Ellas abortan
Las mujeres interrumpen sus embarazos de forma voluntaria en todo el país. La única diferencia son las circunstancias en que lo hacen. Mientras que las que viven en la CDMX o aquellas que tienen dinero para trasladarse a la capital pueden hacerlo de manera legal y segura, otras realizan las interrupciones de manera clandestina y poniendo en riesgo sus vidas
Mariana Recamier[kaltura-widget uiconfid=”39952882″ entryid=”0_uoez9xfp” responsive=”true” hoveringControls=”false” width=”100%” height=”75%” /]
Victoria tuvo que subir a un avión para interrumpir un embarazo que no deseaba. Desde que salió de su casa se sintió sola en un procedimiento que nunca había experimentado. Lo más fuerte para ella fue enfrentar la soledad mientras abortaba en una ciudad que no era la suya después de arrastrar un cuadro de depresión por dos años.
Ella vive en Jalisco, un estado que sólo permite el aborto si el embarazo es resultado de una violación o la mujer embarazada corre peligro de muerte, de acuerdo con la última reforma del artículo 229 del Código Penal de esta entidad.
En cambio, el artículo 228 del código jalisciense establece que se impondrán de cuatro meses a un año de prisión a quien, voluntariamente, procure el aborto o consienta que otra persona la haga abortar con ese fin y que el procedimiento se efectúe dentro de los primeros cinco meses del embarazo. Si la interrupción se efectúa después de los primeros cinco meses del embarazo se duplicará la pena.
Después de descartar cualquier método irregular en Guadalajara, la joven decidió llamar a Marie Stopes, una organización internacional no gubernamental que brinda servicios de anticoncepción y aborto seguro en 37 países de todo el mundo. En Ciudad de México tiene una red de clínicas.
Victoria recuerda que cuando llamó a Marie Stopes, quienes la atendieron fueron claros con ella y resolvieron todas sus dudas.
Su mayor miedo era que sucediera alguna complicación y preguntó cuáles eran las posibilidades de que eso sucediera.
La respuesta fue: sí hay riesgos y sí se puede dar una complicación. También quería saber si había posibilidades de no volver a tener hijos y le dijeron que sí, pero que eran mínimas.
Con esa información terminó de tomar la decisión y buscó fechas para interrumpir su embarazo. Viajar a la Ciudad de México representaba por lo menos dos días que tenía que estar afuera del trabajo.
Cuando llegó el momento estaba tranquila.
En general, la regulación de la interrupción voluntario del embarazo en México es restrictiva.
Las sanciones por el delito de aborto para las mujeres en el país se clasifican en penas privativas de la libertad —que van desde 15 días hasta seis años—, multas —que pueden ir desde 20 a 300 Unidades de Medida y Actualización (UMA)—, trabajo en favor de la comunidad y diferentes formas de tratamiento médico o psicológico, de acuerdo con Maternidad y castigo, un informe de 2018 realizado por el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE).
Esto provoca que muchas mujeres terminen en prisión. En respuesta a solicitudes de acceso a la información realizadas por GIRE, las secretarías de seguridad pública reportaron tener un registro de 83 personas en prisión preventiva por el delito de aborto, 44 de las cuales son mujeres; así como 53 personas en prisión definitiva, entre las cuales, 19 son mujeres, para el periodo de enero de 2007 a diciembre de 2016.
Es por eso que Victoria prefirió ir a Ciudad de México para interrumpir su embarazo en un contexto legal.
“Me dio miedo porque lo hice sola. No hubo nadie que me acompañara en ningún momento. Salí de mi casa sola ese día al aeropuerto, me fui en mi carro sola, lo dejé estacionado, me subí al avión sola, llegué allá sola, tomé un Uber para ir a la clínica, estuve esperando seis horas desde que llegué hasta que me pasaron porque había mucha gente, estuve sola en el tiempo de espera, sola en el procedimiento y salí sola”.
La joven periodista interrumpió una gestación de entre 5 y 6 semanas mediante el método de aspiración manual con sedación.
A nivel nacional, el sueldo promedio de las mujeres es de 13 mil 300 pesos, en contraste con los 18 mil 710 pesos que percibe un hombre de manera mensual, de acuerdo con los Indicadores de género al cuarto trimestre de 2018 del Inegi
Victoria no tuvo problema en la clínica. Las complicaciones vinieron después. Ella comparte que lo más difícil no fue lo emocional y hormonal. Estuvo deprimida sobre todo porque su menstruación tardó en regresar después del aborto y temía que ya no pudiera tener hijos.
Ante esto, la joven acudió a un primer ginecólogo en Guadalajara después del procedimiento para preguntar por qué no regresaba su regla. El especialista le dio un tratamiento que no funcionó. Después acudió con otro ginecólogo que le dijo que ella estaba arrepentida por realizar un aborto, criminalizándola. Con el tiempo y otro tratamiento volvió a menstruar.
Procedimiento en la oscuridad
No todas las mujeres de los estados donde la interrupción voluntaria del embarazo es penada pueden viajar a la Ciudad de México.
Daniela abortó en un hotel de Guadalajara en 2018 cuando tenía 20 años. En ese momento, la joven no sabía que la Organización Mundial de Salud (OMS) considera el misoprostol como el fármaco más recomendado a la hora de practicar el aborto médico por su baja mortalidad asociada y porque es fácil de conseguir, de conservar, de administrar y es más barato que otros métodos que existían anteriormente.
Ella no sabía cómo se llamaba la sustancia que tenía que tomar para abortar, pero su pareja le otorgó unas pastillas con un nombre comercial que contenían misoprostol.
Daniela se dejó guiar por quien en ese entonces era su pareja. Él le dijo que ya había hecho el procedimiento con una amiga y era muy seguro.
Los dos se citaron en un hotel porque sabían que lo que iban a hacer podía provocar que terminaran en prisión como lo estipula el código penal jalisciense. Ahora Daniela intuye que su entonces pareja la llevó ahí por si había sangrado no dejaran evidencia del delito en sus residencias.
Ella nunca investigó nada sobre el proceso de interrupción con medicamento ni cómo debía hacerlo. Confió en su pareja, quien le provocó una sobredosis, eso derivó en dolores fuertes al expulsar el producto y una hemorragia.
Daniela recuerda que estuvo con sangrados durante tres meses. Su pareja le decía que era normal. Un día se comenzó a preocupar y decidió visitar a un médico. Se le habían enquistado los ovarios y le tuvieron que dar un tratamiento para que se regulara su ciclo.
“Si se hubiera hecho de una manera más inteligente no hubiera sufrido. Tardé tres meses en ir al doctor y ese fue error mío, no verifiqué que la dosis que se me brindara fuera la correcta”.
La ginecóloga y obstetra Karina Muñoz comenta que las mujeres pueden presentar distintas consecuencias graves por realizarse abortos sin saber las dosis que necesitan.
La especialista comenta que algunas mujeres llegan a los hospitales con sangrado abundante después de las interrupciones inseguras y los médicos realizan legrados para detener las hemorragias. En los casos más graves, las jóvenes pierden la matriz.
La ginecóloga agrega que también dan infecciones graves en la matriz por malos procedimientos y se tiene que retirar.
Jazmín es otra joven que también abortó en Guadalajara. La mujer que en ese entonces tenía 20 años interrumpió su embarazo de poco más de 6 semanas con pastillas de misoprostol en la casa de su pareja.
La joven no sabía mucho sobre abortos y en internet encontró un método para interrumpir su embarazo con pastillas e incluso el sitio donde adquirirlas. También localizó las clínicas en Ciudad de México que realizan el procedimiento de manera gratuita, sin embargo, le parecía más complicado y caro porque tenía que pagar el viaje y el hospedaje.
En internet, Jazmín encontró un manual que decía que era necesario introducir cuatro pastillas de misoprostol en la vagina y después de unas horas ingerir cuatro más. Siguió las instrucciones, pero sólo tuvo un sangrado muy leve.
Luego fue con una ginecóloga y le hizo un ultrasonido. La doctora le dijo que el medicamento no había hecho efecto y le entregó una agenda para dar seguimiento al embarazo.
Pero Jazmín no quería ser mamá. Salió del consultorio y se tomó las pastillas que le quedaban. Esas sí le hicieron efecto, pero cómo sólo era una parte de la dosis necesaria no se completó el procedimiento y se sintió mal.
Tuvo muchos escalofríos y presentó sangrado. Luego se sintió mejor, pero después experimentó debilidad, mareos y muchos cólicos. Fue con otra ginecóloga. Le realizó un estudio y le dijo que todavía había restos del producto porque no tomo la dosis completa.
Era muy riesgoso porque podía desarrollar una infección y ya se estaba sintiendo mal. La doctora le dio unas pastillas para expulsar todo, se las tomó y comenzó a sentirse mejor.
Jazmín recuerda lo que vivió para interrumpir su embarazo y le da mucho coraje que el aborto voluntario esté penalizado en casi todo el país. Comenta que ella ni siquiera pudo ir a un hospital cuando se sentía mal porque no podía mencionar que había tomado misoprostol porque podía terminar presa.
Libertad para decidir
Las mujeres que residen en la Ciudad de México tienen más facilidades para abortar. En la capital del país no sólo existen clínicas privadas, sino también más de diez centros médicos públicos que ofrecen la interrupción voluntaria del embarazo de forma gratuita.
Tal es el caso de Alejandra, una psicóloga que abortó a los 26 años en el Hospital Materno Infantil Tláhuac. Los médicos le realizaron el método de aspiración de forma gratuita y una hora después ya estaba de regreso en casa.
La joven cuenta que las personas de la clínica fueron muy amables y se sentía tranquila porque la acompañó su pareja. Lo único que no le gustó fue el trato que le dio una trabajadora social.
Alejandra considera que la empleada la trató como si fuera incapaz de comprender lo que le explicaba justo después de que ella dijo que su escolaridad llegaba hasta bachillerato. La actitud de la mujer cambió cuando la joven le dijo que estaba estudiando psicología, pero aún no estaba titulada.
No obstante, cuenta que el resto del proceso estuvo bien. Nadie la cuestionó por abortar ni quiso cambiar de opinión. Ese mismo día regresó a cuidar a su hija, pero no le comentó a su familia que había realizado el procedimiento para evitar comentarios innecesarios.
De acuerdo con las últimas estadísticas del Sistema de Información de Interrupción Legal del Embarazo, en la Ciudad de México se realizaron 205 mil 580 abortos de abril de 2007 al 31 de diciembre de 2018.
Del total de mujeres atendidas en la capital del país, 63 eran extranjeras, 143 mil 775 de Ciudad de México, 53 mil 992 del Estado de México y los demás del resto de entidades.
Estas mujeres tuvieron que cubrir ciertos requisitos para poder acceder al aborto legal y gratuito.
Además de tener hasta 12 semanas de gestación, las mujeres residentes de la Ciudad de México necesitan una identificación oficial, comprobante de domicilio, una hoja de gratuidad que te dan en la clínica e ir con un acompañante que lleve una identificación oficial.
De acuerdo con los datos más recientes de Marie Stopes México, el 63 por ciento de las mujeres que acudieron por una interrupción del embarazo tenía entre 20 y 29 años durante 2018.
Durante ese año, el 40 por ciento de mujeres que asistieron a algún centro de Marie Stopes México se realizaron el procedimiento con medicamentos y el 60 por ciento con aspiración manual endouterina.
Activistas de distintos colectivos consideran que lo ideal es que se copie la legislación de Ciudad de México en el resto de estados para que se logre una legislación nacional.
No están solas
No todas las mujeres que interrumpen su embarazo de forma voluntaria en los estados lo hacen sin información ni acompañamiento.
Morras Help Morras es un colectivo que apoya y asesora a las mujeres en situación de aborto en contextos adversos.
Dahlia de la Cerda, integrante de Morras Help Morras, dice en entrevista que ella inició el colectivo de forma autónoma cuando decidió brindar información y acompañamiento a mujeres que querían abortar.
Empezó con esta tarea porque ella abortó antes de que fuera legal en Ciudad de México. Su intención era replicar la ayuda que había recibido de Mujeres sobre las olas, una organización que previene embarazos no deseados y abortos insalubres a lo largo del mundo.
Después de un periodo en el que Dahlia ayudó a otras mujeres al compartir información cara a cara, decidió abrir un sitio web con todos los detalles sobre métodos de interrupción del embarazo y usó un número telefónico sólo para brindar asesorías.
“Era desde la herida. No quería que ninguna otra mujer estuviera sola, angustiada con información sesgada y alarmante, para que abortaran más o menos en las condiciones que yo lo hice dado el contexto prohibicionista”, explica Dahlia.
Cada vez le llegaron más casos y dos de sus amigas se sumaron al proyecto para poder ayudar a más mujeres. En este momento son cuatro integrantes capacitadas para dar información y acompañamiento.
Cada seis meses o cada año asisten a cursos integrales, en donde a todos los grupos que manejan el tema del aborto en México los capacitan sobre temas legales y médicos.
La primera ayuda que ofrecen es información mediante la página web abortasegura. com.mx. En la plataforma se encuentra todo lo necesario para que una mujer pueda abortar de forma segura y localizar las clínicas en Ciudad de México y sus requisitos.
También se pueden consultar los protocolos para aborto en casa con misoprostol. Incluye toda la información detallada y el manual breve para este procedimiento, preguntas frecuentes y algunas estrategias de autocuidado y los contactos de las integrantes del colectivo.
“Esta información es libre y nosotras constantemente la difundimos a través de nuestras redes sociales porque creemos que el conocimiento es un bien común y tiene que difundirse sin intermediarios”, asegura Dahlia.
También tienen varias líneas para contestar dudas más específicas, tales como formas de identificar si tiene anemia o problemas por alergias a métodos anticonceptivos.
Entre todas las mujeres que ha ayudado, Dahlia recuerda a una joven evangélica a la que su familia amenazó con denunciarla a la policía y entregarla si se realizaba un aborto, entonces las integrantes de Morras help morras tuvieron que fingir un aborto espontáneo para que la familia no la entregara a las autoridades.
“Eso me quedó muy grabado porque generalmente lo hacen solas, sin que nadie las apoye, sin que nadie esté con ellas, y que la misma familia las amenace con criminalizarlas, me pareció muy triste y muy grave”.
El colectivo tiene dos formas de contabilizar la ayuda que otorgan. Una es el tráfico en su página web. En su sitio reciben cien visitas diarias en promedio, lo que más visitan es el manual de aborto en casa y son pocas las que leen las preguntas frecuentes o las que dan click en acompañamiento.
Además, todas buscan la información directa y las solicitudes de información en las dos líneas de Whatsapp, Twitter y la página de Facebook. Tienen entre cinco y siete contactos diarios.
Mediante encuestas, el colectivo también tiene registro y conocimiento de que las contactan mujeres de todas las entidades del país.