En Nueva York, un diario causó polémica por publicar las direcciones de los propietarios de armas. ¿Qué pasaría si en el Distrito Federal se conocieran las 992 direcciones de quienes que venden droga en la capital?
Y es que detrás de los 22 homicidios ocurridos en días pasados en la Ciudad de México y otros 20 en el Estado de México, un grado de violencia sin precedentes hasta ahora, las autoridades de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) ven vínculos de algunas víctimas con el trasiego de compra y venta de estupefacientes.
Desde que Miguel Ángel Mancera Espinosa era procurador de justicia capitalino, una de sus políticas fue minimizar los asuntos relacionados con el narcomenudeo. Una y otra vez, él y su entonces jefe, Marcelo Ebrard, rechazaron que la ciudad fuera centro de operaciones de los cárteles de la droga.
Pese al discurso oficial, los decapitados y mutilados que aparecían con mensajes escritos en cartulinas en diferentes puntos de la metrópoli eran prueba que el Distrito Federal estaba en disputa, después de que muchos narcos encontraran refugio aquí tras la cacería de brujas emprendida por Felipe Calderón en algunos estados.
Lugartenientes y sicarios del extinto Arturo Beltrán Leyva y de Édgar Valdez Villarreal “La Barbie”, provenientes de Guerrero y Morelos, se escondieron en las delegaciones periféricas de la capital y comenzaron a reclutar a sicarios, escoltas y narcodistribuidores.
Así lo contó Reporte Indigo en su edición “La reunión del Ajusco”, de agosto de 2011, basada en la declaración ministerial de Raúl Franco Hernández, uno de los presuntos sicarios responsables de las decapitaciones en la capital.
Otras declaraciones de algunos de los detenidos, que obran en expedientes de la PGJDF, dan cuenta de ese fenómeno que detonó la violencia y los crímenes en la zona del Ajusco, en la delegación Tlalpan, pero también en Coyoacán, Milpa Alta, Tláhuac, Álvaro Obregón, Cuajimalpa y Magdalena Contreras.
La conexión
Aunque públicamente se intente minimizar el problema, internamente la Fiscalía Central de Homicidios de la PGJDF investiga los lazos de las víctimas con el narcomenudeo, sobre todo en el caso del triple crimen ocurrido en la colonia Merced Gómez, en la delegación Álvaro Obregón, donde aparentemente un grupo de 10 hombres armados entró en un domicilio buscando una maleta con dinero.
Otro de los casos presuntamente relacionados con la venta de drogas es la ejecución de tres hombres en el perímetro de la delegación Tláhuac, dos de los cuales presentaban en sus cuerpos huellas visibles de tortura.
En esa misma línea, se encuentra la investigación del crimen de un miembro de la Agencia de Seguridad Ciudadana (ASE) del Estado de México, quien fue asesinado cuando viajaba en compañía de su esposa y su suegro por calles de la delegación Iztapalapa, límite con la entidad mexiquense.
Ubicados, pero no detenidos
De acuerdo con el “Reporte General de Puntos de Venta de Drogas”, de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal (SSPDF), la policía preventiva sabe con toda precisión las direcciones de los 969 puntos de venta de droga, detectados tras un operativo de información que concluyó a escasos días que Manuel Mondragón y Kalb dejara la dependencia.
Esta información precisa y abundante está al alcance del jefe de gobierno, Miguel Ángel Mancera Espinosa, pero también del presidente Enrique Peña Nieto, con quien ahora colabora Mondragón y Kalb.
Desde que el Gobierno del Distrito Federal asumió funciones de combate al narcomenudeo en agosto de 2012, se creó la Fiscalía Antinarcomenudeo de la PGJDF que es, hasta la fecha, el cuerpo policíaco encargado de combatir el delito y ha efectuado poco más de 50 cateos a domicilios, previa orden emitida por un juez.
Sin embargo, es insuficiente para la magnitud del problema registrado en el Distrito Federal. El entonces procurador capitalino, ahora secretario de Seguridad Pública local, Jesús Rodríguez Almeida. prometió que la Fiscalía estaría integrada por 120 elementos entre policías, peritos y agentes del MP.
Pero tan solo 25 agentes combaten desde la PGJDF este fenómeno. Si se restan descansos, son apenas 15 efectivos. Por otro lado, la pregunta es si los preventivos conocen con precisión los 992 puntos donde se vende droga, ¿por qué no actúan si tienen facultades para hacerlo?
La venta de drogas al menudeo no es un problema menor, como quieren hacer ver las autoridades, sobre todo cuando el negocio crece y se vuelve próspero. Detectar por qué carreteras, centros de abasto o puerto aéreo ingresa al Distrito Federal es el reto no solo de Mancera, sino de todo México.
Los focos rojos en DF
La radiografía del narcomenudeo de la SSPDF pinta el mapa de la Ciudad de México con innumerables puntos rojos. Casas, departamentos, unidades habitacionales, locales, canchas de futbol, vecindades, tiendas y la vía pública son lugares donde se realiza el comercio de estupefacientes que es patente en las 16 delegaciones y ocurre en diferentes modalidades, horarios y operaciones.
En la calle General López de Santa Ana número 85, colonia Martín Carrera de la delegación Gustavo A. Madero (GAM), hay un inmueble en el que se vende droga, según la SSPDF. “Se localiza cerca del paradero del Metro Martín Carrera, aparte de la venta, consumen en el interior y exterior”.
En la zona norte, que comprende las delegaciones Gustavo A. Madero, Iztacalco y Venustiano Carranza, fueron detectados 207 puntos de venta aparentemente menudeo. En la región poniente de las delegaciones Miguel Hidalgo, Cuajimalpa, Álvaro Obregón y Azcapotzalco, otros 210.
Tan solo en la zona centro, corazón de la capital que abarca el territorio de la delegación Cuauhtémoc, 149.
Mientras que el conteo más numeroso se registró al oriente de la capital, en las delegaciones Iztapalapa y Tláhuac, con 267 direcciones.
Al sur, en las delegaciones Tlalpan, Magdalena Contreras, Coyoacán y Benito Juárez, 159, según contabiliza el reporte de la SSPDF.
En algunos casos, reconoce la autoridad, son viviendas o inmuebles ubicados en colonias de difícil acceso para las patrullas ya que se trata de cerros, callejones o unidades que únicamente permiten la exploración en motocicleta o pie a tierra para no exponer a los uniformados.
Algunos grupos están solapados, alertados y protegidos por sus propios vecinos, quienes tienen claro las actividades que ocurren en la vivienda de al lado, pero por amistad, contubernio o temor no se atreven a denunciarlos ante las autoridades.
En la calle de Estudiante número 50, colonia 25 de julio, en la GAM, “por las noches se concentran dos sujetos, a bordo de un vehículo Jetta color blanco, que se dedican a la venta y distribución de droga y que reciben visitas de varios sujetos y féminas a bordo de vehículos y motonetas”.
En Ángeles número 35, colonia Olivar de los Padres, delegación Álvaro Obregón, se localiza una casa donde “la gente que habita el lugar, la mayoría son familias allegadas o con algún tipo de parentesco y presumiblemente se encuentran coludidos, la calle es muy angosta y de difícil acceso para las autopatrullas”.
En Allende 57, colonia San Mateo Tlaltenango, Cuajimalpa: “Es un local donde asisten muchos jóvenes a comprar videos y drogas y por las noches no se cierra por completo la cortina de la accesoria”.
En Lago San José 78, colonia Granada, Miguel Hidalgo: “A 500 metros, se ubica la empacadora y distribuidora “Bimbo” (algunos trabajadores son consumidores) se ubican canchas deportivas como punto de consumo”.