El voto rural ¿para quién?
Los sufragios de los campesinos definirán al candidato ganador de la elección del próximo 1 de julio. Sin embargo, este sector que antiguamente le era fiel al PRI, ahora está siendo disputado por Morena ante la precaria situación en la que se encuentra
Imelda García[kaltura-widget uiconfid=”38045831″ entryid=”0_4h42hv2r” responsive=”true” hoveringControls=”true” width=”100%” height=”75%” /] Como nunca antes en la historia, el voto en las zonas rurales del país podría definir al ganador de la contienda presidencial.
Las coaliciones Todos por México (PRI, PVEM y Nueva Alianza) y Juntos Haremos Historia (Morena, PT, PES), pelean cuerpo a cuerpo por los votos de los sectores campesinos de toda la nación.
Históricamente, el nivel de participación en las zonas rurales es más alto que en las áreas urbanas, por lo que cada sufragio emitido en el campo se vuelve vital para los candidatos.
Según datos del INE, en 2012 la participación del voto en las ciudades fue del 61 por ciento; en el campo, de 64 por ciento.
En las elecciones intermedias del 2015, el 44 por ciento de los habitantes de las ciudades salieron a votar; en el campo, el índice fue de 54 por ciento.
Los partidos saben de la importancia de cada uno de los votos de los campesinos y sus familias, por lo que han desplegado diferentes estrategias para conquistarlos. El PRI y Morena son quienes tienen más presencia entre los sectores del campo.
El PRI es quien tiene el predominio del voto en las zonas rurales mediante el voto corporativo de organismos como la Confederación Nacional Campesina (CNC), que les proporciona acceso a programas y apoyos gubernamentales.
Es conocido que muchas personas en el campo votan por el PRI no sólo por conveniencia, sino por costumbre o tradición familiar.
José Antonio Meade se ha reunido con sectores campesinos a quienes ha prometido mantener el acceso a los programas sociales y aumentarlos con créditos.
Morena busca romper con esa tendencia con una estrategia novedosa que comenzó a aplicar desde hace algunos meses, el partido quiere acabar con el voto corporativo y ha dedicado esfuerzos a convencer a las bases y liderazgos locales de cambiar su bandera política.
Reuniendo y convenciendo a los líderes de las pequeñas comunidades rurales, emulando la labor de convencimiento que hizo Evo Morales en las comunidades indígenas de Bolivia,Morena busca no sólo ganar más votos, sino establecer redes para el cuidado de las urnas en las zonas más apartadas del país.
Todo esto lo han plasmado las organizaciones campesinas que apoyan a Andrés Manuel López Obrador en el Plan de Ayala Siglo XXI 2.0, la versión moderna de la proclama firmada por Emiliano Zapata en 1911, en la que desconocía a Francisco I. Madero como presidente y lo acusaba de traicionar las causas campesinas.
José Antonio Meade estuvo este fin de semana en Veracruz asumiendo su “Pacto por el Campo”; Andrés Manuel López Obrador firmó ayer la versión remasterizada del Plan de Ayala 2.0 en Zacatecas.
El peso del ‘voto verde’
El campo mexicano se ha ido quedando solo conforme pasan los años; pero los votos que desde ahí se emiten siguen siendo importantes para el resultado de las votaciones.
De acuerdo con cifras del INEGI, en 1950 el 57.4 por ciento de la población habitaba en comunidades rurales; en 1990, la cifra era ya de 28.7 por ciento y para el año 2010 apenas un 22.2 por ciento de los ciudadanos aseguraban vivir en el campo.
Sin embargo, el voto de quienes viven en las zonas rurales todavía sigue pesando en ciertos estados donde ha definido elecciones.
Cifras del INE revelan que en zonas rurales se encuentran 33 millones 161 mil electores, de los 88 millones 875 mil que se encuentran en el padrón electoral de este 2018. Es decir, el llamado “voto verde” representa casi la tercera parte del total.
Enrique Peña Nieto fue quien concentró el apoyo en el campo. Del total del voto rural, el 43.4 por ciento fue para él; Andrés Manuel López Obrador obtuvo el 26.8 por ciento y Josefina Vázquez Mota el 24.4 por ciento del sufragio campesino.
Estas cifras fueron publicadas en el estudio “La geografía electoral del 2012”, auspiciado por la Universidad de California en San Diego, la Universidad de Stanford y la organización México Evalúa.
“Tradicionalmente el PRI se benefició del apoyo electoral en las zonas rurales más marginadas del país. El llamado ‘voto verde’ y la fidelidad de los más pobres hacia este partido estuvo cimentada en prácticas clientelares y en la distribución de apoyos que estratégicamente se otorgaban antes de las elecciones.
Los pobres votaban por el PRI porque de lo contrario, corrían el riesgo de quedar permanentemente excluidos de apoyos como Procampo, títulos de tierra, crédito, fertilizantes, despensas, medicinas, etc. La mayor parte de los apoyos y programas sociales durante la larga época de hegemonía priista fueron administrados con importantes sesgos partidistas”, señala el análisis.
Sin embargo, en el 2012, tras 12 años de gobiernos del PAN, las zonas más pobres y marginadas del país votaron a favor del albiazul. En muy pocos casos, salvo en estados entonces gobernados por el PRD, los campesinos apoyaron a López Obrador.
“Los más pobres prefirieron refrendar los programas sociales que han tenido un impacto efectivo en su bienestar. En efecto, nuestros datos nos permiten evaluar en términos estadísticos la correlación de Seguro Popular y el voto: entre mayor sea la proporción de personas en la sección electoral que pertenecen a Seguro Popular, es más probable que voten a favor de Josefina Vázquez Mota”, concluyó el estudio.
La ‘fidelidad’ de la costumbre
El voto rural es el más fiel al PRI, pero también el más vulnerable a la cooptación por la situación de pobreza de los habitantes del campo que, en su mayoría, son adultos mayores.
Para Irma Patricia Juárez, especialista en movimientos sociales y sociología rural, en las comunidades rurales se han ido quedando sólo los más viejos, quienes tradicionalmente votan por el PRI, porque “ellos estuvieron ahí primero”.
“La cosa (en el campo) es muy inercial, con poca convicción. En el caso de los campesinos es el arraigo a la tierra lo que les da esa identidad (…) es esa idea de que ellos estuvieron ahí primero, ellos lucharon por esas tierras.
“El voto campesino está muy arraigado a las tradiciones y a un sentido de pertenencia; es muy difícil romperlo. Además se tiene que ver que las comunidades tienen ya una fisonomía diferente y si los viejos están ahí, yo creo que el voto se da como consecuencia de eso que recibieron en su momento, que es la dotación de tierras, y los apoyos de diferentes agroindustrias para cultivar”, comentó la experta, en entrevista.
Esta conformación de las comunidades, donde hay más personas adultas mayores que jóvenes, al final sí puede terminar definiendo la elección, sobre todo en un momento en que a pesar de la tradición y la fidelidad al tricolor, la gente está molesta por el empeoramiento de las condiciones de pobreza.
“Los viejos pueden relativamente definir el voto porque, en ese sentido de pertenencia que les construyó la identidad; sí están arraigados, pero si llega alguien, un líder que les ofrece otra cosa, ven una oportunidad. No es oportunismo, es una oportunidad.
“La gente ahora está reaccionando con la mano en el bolsillo porque ya no le alcanza, de que realmente la vida se ha encarecido y ya no es lo mismo lo que recibía un campesino por sus cultivos ahora que antes. Ellos (los adultos mayores) son quienes se han quedado trabajando las tierras porque ya los más jóvenes están en las ciudades, así que son ellos quienes definen el voto en el campo”, aseveró Juárez.
En la elección del 2018, comentó la académica en retiro de la Universidad Autónoma Metropolitana, los campesinos pueden considerar otras opciones políticas si alguien les plantea soluciones distintas a sus añejos problemas.
PRI: el apoyo corporativo
José Antonio Meade, candidato de la coalición Todos por México (PRI, PVEM, Nueva Alianza) ha centrado su estrategia del voto verde en las organizaciones campesinas del tricolor, sobre todo en la Confederación Nacional Campesina (CNC).
La CNC es el sector que aglutina a los campesinos del PRI y tiene representación en los diferentes ámbitos de gobierno que controla el tricolor.
Su líder, Ismael Hernández Deras, es el encargado de coordinar el apoyo de los campesinos al candidato a la presidencia y a través de los liderazgos regionales se moviliza a las personas del campo cuando se hacen eventos masivos para apoyar al abanderado.
El primer evento masivo al aire libre de José Antonio Meade tuvo lugar el fin de semana pasado en Ciudad Cardel, Veracruz, donde la CNC movilizó a 10 mil personas —según sus propios cálculos— para que el abanderado presidencial presentara su propuesta para el campo.
“Vamos a incrementar los programas de forma que los productores del sector social tengan acceso a semilla, a fertilizante, a infraestructura, a insumos de calidad y, sobre todo, a precios justos y accesibles. Vamos a poner orden en la comercialización acercando al productor y al consumidor, eliminando etapas y coyotes. Acerquemos a los productores a la mesa familiar y hagamos así más próspera su economía.
Vamos a focalizar el programa de subsidio al diésel para que el beneficio le llegue de verdad al pequeño productor. Y vamos a hacer realidad algo que el campo cañero conoce bien, habrá seguridad social para los campesinos. Vamos a establecer un seguro contra daños, contingencias climatológicas y que incluya un seguro de vida para cada productor”, prometió Meade.
Sin embargo, al interior de la CNC no todo es miel sobre hojuelas, pues hay un reconocimiento de que las cosas no han salido bien en el campo mexicano.
En ese acto, Yahir Ocaña, represente de los jóvenes de la CNC, también manifestó una serie de exigencias.
“Como la voz de los jóvenes también le digo, señor candidato, que no deseo ver más jóvenes egresados yéndose a los Estados Unidos, siendo meseros en nuestras playas, siendo choferes de taxis y camiones rurales. Eso no es lo que se imaginó cada uno de nosotros cuando estábamos en los salones de clases.
“Señor candidato: esa es una verdadera ofensa para todos. En México somos alrededor de 28 millones de jóvenes que día a día somos excluidos del desarrollo económico y social. Muchos de ellos se convierten en un factor de problemas serios, como es la violencia, criminalidad, narcotráfico y nos convertimos en presa fácil para el crimen organizado”, recriminó Ocaña ante Meade.
La CNC ha prometido al candidato presidencial millones de votos; su dirigente, Ismael Hernández Deras, sin embargo, no es ajeno a que al interior de la Confederación hay descontento por el reparto de candidaturas para esta elección.
En el caso de Óscar García Barrón, diputado por Durango, quien permaneció en el PRI a pesar de que no fue considerado para una candidatura en esta elección, hizo público su descontento en Twitter.
“No se puede defender lo que en esencia no corre en nuestras venas!! Por primera vez en muchos años, el sector campesino de Dgo. queda fuera de posiciones a candidaturas federales. Pregunto: ¿dónde están los falsos redentores”, escribió en su cuenta de Twitter (@OscarOGB) en enero pasado
Hernández Deras ha tratado de evitar el quiebre de la CNC en algunas zonas, pues varios liderazgos locales han decidido cambiar de bandera política.
“No hay tiempo para descanso ni para desencuentros. Algunos estarán en las boletas y a otros nos tocará trabajar para lograr el triunfo no sólo de nuestros candidatos a puestos de elección popular, sino de nuestro precandidato a la presidencia de la República, José Antonio Meade Kuribreña”, dijo Hernández Deras a miembros de la CNC en Zacatecas, en diciembre pasado.
Plan de Ayala 2.0
Del otro lado, en la campaña de la coalición Juntos Haremos Historia (Morena, PT, PES), organizaciones campesinas que se han ubicado como contrarias al PRI se han agrupado para apoyar al candidato Andrés Manuel López Obrador pero lejos del modelo corporativista vertical, donde la instrucción de votar por tal o cual candidato corre de arriba hacia abajo.
No. Los miembros del que han llamado Plan de Ayala Siglo XXI 2.0 han llevado su mensaje a las comunidades campesinas y ahí, en pequeñas reuniones —como si se tratara de un trabajo de evangelización—, explican a los habitantes de las zonas rurales la importancia de cambiar el modelo con que se ha trabajado el campo en México.
Los líderes de las más de 30 organizaciones que incluye este Plan de Ayala remasterizado, apuestan a cambiar el modelo que pone primero la explotación comercial del campo a uno que dé prioridad a la autosuficiencia y luego al comercio.
“Suscribimos este Pacto de organizaciones campesinas y a Andrés Manuel López Obrador para la puesta en marcha de un nuevo Modelo de Desarrollo Rural que tenga como ejes: la Soberanía Alimentaria; la política de Estado; la reorientación del gasto público hacia las pequeñas unidades de producción; el comercio con una agenda de desarrollo; la agroecología; la defensa del territorio, el ejido, las comunidades; las aguas y la biodiversidad; el derecho a la agroalimentación nutricional y a la vida libre de violencia”, establece el Plan firmado ayer en Zacatecas.
Así, desde hace varios meses, el trabajo de las organizaciones campesinas afines a López Obrador ha sido no sólo crear un modelo en el papel, sino hablar de él en las pequeñas comunidades rurales donde organizan asambleas para explicarlo.
Al mismo tiempo que convencen a los campesinos de que voten por López Obrador, las organizaciones del Plan arman una red de defensores del voto en las casillas para el 1 de julio, elemento que ha fallado al candidato en las pasadas dos elecciones presidenciales.
Las organizaciones de campesinos en Oposición le apuestan a que sea el hartazgo social el que mueva el voto a favor de su candidato este 1 de julio.
“Hay enojo social, hay irritación social, hay hartazgo. Y sin duda esas cosas se van a traducir en un voto de castigo al candidato del gobierno. Ha lastimado el desprecio con el que la burocracia trata a los productores; ha profundizado el enojo social el aumento de insumos como la gasolina, el diesel, los fertilizantes, los agroquímicos.
Y por supuesto que hay enojo de que hay baja rentabilidad en el campo porque el gobierno abandonó toda responsabilidad frente a los pequeños productores”, comentó en entrevista Álvaro López Ríos, dirigente de la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas (UNTA).
Hay una gran inconformidad social. Si a esa gran inconformidad social no la organizamos, le damos consciencia y hacemos acciones, entonces no sirve de nada. Lo que estamos haciendo nosotros es organizar la inconformidad social, llamarlos a la lucha.
La lucha es el día de la elección, la lucha es porque no haya fraude electoral, la lucha es para cuidar la elección y la democracia en México”, expresó en entrevista José Narro, líder de la Coordinadora Nacional Plan de Ayala (CNPA).
Ambos dirigentes expresaron que una gran cantidad de liderazgos locales de la CNC han abandonado el proyecto de José Antonio Meade y se han sumado al de Andrés Manuel López Obrador, no sólo porque ven pocas posibilidades de que el PRI gane la elección, sino que abandonan al tricolor molestos por la crisis que vive la gente del campo.
Álvaro López Ríos incluso sostiene que la suma de estos liderazgos —y muchos otros— obedece a que desde el gobierno central y el PRI ya se ha dado por perdida esta batalla electoral.
“Pareciera que se repite el fenómeno del 2000, cuando el presidente en turno (Ernesto Zedillo) entregó el poder. No hay compromisos, no hay nada, están sueltas las cosas, y eso permite que cuadros de las organizaciones tradicionales afiliadas al PRI —incluso personajes importantes del PRI— se hayan incorporado al proyecto de Morena.
Tengo la percepción de que en algunos círculos de gobierno del más alto nivel hay la decisión y la intención de no pelear en contra del candidato puntero, sino de abrirle paso. Creo que se va a repetir ese fenómeno (del año 2000)”, lanzó López Ríos.
Las organizaciones campesinas opositoras han dicho que continuarán su labor en las comunidades durante toda la campaña electoral.