil 494 personas en esa comparativa. 

En todo el sexenio pasado el museo nunca bajó de los 259 mil usuarios, en 2013 apenas se reportaron 225 mil 32. No es casual, pero el espacio no sólo pierde visitantes, también recursos.  

La labor para la obtención de donativos y patrocinios es mucho menos efectiva hoy, por eso hay un desplome en estos beneficios sustanciales para el desarrollo de sus actividades. Cuando los ingresos de este tipo de 2013 se comparan con los de 2011, resulta una caída estrepitosa del 90 por ciento, o una diferencia a la baja de 15 millones 250 mil 451 pesos. 

Si el análisis se hace con respecto a 2012, la disminución en donativos y patrocinios registrada en 2013 fue del 84 por ciento, esto es, 9 millones 46 mil 636 pesos menos. 

El año pasado la confianza que despertó el museo en empresas y asociaciones sólo mereció un millón 756 mil 705 pesos en estos apoyos –según la información oficial -, y el 2014 no pinta muy distinto, a la fecha se han recolectado 1 millón 390 mil 279 pesos, otra vez muy lejos de lo que se había logrado en ejercicios pasados. 

No conforme con ello, la directora que designó esta administración estatal –trabajó con Jorge Aristóteles Sandoval Díaz, gobernador de Jalisco, durante su alcaldía en Guadalajara, en el Globo, Museo del Niño-, decidió, de pronto, que no había razón para que el Trompo siguiera generando ingresos propios con la renta de sus salones para eventos familiares como cumpleaños, u otros de índole privada.

Una política distinta a la que sigue el Instituto Cultural Cabañas que, aun siendo un inmueble patrimonio de la humanidad, cuenta con una estrategia de esa naturaleza para el aprovechamiento de sus salas; el Trompo llegó a obtener por estas rentas 681 mil 300 pesos en 2010, el año pasado este concepto cayó un 84 por ciento y en 2014 no se ha generado un peso. 

El tamaño presupuestal de este órgano desconcentrado no es despreciable, en 2013 ejerció 46 millones 505 mil 553 pesos (más del doble de los 17.3 millones del Cabañas en 2014), y su plantilla cuenta con 186 plazas. 

El origen

Buena parte del origen de los problemas que afectan al Trompo puede buscarse en las atribuciones que la directora ha estado asumiendo para sí, aunque, bajo el decreto vigente hasta el 2 de septiembre, le correspondían al Consejo de Administración, la máxima autoridad del museo. 

Tras 18 meses del inicio de la gestión, el Gobierno estatal nunca mostró interés por instalar dicho Consejo; su última sesión data del 12 de febrero de 2013, aún en la pasada administración, si bien la norma señalaba que debía reunirse cada dos meses. 

Entre las facultades del Consejo pero que se ha arrogado la funcionaria está la autorización del Presupuesto de Egresos del museo, y del calendario anual de eventos culturales, aunque ese decreto de creación del órgano las adjudica claramente al primero, en su artículo 8, fracciones IV y II:

“Aprobar y proponer a través de la Secretaría (de Gobierno), su proyecto de presupuesto de egresos correspondiente a cada ejercicio anual”, y “aprobar el programa educativo y museográfico y el calendario anual de eventos culturales y de difusión del museo”. 

De marzo de 2013 hasta hoy se han establecido convenios con empresas y asociaciones (Página Tres, Edukarte, Greenpeace, Infolectura, Hasbro, Mapfre, etc) sin que hayan sido sancionados por el Consejo, pese a que es el facultado para “aprobar la celebración y suscripción de toda clase de actos y documentos jurídicos que sean necesarios para el cumplimiento de las funciones del museo”, según la fracción V del mismo numeral. 

Y finalmente, aunque la regulación de la organización interna y operativa del museo es competencia del Consejo (“dictar, aprobar y expedir los lineamientos que sean necesarios para la adecuada organización, funcionamiento técnico y administrativo para la operación del museo”, fracción I), la directora determinó una gran cantidad de cambios sobre las adscripciones de sus empleados. 

El desorden es tal que se estima que hay, al menos, 28 plazas o funciones que están siendo ocupadas por servidores públicos sin los nombramientos oficiales respectivos, debido a todas estas modificaciones discrecionales; otras voces aseguran que hay cerca de 50 personas que la funcionaria relegó y que mantiene prácticamente inactivos. 

Con la actual gestión, afirman, llegó al museo una política de control sobre los empleados demasiado dura, férrea, y que no dudan en calificar de “acoso”. Desde que comenzó esta gestión estatal y hasta hoy han salido del órgano 55 empleados, de estos, en 15 casos existió un pago indemnizatorio según el portal de nómina, sumando un millón 202 mil 856 pesos. 

Cambios negativos

Un reporte que denuncia las condiciones que enfrenta el museo advierte:

“En el Trompo Mágico anteriormente se llevaban a cabo diversas actividades en el marco de su propuesta educativa, artística y cultural; hoy por hoy distintas áreas del museo que habían sido vocacionadas (sic) para ofrecer una mayor agenda, actualmente han sido dejadas de lado o, en su defecto, transformadas”. 

Por ejemplo, el salón Galería, antes aprovechado continuamente para el montaje de muestras de arte principalmente de creadores locales, “actualmente ya no se utiliza para ese fin, hoy sirve sólo como área de pasillos”. 

El Tlaxcalli, un auditorio que solía presentar cada fin de semana sesiones de danza, música y teatro, ahora funciona básicamente como comedor para los empleados. 

Un cambio grave es el que se presentó en la Mediateca, un área con 50 computadoras donadas por la empresa IBM, con un software especial para ser utilizado por los infantes. Este espacio se creó en 2003 y luego fue reinaugurado el 30 de julio de 2010. 

Pues bien, la directora determinó que se desmontara la Mediateca, volviéndola una biblioteca, y retirando la mitad de los equipos de cómputo aportados con ese fin, para distribuirlos en las oficinas para labores administrativas, lejos de su función lúdica y pedagógica original. 

Reporte Indigo solicitó una copia del convenio suscrito con IBM para conocer las condicionantes sobre el uso de las computadoras donadas al museo, sin embargo, esto contestó el órgano: “Después de una búsqueda en los archivos de la Coordinación de Desarrollo Institucional, no se encontró el documento solicitado”. 

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