El término está en todos lados. En portadas de la revista de moda Vogue, en artículos serios sobre sexualidad y hasta en la edición de 2016 del Diccionario de Oxford en inglés. Los artistas y modelos más jóvenes e influyentes como Gigi Hadid, Zayn Malik o Ruby Rose se identifican dentro de este concepto sobre cómo se expresan ellos en diferentes cuestiones de su vida como el sexual, pero también en comportamientos.
Así, después de varios años del uso del término gender-fluid o género fluido, llegó a definirse en el diccionario de Oxford (por paradójico que parezca y verán por qué) como “una persona que no se identifica con un solo género según su sexo; de o relacionado con una persona que tenga o exprese una identidad de género fluida o no fijada”.
Pero vamos por pasos que los humanos somos complejos. Los genitales o las características biológicas y fisiológicas le dan a las personas normalmente un sexo basado en la construcción binaria: hombre o mujer, esto se asume frecuentemente como el mismo género que una persona llevará como identidad a lo largo de su vida, pero el sexo de una persona es sólo una de las dimensiones que constituyen el género de un individuo.
(A menos que nazcan con una mezcla de rasgos de ambos sexos como cromosomas o genitales, entonces son intersexuales. Usualmente se les conocía a estas personas como “hermafrotidas” pero este término no es correcto).
Las personas que sí se identifican con el sexo que se les asignó desde su nacimiento son nombradas como cisgénero.
Luego el género se asocia con los atributos sociales y las oportunidades asociadas a ser hombre o mujer.
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Pero, gender fluid es un concepto de identidad no binaria, una propuesta con el principio de que el género es una construcción social, explica Alejandro Torres, psicólogo, maestro en educación con especialidad en desarrollo humano y que trabaja principalmente con la población LGBTTTI.
En México
En México este concepto es poco explorado, pero como se mencionó anteriormente, el término no fue inventado por el diccionario de Oxford. Que ellos lo hayan incluido, sin embargo, para Abril Torres, lingüista de 24 años, representa que la etiqueta con la que ella se identifica ya es parte de un acervo léxico que conocerán futuras generaciones.
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“Nunca me sentí cómoda con la etiqueta de mujer; me gustaba mi cuerpo, pero sentía que había expresiones de mí que no cuadraban con lo que significaba ser mujer. Cuando me corté el cabello, la gente me confundía frecuentemente con un niño. Al principio me molestaba, pero después noté que no me incomodaba realmente y que incluso me gustaba autodenominarme en masculino, porque había cosas que me gustaba adoptar de ese rol. Fue hasta después que conocí el término gender fluid y sentí que se adaptaba a mi identidad”, confiesa la también profesora a nivel secundaria.
El gender fluid propone que cada persona tiene esta potencialidad de moverse o de fluir dentro del espectro del género, añade Alejandro Torres.
“Las personas fluyen porque no se conforman o no se identifican con un género rígido, sino que toman de todo y a la vez proponen. Una persona gender fluid termina siendo más responsable de sí misma que una persona que se encuentra dentro de lo que ya está más normalizado”, analiza el psicólogo.
De hecho, Alejandro Torres afirma que como psicólogo ya manejaba este término porque la psicología moderna propone que los seres humanos no pueden vivir dentro de una identidad rígida.
¿Y qué hacen las personas gender-fluid?
Parte de autodenominarse así le apuesta a una política libre de género, libre de etiquetas, libre de encasillamiento y reestructurar o deconstruir el sistema hacia uno donde haya la opción de la expresión personal, de la identidad de género, propone el psicólogo Torres.
“Propone evitar cualquier tipo de influencia o presión directa e indirecta sobre cómo deben ser las personas y sobre todo el énfasis en que los genitales no definen a nadie, nadie es más ni menos”, acota el especialista.
Abril considera que entre lo más significativo que puede hacer es sentarse con las piernas abiertas y poder tener el cabello corto, a veces rapado.
“Quizá suena a algo muy sencillo o tonto, pero ‘ser mujer’ implica normas de conducta muy específicas y creo que estas dos actitudes me han ayudado a transgredir mi identidad como sólo mujer”, describe la joven lingüista.
Alejandro Torres también aclara que no se trata de inducir a los niños y a las niñas hacia un lado, se trata de observar la manifestación espontánea que cada ser humano trae y ofertarles posibilidades.
“Un hogar gender fluid sería un hogar donde no se les está imponiendo ciertas normas, conductas exigencias, sino que el niño puede elegir con un soporte emocional e intelectual para que lo pueda procesar. Este proceso empieza a los 3-4 años de edad y se consolida durante toda la vida -aunque va fluyendo-, pero es en la pubertad donde podemos ver qué pasa con la identidad de cada quien”, informa el experto.
Cuestionar, cuestionar…
Si hay algo que te molesta, pero no tienes conciencia de la capacidad de elección solo será un “ruidito”, pero para Alejandro Torres ha trabajado con personas que no tenían idea de que hay otras opciones para revisar la homosexualidad fuera de un contexto religioso, por ejemplo, y descubren otro tipo de información se dan cuenta que podían elegir.
“La gente está descubriendo que las categorías que se habían dado o los esquemas mentales que nos han educado son insuficientes, disfuncionales e inadecuados para la diversidad como personas”, concluye el psicólogo.