Existen varios feminismos, los hay grandilocuentes, mesurados, conservadores, libres, informados, excluyentes, históricos, efímeros o trascendentes, pero todos tienen un objetivo en común: redefinir el lugar de las mujeres en la historia y mejorar sus condiciones.
De todas esas facetas, la tarde de ayer pudieron apreciarse las más expresivas durante la conmemoración del Día Internacional de la Mujer mediante dos marchas plagadas de entusiasmo y rabia.
Provenientes de distintos colectivos, cientos de personas –en su mayoría mujeres– se dieron cita en el Monumento a la Revolución desde el mediodía para marchar por Paseo de la Reforma, Avenida Juárez y Avenida 5 de Mayo, con el objetivo de exigir, una vez más, medidas contundentes en contra de la violencia de género que prevalece en el país.
Las autoridades capitalinas predijeron acciones violentas en contra de edificios y monumentos, no se equivocaron; los hubo y en gran medida. Gran parte de ellos respaldados por las consignas “fuimos todas” y “justicia, justicia, justicia”.
Así, desde la pinta a la escultura icónica de El Caballito de Sebastián con las leyendas “Fuimos todas” y “Ya lo chupó la bruja”, los mensajes que quedaron plasmados en cada valla y calle, cristales rotos de las sucursales de Starbucks, Banorte o Budget, los destrozos del Monumento a la Revolución, el memorial inscrito en el “Muro de la paz” de Palacio Nacional, el desorden de la estación Hidalgo de la Línea 3 del Metro, y las bombas caseras que se lanzaron contra cada muralla que estaba en el camino, fueron aplaudidas por las manifestantes.
El destino de todas ellas fue el Zócalo del Centro Histórico, a donde llegaron también periodistas, fotógrafos, curiosos y algunos agregados que tomaron la atención para profesar mensajes de fe; todo ello previo a caer la tarde, cuando grupos de asistentes ataviadas con prendas negras derribaron parte de la muralla que un día antes mandaron a colocar alrededor de Palacio Nacional. Desobediencia que alentó a los guardias del lugar a repeler las agresiones con gas lacrimógeno en distintas ocasiones.
“Por las que abrazaron a su mamá sin saber que era el último abrazo”, “Presidente rompa el pacto”, “Un violador no será gobernador”, “La pandemia no nos para, porque ustedes no paran”, “Ni una más”, “Quiero vivir, no sobrevivir” fueron algunos de los mensajes que relucieron en las pancartas de esta singular edición, en la que, por primera vez, las marchantes encapuchadas se homologaron al resto de los participantes por sus caretas, cubrebocas, mascarillas y paliacates.
Casos pendientes de agresiones a mujeres
“Solicito el apoyo de Alfredo del Mazo, jefe de Gobierno del Estado de México, mi hija Virginia Silvestre Valdéz tiene 15 años detenida siendo inocente, desde 2006” es la demanda de una mujer que viajó, igual que en 2020, desde el Bordo de Xochiaca junto a otras dos mujeres para visibilizar el caso de Virginia, quien, aseguró, está detenida injustamente y no ha contado con ningún apoyo externo o gubernamental por sus orígenes indígenas.
A la par de este caso, sobresale el de Tranquilina Hernández Lagunas, madre de Mireya Montiel Hernández, quien desapareció en Cuernavaca, Morelos desde 2014. “Llevo participando en búsquedas en fosas clandestinas desde 2016, en diferentes estados y ahora me uno a esta marcha del 8 de marzo porque ya estoy harta y cansada de que el Estado no me dé una respuesta de dónde está mi hija”, narra mientras sostiene una pancarta con la imagen de Mireya, quien salió el 13 de septiembre de hace seis años junto a su novio y no regresó.
“Él me pidió permiso para salir con ella, vivía en la misma colonia, en la misma privada e iban a dejar una lista de útiles con la abuela, me dijeron que no se iban a tardar; sin embargo esa fue la última vez que vi a mi bebé. Y él sigue en libertad y los investigadores no le han podido sacar en dónde está mi hija”, reclama la manifestante.
“¿Cómo es posible que tengan dinero para proteger a sus monumentos y no para encontrar a nuestros desaparecidos? Porque siempre nos dicen que no hay recurso y estamos cansadas las mamás de desaparecidas y hoy nos unimos también a marchar por nuestros derechos porque tampoco debemos de ser violentadas, asesinadas ni privadas de nuestra libertad”, denuncia Hernández Lagunas, y agrega: “Tenemos el derecho a caminar por las calles sin ser agredidas”, a la espera de encontrar la ayuda necesaria para dar con el paradero de su hija.
Madres en duelo
Agrupadas en el Colectivo de Amorosas Madres Contra la Alineación Infantil, mujeres de distintas partes de la República se organizaron para contactar a las autoridades y pedir que se endurezcan las penas en contra de los padres que sustraen a sus hijos del hogar e impiden a la pareja volver a verlos.
“Somos de la Ciudad de México y somos madres que estamos pasando violencia, ya que el padre de nuestros hijos se los ha llevado y no sabemos nada de ellos. Las autoridades cuando llegamos a exponerles el caso dicen que no procede como delito porque es el padre y tiene los mismos derechos que nosotros, por eso estamos aquí para que se haga algo en el tema de sustracción de menores”, advierta Patricia Gesell Segura, madre de Patricio y Regina, de quince y diez años, respectivamente, a quienes no ve desde abril de hace un año.
Por su parte, Karla Eugenia Alva Gómez, quien lucha por volver a ver sus dos hijos, Emiliano y Tonatiuh, declaró: “Hemos contabilizado 44 niños, hasta ahorita, de estas poco más de sesenta madres que no los pueden ver y se unieron por diferentes organizaciones a nivel nacional hasta formar el colectivo. Es como si nos mataran vivas porque no sabemos realmente de nuestros hijos e hijas y eso es muy fuerte porque no sabemos quién los cuida ni cómo los cuida”.