Ante el desabasto de gasolina y la criticada estrategia del gobierno de Andrés Manuel López Obrador en contra del llamado huachicoleo, son varias las técnicas que los ladrones de combustible en México emplean para sustraer la gasolina por medio de los ductos.
Fue el investigador José Ignacio Montero Vieira, del Instituto Español de Estudios Estratégicos, quien en su trabajo, “El robo de combustible en México en el contexto del narcotráfico: Una vía alternativa de financiación”, analiza varias de estas técnicas en las que organizaciones criminales están involucradas.
Son dos las modalidades en las que el robo de combustible se da en la mayor parte de la República: robo de pipas (camiones cisterna) y robo directo en oleoductos.
Modos de sustracción que involucran autoridades
Mientras que para Montero en el robo de pipas existe una planeación que depende del contexto de la situación (lugar, vigilancia y equipo), la colusión con autoridades policiacas es un factor preponderante para llevar a cabo el asalto.
En cuanto a la sustracción de oleoductos, la que genera principalmente pérdidas para Petróleos Mexicanos (Pemex), se divide en tres fases que conllevan una planeación de días y en la que se preven aún los escenarios catastróficos por parte de los delincuentes.
En los preparativos el grupo criminal examina la zona del tramo del oleoducto para proveerse de equipo como válvulas, camiones y retroexcavadoras.
“Antes de actuar tratan de ganarse el favor del propietario por donde pasa el tramo del oleoducto donde van a realizar la operación. Y por último y no menos importante, en el grupo ya cuentan con un “experto”, generalmente algún trabajador de PEMEX”, escribe el investigador.
Cuando el robo se ejecuta, la ayuda del trabajador de Pemex es vital, ya que este será quien les comunique a los huachicoleros cuando el oleoducto lleva flujo de combustible y, posteriormente, se pasa a perforarlo después de haber excavado en la zona y colocar una válvula con la cual, a través de una manguera de alta presión, se procederá a extraer la gasolina y trasladarla hacia camiones de cisterna.
El último paso conlleva el almacenamiento y venta del combustible, generalmente en zona recónditas, en las que la gasolina se vende mediante garrafas, en gasolineras piratas, e incluso en gasolineras oficiales.