Los arreglos de flores y los recuerdos que los familiares y seres queridos de las víctimas que fallecieron en el edificio 168 de la calle Bolívar y Chimalpopoca no alcanzan para disimular las huellas de la tragedia que dejó el sismo de hace un año.
En el lugar perdieron la vida 21 personas y sólo hubieron 2 sobrevivientes.
Ahora, las paredes y el piso del predio están cubiertos con muchos tipos de mensajes.
En aerosol color negro destaca uno que sobresale en las alturas y culpa a la corrupción del gobierno por la tragedia ocurrida.
“Ni una más sepultada por la corrupción”, lee la frase.
En esa misma pared, que a su vez funge como frontera con la escuela primaria Simón Bolívar, hay otra leyenda que dice “la vida de una costurera vale más que todas sus máquinas. ¡Justicia!”
Mientras que en la parte central del muro, familiares de dos víctimas pintan los nombres de las personas que perdieron: Hellen y Teresa, mientras esperan la alarma sísmica.
El olor que viaja con el viento y ayuda a secar las pintas carga consigo un aroma de abandono y podredumbre.
Pues en el piso se observan restos y basura de todo tipo: peluches de la fábrica de juguetes que ahora solo existe en la memoria, telas que se utilizaban en la fábrica de bisutería; latas de cerveza y hasta huesos de animales muertos.
Moscas vuelan en los alrededores. La gente llora. Entonces comienza a sonar la alerta sísmica y los puños de los presentes se elevan al cielo.
El silencio invade inmediatamente el lugar. Los familiares de las víctimas se abrazan y ofrecen una plegaria.
Cesa la alarma y se alza un canto. Es el himno nacional. La piel se enchina. Todo termina con un aplauso colectivo y un ¡Viva México!
Las flores que los familiares de las victimas repartieron entre los presentes son colgadas una a una o en ramos de los alambres del muro que alguna vez sirvieron para construir el inmueble que se derrumbó en el sismo del 19 de septiembre.
Pasa poco tiempo antes de que la multitud se disperse. Cada quien regresa a las labores que dejaron antes de venir al homenaje. Cada quien regresa a esa nueva vida que inició después de la tragedia de hace un año.