Hace 6 años vendía artículos deportivos, ahora Joshúa Maya es uno de los comentaristas de deportes más leídos en Twitter.
Ophelia Pastrana no conduce ningún programa de televisión ni de radio, pero es una referencia obligada entre la comunidad LGBT. Paulina Chavira no pertenece a la Academia Mexicana de la Lengua, pero sus tuits corrigiendo errores de ortografía tienen más impacto que cualquier académico del país.
Los fenómenos virales como los XV de Rubí o Lady Wuu –que fueron tendencias en las redes sociales esta semana- han revelado el apetito voraz que tienen las marcas por posicionar sus productos en Twitter, Facebook, You Tube y a través de los influencers, que se han convertido en
piezas clave en sus campañas publicitarias.
Hoy los influencers en las redes sociales son los principales precursores de la publicidad de boca en boca, vieja estrategia del marketing.
En eso se basa su éxito. Ellos son la garantía de la calidad de un producto o el medio para imponerlo como moda… sutilmente.
“Proveedores de Internet que ponen en el espectacular que dice ‘El internet más rápido de México’ y tu dices ‘¡No, claro que no te creo!’ pero si alguien en un video de YouTube dice ‘a mi me funcionó’, puede que tú si le creas porque está poniendo su nombre como para validarlo”, dice Ophelia Pastrana, influencer que antes fue manejadora de youtubers.
Además, para Gabriela Meza está claro que el consumidor millennial no puede ser subestimado, ya que de sentirse manipulado no consumirá un producto.
“Cuando la gente sabe que les estas tratando de vender algo, no lo quiere, entonces ¿porqué no mejor hacerlo natural?”, argumenta.
Todo pareciera indicar que la publicidad de los grandes comerciales que marcaron a una generación, como los de Michael Jackson promocionando Pepsi, o la marca de Tang y su slogan ‘¡No se lo merece!’ o Sabritas con ‘a que no puedes comer solo una’, están muriendo.
“Elvis Presley era famoso por ser su propia marca aparte de ser una persona talentosa, la verdad es que él era más marca que lo que eran sus presentaciones, si vas y miras sus números de cuantas veces se presentó en vivo no son tantas, como muchos artistas que se presentan hoy”, detalla Pastrana.
¿A cuánto el tuit?
¿Cuánto dinero puede llegar a ganar una persona de las redes sociales? ¿se vive como nuevo millonario de anunciar marcas en Twitter y YouTube? ¿es facturable un tuit o es dinero que se va libre de impuestos?
Actores, youtubers, tuiteros, conductores de televisión, entre otras personalidades anuncian con fines de lucro a marcas que prefieren apostar por rostros nuevos que los tradicionales, mientras que las ganancias para ambas partes salen beneficiadas.
“De una persona de seguidores masivos no es raro escuchar que cobran 10 mil pesos el día de trabajo o 20 o 30 mil el tuit, ahora es un tuit que te va a traer millones de impactos, entonces de cierto modo si tú haces un cálculo de costos por impacto, la verdad es que lo que tienen es volumen, que ningún medio puede entregar con facilidad”, dice Ophelia Pastrana, influencer con casi 800 mil seguidores en Twitter.
Joshúa Maya, quien tiene más de 250 mil seguidores en su cuenta de Twitter @PlaysOfTheWeek, habla sobre las campañas comerciales que ha promovido entre sus seguidores.
A pesar de que no deja de vender artículos deportivos sí ha cobrado por campañas publicitarias en su perfil, buscando beneficiar siempre a sus seguidores con descuentos especiales que les exige a las marcas a hacer publicidad con él.
“Para pagar una pauta en un periódico que tiene 40 mil, 50 mil impresiones de tiraje, pagan como 50 mil pesos por la pauta como tal, si lo pasamos a Twitter, básicamente puede estar como al 10 por ciento, te pueden pagar 5 mil, 7 mil pesos por un tuit”, explica el comerciante.
El tema en común con quienes pueden infundir una opinión comercial, es la cuestión de la responsabilidad, porque más allá de la marca, son ellos quienes ponen su nombre en riesgo.
“Todo esto empezó siendo un hobby, yo no me dedicaba a esto y ni es mi fuente de ingresos, pero se ha vuelto un compromiso (…) siempre que tengo oportunidad les respondo hablando como si fuéramos conocidos desconocidos, como si estuviéramos tu y yo viendo el partido en el sillón y lo estamos comentando como cuates, esa ha sido la clave”, narra Maya.
Para Gabriela Meza es importante cuidar el contenido que sube a sus redes sociales, ya que está consciente que adolescentes o menores de edad pueden seguir su ejemplo y esto le resulta de peso a la comunicadora.
“Trato de tener mucho cuidado con lo que digo, con lo que hago también porque al final pues si hay una niña de 15 años que es seguidora y a lo mejor me admira y luego me ve haciendo cosas desastrosas, pues sería un mal ejemplo para estas personas”, reflexiona.
El imperio de las marcas
Ophelia Pastrana dejó todo para convertirse en una influencer, ya que pasó de tener agencias de publicidad y ser mánager de youtubers, para ser ella quien esté al frente de las cámaras en el portal de videos de Google.
“Llegó un momento donde dije ‘a ver ¿estás trabajando para ellos o para ti?’ y en últimas me dediqué a yo, ser yo”, aclara en entrevista.
En 2013 Mauricio Francisco Pastrana Ardila dejó su cuerpo y dio paso a Ophelia, una mujer de un metro 82 centímetros, convirtiéndose en importante vocal de la comunidad LGBT que desde su cuenta de Twitter defiende sus derechos, siendo el segundo perfil transexual con más seguidores a nivel mundial después de la de Caitlyn Jenner.
“Es un gran negocio el de presencia digital, ¿qué te digo? Son las nuevas marcas en la era donde cualquier marca puede hacer cualquier cosa y cualquier cosa puede ser marca, te asomas a la calle y todo es logos”, explica.
Algo que ayuda a que los influencers tomen impulso en la actualidad es que los grandes consumidores del internet son los jóvenes, ya que el 70 por ciento tiene menos de 30 años, especifica Pastrana.
“Apple se gastó una cantidad inmensa de dinero en promocionar sus teléfonos y sus ipads, pero a la hora de la verdad tu quieres ver a alguien en YouTube sacando el teléfono y diciendo ‘ay si está bueno”, argumenta.
El negocio de los memes
Convertirse en “viral” puede tomar solo unas cuantas horas. Tan simple como difundir un video en internet y que se salga de control al caer en las manos de los memes, lo que eventualmente se convierte en el tren del mame.
Ejemplo de ello es Eduardo Arias, ahora conocido como Lady Wuuu, al haber aparecido en un sondeo de Ventaneado afuera del concierto de Menudo en noviembre pasado en el Auditorio nacional.
De su grito característico lleno de emoción, nace el personaje que ahora está en todas las televisoras y radiodifusoras del país, además de haberse ganado un automóvil, ya que una concesionaria en Guadalajara le propuso que de reunir un millón de Likes en Facebook en tres días se le daría el vehículo.
Arias lo logró en un solo día y la empresa automotriz cumplió, aprovechando la publicidad del momento de este personaje y subiéndose al tren del mame.
Y qué decir de la quinceañera Rubi Ibarra, quien se hizo famosa cuando su padre invitara abiertamente a todos en un video a la celebración que será el 26 de diciembre en la comunidad de La Joya, del municipio Villa de Guadalupe, en San Luis Potosí.
El anuncio de apenas 45 segundos se salió de control al propagarse en Facebook, Twitter y YouTube, por lo que ahora miles de mexicanos están dispuestos a ir al magno evento familiar.
Con ello, distintos artistas también aprovechan su fama para subirse al furor actual, ya que personajes como Lucía Méndez, El Komander y la banda Bronco han confirmado su asistencia.
Por si fuera poco, una compañía de aviación anunció que todos los vuelos a San Luis Potosí cuentan con un 30 por ciento de descuento para quienes quieran acudir al quinceaños de Rubi.
Pero ahí no acaba, los mercaderes del entretenimiento y el espectáculo siempre van por más.
TV Azteca aprovechó el frenesí e invitó a la familia Ibarra García al programa vespertino “Las tardes con la Bigorra” en donde se hizo la simulación de su fiesta de quinceaños y hasta se le arropó con un vestido de diseñador.
Como cereza del pastel, invitaron a Lady Wuuu quien hizo presencia en el programa y ahora hasta será padrino de la potosina, aunque no se especificó de qué.
Todo parece indicar que el artista plástico pop Andy Warhol tenía razón, “En el futuro todos serán famosos mundialmente por 15 minutos”.
¿Alguien recuerda a Edgar? ¿El niño que gritaba “¡Ya wey!” a punto de caerse de un tronco en un río de Nuevo León?
Fue ahí, ante la vergüenza, el desastre y el bochorno, que una galletera supo sacar provecho de ello, contratando al niño, recrear la escena en el mismo lugar del incidente y hacer un comercial de revancha contra el incidente.
Influenciar con educación
Obsesiva por los errores escritos y verbales, caza como la policía del pensamiento orwelliana a las palabras que puedan ser de dudosa procedencia lingüística, persigue erradicar los anglicismos y buscar un término correcto para cada vocablo inglés traído al español.
Tan es así que ella denosta el término influencer, argumentando que en español es “influidor” e insisten que sean llamados como tal.
“Creo que más que tener una influencia en alguien, soy consejera, como una asesora si quieres llamarlo así, literal es como un servicio a la comunidad”, recalca Paulina Chavira.
Su cuenta nunca ha sido monetizada, pero a partir de que empezó a corregir errores ortográficos por gusto a distintos medios nacionales, Chavira fue buscada para dar cursos y talleres en torno al mejor uso de la lengua española desde el 2014 y eventualmente The New York Times fue tras ella para ofrecerle empleo.
“Al final estoy viviendo de lo que a mí me gusta, que es hablar de ortografía, gramática, aunque a veces puede ser muy clavado, muy nerd, pero a mí me encanta y hay mucha gente a la que le interesa”, dice sin empacho.
Algo importante para Chavira es que a través de su cuenta le sigan consultando para dudas del lenguaje ya que vale la pena estar en constante corrección del español.
“¿Porqué no volver a hacer del español algo grande? Hacer algo de lo que te sientas orgulloso y que quieras decir ‘ay yo se hablar español bien’ no necesito usar estas palabras en inglés para sentirme mejor o más preparado”.
Ni periodista, ni influencer
Su oficio es vender balones de futbol, desde joven su afición es el deporte y en 2009 se le ocurrió abrir una cuenta de Twitter para explicar las jugadas más relevantes a sus conocidos, actualmente supera los 250 mil seguidores.
En la descripción de su cuenta se lee claramente el mensaje “PD: No soy periodista”.
“Lo que yo pensé es ser diferente, comentar más que informar y (…) ayudar a toda la gente con preguntas que tenían”, refiere Joshúa Maya.
A siete años de distancia el comerciante de Naucalpan ha cambiado su rol en la red social para bien y ahora ser un agente de influencia en aficionados deportivos.
“Si recuerdo que desde el principio (de un partido) les dije por Twitter ‘Cámbienle a este canal que está jugando la final y va a ser un partidazo’, y muchísima gente me respondió en ese momento ‘fíjate que en la vida había visto un partido de basquetbol colegial y estuvo buenísimo’ y a raíz de eso la gente se empieza a involucrar más”.
Tuitear, para ¿vivir?
Ser influencer parece tarea fácil pero es un trabajo como cualquier otro: demandante en horario, compromiso, profesionalismo y creatividad en algunos casos.
Al menos así lo confirma Gabriela Meza, quien desde su medio Fuera de Foco, el cual impulsa con un canal de YouTube para hablar de cine y televisión, le dedica mucho más tiempo que el de un trabajo normal.
“Es un trabajo muy desgastante y en el que hay que invertir todo”, aclara Meza, quien pertenece a Twitter desde el 2011 y tiene una base de seguidores de 70 mil usuarios.
La originaria de Hermosillo, Sonora, ha tenido ofrecimientos de distintas empresas a raíz de su éxito y admite que los 140 caracteres se venden dependiendo de la marca en cuestión.
“Si va con mi imagen es como más caro, y si yo sé que puedo arriesgar mi credibilidad con mi audiencia a pues ponle son 2 mil pesos o son 2 mil 500, depende de lo que quieras que diga”, especifica.