Cada vez hay más mujeres en el sector laboral mundial y aunque las diferencias persisten en todos los niveles –sobre todo en puestos directivos–, lo cierto es que poco a poco ha ido mejorando la equidad de género, en las últimas décadas.
Por ejemplo, solamente el 5 por ciento de los CEO de las grandes empresas estadounidenses corresponde a mujeres. ¿A qué se debe? Por un lado a la discriminación residual y por otro a un motivo común: las mujeres –y no los hombres– planean tener niños.
Un nuevo estudio pone sobre la mesa un tercer factor que podría estar en juego para explicar la poca actividad de las mujeres en los puestos directivos: a diferencia de los hombres, ellas ambicionan en menor medida mejores puestos de trabajo, porque prefieren “otras” cosas en la vida.
Así lo estipuló en su nuevo artículo Francesca Gino, conferencista, escritora y profesora en la Business School de la Universidad de Harvard.
Gino y sus colegas llevaron a cabo estudios sobre diversos grupos de hombres y mujeres en los que concluyeron que las preocupaciones de las féminas sobre las desventajas de género o el desgaste emocional frente a los conflictos y grandes responsabilidades que otorga un puesto de poder, a menudo hacen menos deseable alcanzar tal ascenso, a diferencia de los hombres que lo perciben mucho más deseable.
Este análisis fue publicado en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences y aborda el hecho de que es evidente que las mujeres no están lo insuficientemente representadas en los puestos de alto nivel dentro de los grandes organismos.
Respecto a ello, una gran cantidad de investigaciones han proporcionado pruebas de que los prejuicios y la discriminación dan lugar a la perpetuación de esta disparidad de género, sin embargo, en esta investigación se explora otra explicación y es que los hombres y las mujeres ven el progreso profesional de manera diferente.
¿Qué buscan las mujeres?
En el estudio de Gino se le pidió a los encuestados –desde universitarios hasta ejecutivos– enlistar sus principales motivaciones de vida, especialmente aquellas que influyeran más profundamente en su comportamiento y personalidad.
La encuesta se basó en ocho grandes categorías: estar en una relación comprometida, que estaría incluida en la opción de “afiliación”. Tener muchos subordinados en el trabajo, que estaría bajo la opción de “poder”. O, ganar un torneo deportivo que estaría en “logro”.
De entrada, en este ejercicio las mujeres presentaron más metas personales que los hombres. Pero tan solo una proporción reducida de mujeres relacionó sus metas con el ámbito laboral como un objetivo esencial de realización personal.
En contraste con los hombres, que sí eligieron más objetivos personales en la categoría de “poder”.
Las mujeres, según explica el estudio, otorgaron un mayor rango de importancia a formar una familia (afiliación) o mantenerse en forma (crecimiento personal y de la salud). Uno de los ejercicios muestra de forma más directa, a través de la asociación de palabras, que los hombres y las mujeres tienen diferentes percepciones de lo que sería tener y ejercer más poder en el trabajo.
En esto, las mujeres seleccionaron connotaciones más negativas que los hombres. El mismo estudio también encontró que las mujeres intuyen un mayor conflicto entre una ascensión laboral hipotética y sus otros objetivos en la vida, en línea con la anterior conclusión, de que muchas de sus otras prioridades son “más apasionantes” que solo tener poder laboral.
Estando preocupadas sobre como esta actitud frente a los logros laborales podría estar afectando la participación de las mujeres en los puesto de poder, Francesca Gino y su equipo polemizan sobre si las mujeres están mas preocupadas por los estragos del poder y el avance laboral, que los hombres.
“En comparación con los hombres, las mujeres tendieron a ver los altos puestos laborales como algo menos deseable”, señaló Gino, “ya que las mujeres presentaron más rechazo frente a este ascenso por los conflictos, problemas, preocupaciones y situaciones comprometidas que conlleva el poder, como factores suficientes para rechazar dichos puestos”.
“Esta asociación de puestos de alto nivel con ‘conflicto’, explica la relación que existe entre el género y el deseo del ascenso profesional”, subrayó Gino.
Si bien estos hallazgos revelan que los hombres y las mujeres tienen diferentes percepciones sobre lo que es el “poder” y lo que significa la experiencia de tener un puesto de alto nivel, esto se nutre además de las implicaciones negativas que acarrea para la salud física y psicológica de las mujeres frente a la disparidad de género que existe en las bajas, medias y altas esferas de las jerarquías institucionales.