Las marcas de la FIL

En estos 30 años de historia la FIL ha quedado marcada por episodios de gran trascendencia, desde ámbitos tan diversos como la política nacional, la seguridad pública, la política exterior, la demanda social y, por supuesto, el mundo cultural.

No son arrugas, porque no ha envejecido, pero sí líneas de expresión que le han dado el rostro propio que hoy porta.

Luis Herrera Luis Herrera Publicado el
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Resulta insoslayable el tema de Ayotzinapa (...) quienes organizamos esta Feria nos sumamos a la solicitud de que se restituya el Estado de Derecho” 
Raúl Padilla Presidente de la FIL, en 2014

En estos 30 años de historia la FIL ha quedado marcada por episodios de gran trascendencia, desde ámbitos tan diversos como la política nacional, la seguridad pública, la política exterior, la demanda social y, por supuesto, el mundo cultural.

No son arrugas, porque no ha envejecido, pero sí líneas de expresión que le han dado el rostro propio que hoy porta.

Son postales que evidencian a la FIL como una caja de resonancia de las tendencias, dinámicas y preocupaciones sociales, o del ahora tan traído humor social, y que han encontrado en ella un espacio cuyos ecos se hacen repicar a nivel internacional.

La Feria más triste

La edición 2014 de la FIL quedó troquelada por el azoro y la indignación que había despertado la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.

Cuando la Feria comenzó aquellos hechos habían ocurrido hacía apenas un par de meses, y además el país invitado era Argentina, que mucho sabe de ese dolor.

El 1 de diciembre de ese año fueron evidentes múltiples formas de protesta al interior de la FIL, en las que se exigía dar con los estudiantes.

Una de las más visibles fue la muestra de carteles con el número 43 en negro y la leyenda “Número Imborrable”, y la demanda “vivos se los llevaron, vivos los queremos”.

Quizá el acto más significativo fue cuando distintos autoras y autores dejaron el recinto para sumarse a la marcha de esa noche hacia la Glorieta de los Niños Héroes.

Elena Poniatowska, Lydia Cacho, Juan Villoro, Paco Ignacio Taibo II y Benito Taibo se sumaron a las miles de personas con veladoras (2 mil dijeron las autoridades; 5 mil, sus convocantes).

Hasta el presidente de la FIL, Raúl Padilla -criticado por sus formas antidemocráticas-, dijo en su discurso inaugural: “Resulta insoslayable el tema de Ayotzinapa que tanto dolor e indignación ha causado (…) quienes organizamos esta Feria nos unimos al sufrimiento de los familiares y nos sumamos a la solicitud urgente de que se restituya el Estado de derecho”.

Derechos reservados

En 2006 la FIL recibió un duro golpe cuando su “Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo” tuvo que desprenderse del nombre del autor de “Pedro Páramo”, dadas las acciones legales que había emprendido la familia del escritor jalisciense.

Los familiares de Rulfo se oponían vehementemente a que ese galardón conservara el nombre del escritor, y habían llevado la batalla al terreno jurí- dico, hasta que el 19 de octubre de 2006 el presidente de la FIL, Raúl Padilla –que sigue en ese cargo-, confirmaba la decisión por modificarlo.

Así nacería el “Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances”, como actualmente se le denomina. Aquel año en que el galardón dejaba de portar el nombre de Rulfo, el autor que lo recibía era Carlos Monsiváis.

Toletes en la FIL

La edición 2012 de la FIL no puede recordarse sin el choque violento del 1 de diciembre a sus afueras, entre jóvenes manifestantes y los elementos de la Policía de Guadalajara, quienes les impidieron llegar hasta la Feria.

La Comisión Estatal de Derechos Humanos resolvería en agosto de 2013 que aquel día sí existieron violaciones a los derechos de los manifestantes, y detenciones arbitrarias por los oficiales tapatíos. Aquella tarde de 2012, alrededor de 500 jóvenes se manifestaban en contra de la llegada del gobierno de Enrique Peña Nieto, al que consideraban una “imposición”.

La marcha había pasado por el PRI Jalisco y Televisa Guadalajara donde hubo ciertos destrozos y vidrios rotos.

La Policía los aguardaba frente a la FIL con vallas metálicas y elementos apostados para impedirles el paso.

Ahí se dio el choque, lo que generó zozobra al interior del recinto que tuvo que cerrar sus puertas momentáneamente. El saldo: 27 detenidos.

Recinto del Mossad

En su edición 2013 fue muy comentado el búnker en que había convertido a la FIL la visita de Shimon Peres, entonces presidente de Israel y Premio Nobel de la Paz, y quien recientemente murió a los 93 años.

Peres inauguraría el pabellón de Israel en la FIL, como país invitado, y eso había ameritado todo un dispositivo de seguridad como no se había visto antes, con un control muy exigente de los ingresos, tanto de personas como de vehículos, e incluso con una tanqueta militar en su exterior.

Trascendería que la agencia de inteligencia israelí Mossad había supervisado por sí misma las medidas de seguridad adoptadas.

La sombra del plagio

Probablemente la mayor polémica que ha enfrentado la FIL en sus 30 años de historia sea la que vivió en 2012, cuando su jurado determinó que el Premio FIL fuera para el escritor peruano Alfredo Bryce Echenique, envuelto en múltiples acusaciones de plagio.

La andanada de críticas de la comunidad de escritores contra la FIL trascendió al ámbito internacional. Elena Poniatowska dijo el 26 de noviembre de 2012:

“Bryce Echenique se permitió exclamar ‘que se jodan’ en vez de reconocer, como dijo Juan Villoro, que la cultura no puede estar al margen de la ética”.

Y sí, Villoro había expresado en un artículo en Reforma, el 19 de octubre, que la entrega del premio era un “error inaceptable”.

Finalmente, los organizadores se vieron orillados a eliminar del programa la entrega del galardón, para llevárselo al autor a su domicilio, en Lima, el 25 de octubre, de espalda a los medios.

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