Entrevista Adolfo Hellmund y Rogelio Ramirez de la O
Adolfo Hellmund
¿Qué opina de la Reforma Energética?
En el equipo de Andrés Manuel creemos que se requiere una reforma energética, pero muy diferente a la propuesta por el PRI y el PAN. Estos dos partidos proponen lo mismo: privatizar Pemex. Lo disfrazan de introducir “capital privado”, sin plantear la privatización total, pero sólo hay que ver la historia de cómo se privatizó la banca y es exactamente lo mismo: se inició con capital minoritario y se acabó privatizando totalmente.
Indigo StaffAdolfo Hellmund
¿Qué opina de la Reforma Energética?
En el equipo de Andrés Manuel creemos que se requiere una reforma energética, pero muy diferente a la propuesta por el PRI y el PAN. Estos dos partidos proponen lo mismo: privatizar Pemex. Lo disfrazan de introducir “capital privado”, sin plantear la privatización total, pero sólo hay que ver la historia de cómo se privatizó la banca y es exactamente lo mismo: se inició con capital minoritario y se acabó privatizando totalmente.
Los resultados de las privatizaciones están a la vista, tanto en la banca como en las telecomunicaciones, por citar sólo dos ejemplos: por un lado, grandes fortunas; por otro lado servicios caros y de baja calidad.
A nosotros nos parece riesgosísimo que un insumo tan importante para la competitividad de un país quede sujeto a prácticas oligopólicas que se traducirían en precios altos y pérdida de competitividad de la industria nacional. Por si lo anterior fuera poco, esta privatización es inconstitucional.
Por esta razón, la reforma energética que proponemos es totalmente distinta, y tiene la ventaja de que no requiere cambios constitucionales. Proponemos eliminar el derroche y la corrupción en Pemex y la CFE.
Proponemos que puedan operar con autonomía de gestión y presupuestal, como verdaderas empresas, como ya lo hacen con mucho éxito las empresas públicas de energía en Brasil, Francia o Noruega. Esto permitiría que se tomaran las decisiones de inversión adecuadas, sin limitaciones financieras artificiales que impiden que las empresas se manejen racionalmente.
El objetivo final es muy sencillo: proveer de energía a precios razonables a consumidores e industria y, al mismo tiempo, capitalizar a Pemex y CFE. Adicionalmente, proponemos que las compras de estas empresas lleguen a tener un contenido nacional de 80 por ciento contra el 20 por ciento actual, con lo que se generaría una demanda para empresas nacionales de aproximadamente 30 mil millones de dólares por año, con lo que a su vez se generarían muchos miles de empleos bien pagados para técnicos, obreros y profesionistas mexicanos.
Esta profunda reforma energética que proponemos permitirá que el sector se convierta en auténtica palanca de desarrollo para México.
¿Cuáles serían los principales cambios a las políticas del sector?
En primer lugar, los precios se fijarían para que las empresas mexicanas no tuvieran que pagar más que sus competidores en el extranjero; también se tendría como objetivo fortalecer el poder adquisitivo de los consumidores; el objetivo ya no sería el financiar el derroche en el gasto público, que tan ofensivo es para el ciudadano.
En términos de la operación de las empresas, se restablecería una planeación integral del sector, ya que hay muchas sinergias entre Pemex y CFE que no se aprovechan, por ejemplo, en cogeneración. En el caso de Pemex, algunas de las principales acciones serían: fusionar los diferentes corporativos, con el consiguiente ahorro; reorientar la inversión de zonas improductivas, como Chicontepec o Burgos, a zonas más productivas; construir las refinerías para dejar de importar 30 mil millones de dólares al año de gasolina; invertir en exploración lo suficiente para ir subiendo gradualmente las reservas probadas de crudo; invertir para aprovechar el gas natural que hoy se quema, y que cubriría una parte importante del consumo nacional; invertir en petroquímica básica para apoyar a la petroquímica privada y dejar de importar el 80 por ciento del consumo nacional de petroquímicos (casi 30 mil millones de dólares al año); determinar el potencial de los yacimientos de “shale gas” y, de ser financieramente viables, invertir en su desarrollo.
En el caso de la CFE, las dos políticas de mayor prioridad serían: aumentar el porcentaje de utilización de la capacidad de generación propia y reducir el robo de energía. Adicionalmente, en las dos empresas se implementarían los programas de austeridad y combate a la corrupción; también se le daría prioridad a desarrollar proveedores para lograr una integración nacional de 80 por ciento.
Cuando habla de corrupción, ¿se refiere a los sindicatos?
Yo creo que la mayoría de los obreros y funcionarios son honestos. Pero no hay duda que existe corrupción en muchos de los tomadores de decisiones importantes, tanto funcionarios como líderes sindicales. Ahí es donde vamos a combatir la corrupción.
¿Están planteando aumentar los subsidios en la energía?
Hay mucho de mito en el tema de los subsidios. Lo primero que se debe hacer es transparentar los costos reales de las empresas, porque hay muchas distorsiones para mostrar costos o pérdidas que no existen.
Muchos mexicanos creen, por ejemplo, que Pemex pierde dinero. Sin embargo, Pemex, a pesar de la corrupción y mala administración que lo aquejan, es una de las diez empresas más rentables del mundo, antes de impuestos.
Claro, después de que le cobran impuestos superiores a su utilidad, termina perdiendo, pero eso le ocurriría a cualquier empresa que tuviera ese régimen fiscal. De hecho, Pemex paga entre dos y tres veces lo que pagan de Impuesto sobre la Renta TODAS las empresas privadas de México JUNTAS. Pero eso nadie lo sabe.
Entonces, regresando al tema de los subsidios, la política va a ser tener precios que sean razonables, ya tomando en cuenta los costos reales y los programas de austeridad y combate a la corrupción. Esos precios van a permitir una situación financiera sana de las empresas sin lastimar la competitividad de la industria ni el bolsillo del ciudadano.
Esto último es muy importante actualmente, por el reducido poder adquisitivo de los ciudadanos, que requieren un alivio inmediato, para evitar un deterioro todavía mayor de la situación social. El gobierno de AMLO tendrá un fuerte compromiso con la sociedad en este sentido.
¿Qué opina de los productores independientes de electricidad?
Opino lo mismo que opinaría cualquier empresa sobre cualquier proveedor de servicios: se justifica si ofrece el servicio a menor costo de lo que lo puede hacer la empresa misma, y siempre y cuando se pueda hacer “outsourcing” sin riesgos estratégicos.
En este tema, en los últimos años, no se han tomado las decisiones en Pemex y la CFE atenidas a estos criterios. Se ha hecho “outsourcing” de muchas actividades, muy rentables, más por motivos ideológicos que por consideraciones racionales de costo-beneficio. Y por supuesto, atendiendo intereses privados por sobre el interés público.
El Lic. López Obrador ha dicho que se van a respetar todos los compromisos adquiridos. Sin embargo, las decisiones de aquí en adelante se van a tomar dándole prioridad al interés público, como siempre debió de ser. Y, por supuesto, respetando los ordenamientos legales, que creemos que en muchos casos, no se respetaron.
Hay muchas críticas al planteamiento de refinar en México. ¿Cómo lo justifican?
Refinar es negocio, en México y en China, literalmente. Por eso se refinan 80 millones de barriles diarios en el mundo. Y los refinan, por cierto, algunas de las empresas más rentables del mundo. Es más probable que estén equivocados los que dicen que no es rentable a que estén equivocadas Exxon, Shell y compañía.
Nosotros hemos hecho corridas financieras, y con la inversión requerida para una refinería de 150 mil barriles diarios, que es de 3 ó 4 mil millones de dólares, y con los márgenes de refinación actuales, la refinería se paga en 3 o 4 años a partir de su puesta en marcha. Con márgenes más reducidos, como los del 2009, por la crisis, la refinería se pagaría en 6 ó 7 años.
Las tasas internas de retorno (TIR) andan entre 10 por ciento en un caso pesimista hasta arriba del 20 por ciento en casos más optimistas. Si pensamos que Pemex, en el entorno actual de tasas de interés bajas, puede obtener financiamientos a largo plazo a 5 por ciento o menos, sería un error grave no invertir en refinación inmediatamente.
Hay razones adicionales para hacerlo, como la seguridad energética nacional (hoy importamos la mitad de la gasolina que consumimos), la derrama económica que se genera en su construcción, etc.; sin embargo, como decisión financiera pura, es conveniente. No sólo por el rendimiento, sino porque al estar integrada la empresa, sus resultados son mucho más predecibles, menos volátiles.
El resultado de toda la cadena de valor, desde crudo y gas hasta petroquímicos es mucho menos variable que el de sus elementos individuales. Los altibajos en los precios del crudo (de 10 dólares el barril hace algunos años a más de 100 dólares actualmente) o el gas (al revés, con una caída de más de 75 por ciento en sus precios en pocos años) así nos lo muestran.
Se dice que un obstáculo al desarrollo de las empresas del sector es la falta de tecnología
propia, ¿qué nos puede decir al respecto?
Una de las mayores perversidades de la política neoliberal y de destrucción de valor de las empresas públicas de energía ha sido el desmantelamiento de las capacidades tecnológicas de las mismas.
Los institutos Mexicano del Petróleo y de Investigaciones Eléctricas han sido reducidos a una fracción de lo que fueron. En paralelo, se han jubilado o despedido a muchos profesionistas calificados de PEMEX y CFE. Incluso, empresas privadas, como Bufete Industrial, con miles de ingenieros mexicanos en su nómina, desaparecieron, por adjudicarse contratos a compañías extranjeras.
Lo peor es que en gran medida esto se debió a que se exigía financiamiento de los contratos, que los extranjeros podían ofrecer, apoyados por sus bancos, mientras que los mexicanos no, por carecer de ese apoyo. Paradójicamente, los mexicanos eran discriminados en su propio país, por las políticas públicas erradas. Bueno, para qué seguimos con historias tristes. Lo positivo es que existe en México el talento para reconstituir las capacidades tecnológicas; es mundialmente reconocido el ingenio del mexicano.
Con el apoyo decidido de un gobierno nacionalista, vamos a reconstituir las capacidades tecnológicas en pocos años. Si los brasileños, que no tenían industria petrolera lo pudieron hacer, nosotros con una tradición de muchos años, no vamos a tener problemas. Sólo requerimos que llegue al poder un gobierno que crea en que los mexicanos sí podemos y esté dispuesto a apoyarnos.
Afortunadamente, esto va a pasar en pocas semanas, gracias al convencimiento de los ciudadanos de que se requiere un cambio de rumbo, un cambio verdadero.
¿Cuál es la política respecto de las energías renovables?
Hay que apoyarlas decididamente, de acuerdo a un Plan Nacional de Energía que maximice el aprovechamiento sustentable de los recursos con los que cuenta el país.
Aquí yo incluiría los recursos tecnológicos, humanos y empresariales. Deberíamos darle preferencia a la tecnología, a los técnicos y a las empresas mexicanas en el desarrollo de estas fuentes de energía.
¿Alguna conclusión?
Que el sector energético se va a convertir en la palanca de desarrollo del país, al brindar energía competitiva a la industria y al generar en forma directa e indirecta muchos miles de empleos bien pagados a obreros, técnicos e ingenieros mexicanos, tanto en el sector público como en el privado.
Rogelio Ramírez de la O
¿Qué prioridad asigna su proyecto a la estabilidad macroeconómica?
La estabilidad es indispensable para el éxito de cualquier estrategia económica; más aun cuando planteamos un cambio a fondo de dicha estrategia.
Por lo tanto debemos asegurar la estabilidad y asignarle la más alta prioridad junto con el crecimiento y el bienestar social. Si no tuviera esta máxima prioridad, los electores no sabrían cómo evaluar las ventajas de nuestra propuesta económica, pues es de dudoso valor proponer más empleo si esto es costa de mayor inflación o endeudamiento.
Al igual que muchas enfermedades, tanto la inflación como el endeudamiento cuando inician se vuelven muy difíciles y costosos controlar. Por ello el requisito de la estabilidad.
2.- ¿Y no estorbará la estabilidad macroeconómica al logro de su proyecto de aumento de inversión pública en montos tan ambiciosos como lo ofrece López Obrador?
El actual nivel de gasto público total, de 25.5 por ciento del PIB es demasiado alto y por ello en el mismo cabe un aumento significativo de inversión pública, así como mayores recursos a inversión social, siempre y cuando se recorte el gasto improductivo.
La diferencia entre nuestro proyecto y el actual del PAN, así como los proyectos del PRI desde 1983, es que en este volumen de gasto nosotros vemos una gran cantidad de corrupción, desperdicio y redundancias y ellos, en cambio, lo ven como un gasto que resulta insuficiente.
De ahí que ellos insistan en el IVA en medicinas y alimentos, cuando nosotros insistimos en mejor bajar el gasto improductivo y combatir la corrupción.
Lo que proponemos es redistribuir el gasto y aprovecharlo más sin el lastre de la corrupción y la ineficiencia que la corrupción causa. Así, las cosas, el gasto total fue en al año 2000 el 19.5 por ciento del PIB. De ahí a la cifra actual hay 6 puntos porcentuales de diferencia de los cuales 4 puntos corresponden a gasto corriente, es decir, gasto de mantenimiento del aparato público y sus programas, sin incluir inversiones.
El porcentaje de inversión pública directa no ha pasado del mismo monto que tenía en 2000 de 1.5 por ciento a 2.0 por ciento del PIB, aunque en años recientes este monto aumentó sólo en la contabilidad, por la inclusión del pago de Pidiriegas de Pemex, resultado de la reforma energética de 2008.
En nuestro proyecto la inversión pública directa debe duplicarse, para dar cabida a proyectos de desarrollo regional que son indispensables, por un lado para solucionar problemas graves hoy.
Por el otro, para aprovechar la oportunidad de sacar a regiones abandonadas de su letargo, en donde la inversión pública es necesaria para atraer inversiones privadas. Un ejemplo de los primeros son los distritos de riego que requieren modernizarse para evitar inundaciones y asegurar el manejo racional del agua. De los segundos, el aeropuerto de Tizayuca, Hidalgo, la pavimentación de las cabeceras municipales o el corredor en el istmo de Tehuantepec.
Todo esto y más se debe lograr con el mismo Presupuesto que hoy existe más una mejora en la recaudación y el efecto favorable de una mayor tasa de crecimiento económico. Lo anterior ilustra que nuestro énfasis estará puesto en la reingeniería del gasto público.
3.- ¿ Por qué tanto énfasis en reducir el gasto cuando la recaudación es menos del 11% del PIB?
Sí, la recaudación es menos del 11 por ciento del PIB, pero en México el Presupuesto recibe otros 6 puntos porcentuales del PIB del ingreso petrolero, de manera que lo que se lleva a Presupuesto de Egresos son 17 puntos porcentuales del PIB. A éstos luego se agregan los ingresos de los organismos y empresas y el endeudamiento de cada año, de donde llegamos a 25.5 por ciento del PIB.
Sabemos que la recaudación es baja, aunque las tasas de impuestos son altas. Esto describe una situación que no se va a corregir fácilmente hasta que se implante una cultura del pago de impuestos y desde luego deben pagar más quienes ganan más.
Esa nueva cultura pasa antes que nada por un clima de renovación de confianza en el gobierno; de que está gastando bien el dinero de todos; y luego por una reorganización de esquemas y aparatos de administración de impuestos.
Antes de cumplirse estas condiciones, cualquier aumento de impuestos va a tener poco éxito, como ya lo atestiguó el IETU (el cual recauda menos de una tercera parte lo que el gobierno esperaba recaudar) o el impuesto a depósitos en efectivo.
Extender el IVA en medicinas y alimentos sería un error, no sólo por ser tan regresivo y dañino para las familias más pobres, quienes más gastan en estos productos como proporción de su ingreso. Sino también por la gran economía subterránea y el alto grado de evasión, los cuales aumentarían con la extensión del IVA.
Lo que planteamos en materia de impuestos es, primero, demostrar a los contribuyentes que su dinero se gasta bien. Y luego, simplificar el sistema de impuestos, mejorar la recaudación con medidas de eficiencia y contribuir a crear el clima idóneo para mayor crecimiento económico. Por eso nuestro énfasis inicial está en el gasto.
4.- ¿Entonces en que renglones aumentaría la recaudación?
Tenemos una meta de aumento de recaudación de 200 mil millones de pesos. Esta es una meta razonable, pues se puede cumplir cancelando algunos regímenes especiales que no se justifican en el interés de la economía nacional.
La mayor parte de estos regímenes está en el impuesto sobre la renta y vienen a representar grupos de contribuyentes que no pagan o bien que pagan con tasas muy bajas, debido a las lagunas que tiene el impuesto.
En la mayoría de casos estos grupos se han amparado en el giro principal de su actividad para no pagar el ISR, pero también hay casos en los que el gobierno dio a contribuyentes la facilidad para deducir en exceso o bien diferir partes importantes de sus ingresos. Tenemos en mente cuáles son estos regímenes especiales, aunque antes de hacer una propuesta concreta al Presidente, realizaremos una evaluación rigurosa de su contribución y utilidad pública.
5.- Aun así, los proyectos sociales que su candidato a la Presidencia ha anunciado parecen ser muy cuantiosos: ¿cómo asegurarían que los programas sociales no se desbordaran?
Primero, el candidato López Obrador ha hecho el compromiso de que no habrá endeudamiento más allá de lo que hoy existe y que asciende a 2.5 por ciento del PIB.
Como se explicó arriba, esto es porque a partir de 2009 se contabilizó como parte del Presupuesto el pago de la deuda de Pidiriegas de Pemex, que asciende a 2 por ciento o 2.5 por ciento del PIB. Es decir, para el resto del Presupuesto, el endeudamiento ha sido muy menor y así queremos que siga.
En segundo lugar, su experiencia como Jefe de Gobierno del DF mostró que conforme avanzó su sexenio la cifra de endeudamiento fue bajando y en los últimos dos años, antes de salir del Gobierno, el GDF tuvo desendeudamiento.
Esto es para López Obrador un estilo de administración de los recursos. Él, como nosotros, está convencido de que es posible hacer mucho más con el nivel de gasto de hoy.
En el caso de que ocurran caídas inesperadas de ingresos o aumento de egresos por emergencias imprevistas, lo que haríamos sería buscar mayores economías en el resto del gasto, recortando o posponiendo gastos que inicialmente ya se habían considerado.
6.- ¿Cómo enfrentarían presupuestalmente una gran recesión mundial o un desplome de precios del petróleo?
Cualquier choque que venga del exterior o del interior y que no haya sido previsto en nuestro Presupuesto tendría que ser enfrentado con un programa especial de ajuste. Esto significa que trataríamos de no dañar los programas de inversión pública ya en marcha o de los cuales dependen otros planes de inversión, así como tampoco el gasto social.
Esto, porque trataríamos de que la demanda agregada de la economía no sufra en exceso al nosotros tener que efectuar reducciones de gasto en varios sectores. Por lo tanto estaríamos obligados a buscar más economías y eficiencia los programas de gasto de menor prioridad, a fin de que el ajuste afecte lo menos posible al nivel de actividad general.
Estaríamos igualmente haciendo y actualizando constantemente todos los escenarios macroeconómicos para calibrar en cada caso las mejores respuestas a choques externos.
7.- ¿Por qué apoya usted en lo personal a López Obrador y su proyecto?
Siempre he trabajado con el sector privado y como consejero con un sector de empresas internacionales en donde hay gran exigencia con metas de cumplimiento de sus planes y estrategias ambiciosas. En este ámbito no hay ideologías, sólo hay hechos y no se analizan discursos ni posturas políticas, sino sólo realidades y hechos.
Esos hábitos me obligaron a observar cada detalle de la política económica mexicana desde principios de los 1980s y a hacer mis propias evaluaciones sobre el riesgo, la oportunidad y el potencial de crisis, muchas veces en contraste con las opiniones de los gobiernos.
Así, todo lo que he observado en el desempeño de México desde las reformas económicas de los 1980s ha dejado mucho que desear. Después de las privatizaciones de Carlos Salinas y del rescate de los bancos con el Fobaproa, mi decepción sobre la calidad del liderazgo político mexicano se desplomó.
Al mismo tiempo entendí que casi todo el liderazgo político y empresarial de México y gran parte del liderazgo llamado intelectual está comprometido, casi siempre económicamente, con esta simulación de economía de mercado que en realidad no lo es.
López Obrador es en mi opinión el único líder político que entiende esta situación y que puede ofrecer el pragmatismo político que se necesita para cambiar con orden las cosas importantes que haya que cambiar. No está dispuesto a ser parte de la corrupción y tiene gran sensibilidad política para anticipar lo que es políticamente viable y lo que no es.
Al mismo tiempo, tiene un gran sentido de la administración, de la austeridad y gran visión sobre los proyectos de desarrollo que valen la pena. Por eso fue el primero en hacer los segundos pisos contra mucha opinión en contra. También, en ofrecer la pensión a adultos mayores. En la ciudad de México innovó con inversiones público-privadas en la renovación del centro histórico y luego en el Metrobús. Tiene gran cercanía y se gana de manera natural el apoyo de la gente y eso le da gran liderazgo que no he visto en ningún otro líder político en México desde que trabajo como analista. Por eso lo apoyo.