Hay un México que no sale en las noticias, que no está en guerra, que no está partido. Es un estado latente en el que la felicidad es posible, donde el respeto a la diversidad conforma la unidad. Es un país que se crea constantemente mediante un poderoso decreto: “Yo lo creo”.
Dicha sentencia es el eje rector y el título de la nueva película de Santiago Pando que hoy se estrena en las redes sociales y que Reporte Indigo presenta en exclusiva.
De acuerdo con el director del largometraje, “Yo lo creo” es un decreto de luz. Se desprende de la visión de los mayas quienes dicen que creer implica hacer.
Por ello, este documental proyecta las miradas de decenas de mexicanos que ya han pasado a la acción. Que previamente cambiaron su mirada. Ésta dejó de emanar del mundo externo y fluyó de su mundo interior. Al modificar la forma de ver las cosas y ponerlo en práctica la realidad comenzó a transformarse tanto individual como colectivamente.
La mayoría de las personas que aparecen en la película están haciendo cambios importantes en su vida. Lo hacen dentro de la estructura de un sistema diseñado para que nada cambie. “Un sistema egoísta, unilateral, que solamente piensa en la máxima ganancia y no en el ser humano”, explica Pando.
De ahí que, entre las 86 voces que se muestran están, por ejemplo, las del poeta Javier Sicilia y del empresario Alejandro Martí, “que han hecho un proceso muy fuerte de trasmutar su dolor y entregarlo al servicio”. El verdadero camino del servicio supone transmutar “la energía de la competencia por la energía de compartir”.
Sus voces han tenido una resonancia particular en diferentes círculos de la sociedad mexicana y se han hecho contagiosas. Y es que “el compartir es muy contagioso”, precisa el también autor de “Creer es crear” y “Artesanos”, sus anteriores largometrajes.
También se dan a conocer otras voces como las de “Las Patronas” que desde 1995 han dedicado sus vidas a proveer de alimento a un incuantificable número de migrantes que entran sin documentos por la frontera sur de México, trepados en trenes de carga.
O está el caso de un constructor que ideó unas aulas para que los albañiles que tiene bajo su servicio tengan a diario dos horas al día para estudiar. “Un pequeño cambio de mirada modifica todo tu entorno y de los que están cerca”.
“Yo lo creo” es un recordatorio de que todos, con un acto mínimo, impactamos nuestra realidad. “Hay que empezar a dejar de echar la culpa a todos afuera y empezar a modificar tu metro cuadrado”, afirma Pando.
Lo que es más. Hoy 21 de diciembre no acontecerá el fin del mundo pero sí podremos cambiar la mirada sobre el mundo. En su opinión este viernes tendrá lugar “el comienzo de una nueva manera de ver la realidad, la cual vamos a crear conscientemente”.
Ese es el gran cambio que se espera para este día que muchos han tildado de apocalíptico.
“Es un momento sincrónico a nivel galáctico, donde los soles de las diferentes galaxias se sincronizan con el sol central y nos va a llegar muchísima más luz para comprender las cosas…
“Creo que los mexicanos creemos muchas cosas que nos hacemos. Nos hace falta dar ese último paso, de que si de veras lo crees hay que hacerlo”.
El origen de la creación
Los Pando –Tisa, Santiago y Daniel– son los creadores de “Yo lo creo”, un proyecto que inició al entrar en contacto con el Abuelo Maya, Marzo Yuk Quetzal.
En ese encuentro el Abuelo Marzo les compartió que la visión de los mayas de los tiempos nada tiene que ver con “esta cosa catastrófica y del fin del mundo y todo lo que la cultura del miedo hizo progresar”.
De lo que se trata es de un cambio de mirada. De cómo la misma deja de fluir del mundo de afuera y surge del mundo interno. Al modificar la propia forma de ver las cosas, la realidad se transforma y trastoca tanto el universo individual como el colectivo.
“Cuando cambias la forma de ver las cosas empiezas a ver la realidad desde adentro, desde el corazón. Tu mirada se abre hasta poder ver los 360 grados; esa es la visión periférica, la visión de la red”.
Precisamente esto es lo que plantea en la nueva película que desde hoy circulará en las redes sociales. Dejar de ver de manera dual todo: buenos-malos, izquierdas-derechas, víctimas-culpables, ricos-pobres. Y plantea las múltiples posibilidades que otorga el pensar en red, un pensamiento en 360 grados.
La visita a la comunidad del Abuelo Marzo en Chiapas modificó la mirada de la familia Pando para siempre.
Fue en un paraje de Tzahalá, ubicado entre Ocosingo y Palenque, en plena zona selvática que aconteció el ritual en donde descubrieron que “somos parte de una gran visión”. Y del cual surgió la idea de concebir una película compleja: reunir 86 voces (originalmente contaba con 120) en un periodo de menos de un año. Sin presupuesto económico y teniendo al servicio de la misma solo a tres personas: Santiago, Tisa y Daniel, el hijo de ambos.
El hecho de estar en sincronía hizo que “las cosas se dan de una manera mágica”, cuenta Pando desde una butaca de una sala del Museo de la Tolerancia. Ahí hace unos minutos se hizo una presentación privada de “Yo lo creo”.
Es indispensable creer en las señales, dice Santiago quien durante 22 años ejerció una destacada labor en el medio de la creatividad publicitaria.
El mensaje de su nueva “película de vida”, pues no es ni un documental ni una película de ficción, refiere que en el proceso de cambiar nuestra mirada para poder mirar en red es indispensable conciliar a “nuestros opuestos”.
Lo nodal, considera Pando, es soltar las miradas, que nos han envenenado durante siglos. Que parten de una moral de los buenos contra los malos.
“Si cambiamos esa mirada y nos subimos a un nuevo árbol –que sería el árbol de la vida, donde las ramas y las raíces se abrazan, acota Pando– entonces sí vamos a poder dar frutos distintos, que son los mejores frutos de la vida”.
Él considera que lo que va a pasar ya está pasando. Que es necesario primero echarse “un clavado hacia nuestros adentros. Si tú no te concilias contigo mismo difícilmente vas a poder conciliarte con los otros. Hoy es la etapa de que México se merece un abrazo”.
Y que los mexicanos merecemos abrazarnos por encima de la política, la religión y la economía. Vernos tan sólo como seres humanos.
“Yo lo creo” plantea que en México no sólo acontece la violencia, la falta de empatía y de solidaridad sino que hay historias, pequeñas y quizá desconocidas por muchos, que están modificando la realidad.
Estas historias, según Pando, son de una mayoría de personas que están haciendo cambios importantes en su vida. Que han dejado de echar la culpa a todos y han modificado su metro cuadrado.
En la película destacan siete u ocho casos de gente que ya está haciendo esta labor. Las Patronas, que son un fenómeno mundial desde 1995, alimentando a migrantes que pasan por el tren, que no los van a volver a ver, a cambio de nada más allá del servicio, es amor puro, muy impresionante.
O el de Pepe, que tiene síndrome de Down, y a través de toda una unidad familiar logran que él sea un repostero. Tiene su restaurante, se vale por sí mismo, es un ejemplo. Y vas al restaurante y lo que comes y lo que está ahí es amor, porque son puro amor, lo que sientes es amor, lo que comes es amor y transforma todo.
“Otro caso es el de Juan Pablo, un ex pandillero que se dedica a sacar a jóvenes no de las pandillas pero sí de la delincuencia. Trata de evitar que lleguen al crimen organizado, a través de una escuela o un trabajo, convenciendo a los empresarios que tienen que darle espacio a estos jóvenes. Que no sean tan prejuiciosos si traen aretes o pelos largos años”, narra.
La de los Pando es “una película antiprejuicios”, que incluye voces de todo tipo. La de un rabino, la de un sacerdote, la de un monseñor, la un abuelo maya. Donde participan personalidades de las cúpulas empresariales en México como la de don Lorenzo Servitje. O las de albañiles no conocidos.
“También aparecen a cuadro gente de izquierdas, como puede ser una visión como la de Javier Sicilia. Gente de derecha, como es la visión de Martín, pero ambos haciendo desde su posición una labor de transformación”, explica Pando.
O “El Chepo” de la Torre, mostrando el trabajo que está siendo con la Selección Nacional. Ideando el cambio de la mente.
“Hay muchos artistas, muchos cantantes. En otra parte se hace mucho énfasis en las redes sociales, viéndolas como la gran oportunidad de unirnos. De tener un punto de reunión y a partir de ahí empezar a construir algo nuevo”.
Además se hace un énfasis especial en el arte, “como la salida de sanación”. Se plantea dejar de ver el arte como de los artistas o de la élite y verlo como hace Jorge Marín, el destacado escultor cuya obra se puede apreciar en la avenida Reforma de la Ciudad de México.
Voces disímbolas
En el largometraje se expone una interpretación desde el punto de vista de la tradición Maya que asegura que a partir de hoy existirá un nuevo comienzo para los mexicanos
“Yo lo creo” reúne voces disímbolas en apariencia que coinciden al estar abrazando las raíces de lo que México es como país.
Cuando el Abuelo Marzo les compartió su visión a Los Pando, les dijo que el objetivo era lograr demostrar “que Quetzalcóatl ya está entre nosotros y que habla a través de todas nuestras voces. Y eso sucede cuando hablamos desde adentro, desde el corazón”.
Las 86 voces son el hilo conductor “son los latidos y cuando la gente habla desde adentro todo, todo sincroniza, no hay manera de que no sincronice. No hay choque, no hay contrapuntos. Porque la forma cambia pero el sentido es el mismo”.
> ¿Qué se debe considerar en esta nueva coyuntura político-social?
-Todo momento de cambio tiene dos energías. Estamos en un parto, así lo visualizan también los abuelos y las abuelas: una que es la que jala y otra la que expulsa. Generalmente nos concentramos en las contracciones porque nos encanta ver el drama, somos dramáticos, nos enseñaron a ser dramáticos.
Se está cayendo un viejo sistema donde dependíamos del gobierno y éste era el que hacía casi todo. El gran cambio y la enseñanza de lo que pasó, con esta frustración de todo este proceso político que hemos estado viviendo, para la mayoría de los mexicanos, es que ya no va depender de ellos sino de nosotros.
Si seguimos separados y seguimos peleados entre nosotros va a ser lo que allá quieren, porque es precisamente su fuerza. El verdadero poder está en que nos pongamos acuerdo. El truco es aceptar que todos somos distintos y que en el respeto a la diversidad está la unidad.
Si vienes del lado derecho ama tu prójimo como a ti mismo llévalo a la práctica; vienes del lado izquierdo, el respeto al derecho ajeno es la paz, llévalo a la práctica. Si los dos llevaran a la práctica estos dos preceptos no tendríamos problemas. El problema es que estamos todo el tiempo juzgando y señalando a quien no piensa igual que yo.
> Se plantea en la película el gran lastre que es la intolerancia en México.
-Nos educaron a ser intolerantes a lo que es distinto. Mientras eso no lo resolvamos van a seguir abusando desde el poder de todos nosotros porque el abuso viene de nuestra separación.
En el momento en que empecemos a tolerar lo que es diferente, que realmente tengamos la mente amplia, que tengamos la capacidad de descubrir que todas las voces tienen la capacidad de enseñarnos (pero no nos he permitido escucharlos) ahí vamos a crecer mucho más, vamos a ser cosmopolitas, vamos a ser más ricos como país.
> De “Creer es crear” a “Yo lo creo” hay un salto cualitativo, tiene como eje rector la acción y nos muestra como corresponsables de lo que hacemos o dejamos de hacer.
-Así es. Ya no es culpa de nadie. Es cuando realmente comprendemos lo que es vivir en comunidad, que es la gran enseñanza de los indígenas.
Los índices de criminalidad en las comunidades indígenas que son miles en el país son los más bajos, porque viven en comunidad. Donde se perdió el tejido social o el sentido de comunidad es donde entró durísimo el crimen organizado.
En los lugares donde se dio mucho más valor a lo de afuera que lo de adentro. Qué tenemos que hacer: retornar a la comunidad. Esto ya está sucediendo con las redes sociales. Tenemos que unirnos, es la única forma hecho. De hecho, es la única cosa que nos queda.
> ¿Hay un retorno al pasado o la posibilidad de conformar múltiples nuevas salidas?
-El momento más oscuro es el momento de dar a luz. Estamos en ese momento. ¿Quieres ver solamente la oscuridad? Claro, está ahí, pero si cambias tu mirada puedes enfocarte en la luz, que está al final del túnel. Estamos naciendo como un colectivo distinto, es un hecho. México atraviesa por un momento impresionante.
Pero si seguimos enfocados en la guerra, en la política, en la división vamos a seguir viendo lo mismo. Hace cinco siglos que no nos ponemos de acuerdo y de hecho hace cinco siglos tampoco estábamos de acuerdo, por eso nos conquistaron tan fácil.
> El cierre de la película enfatiza el mensaje del compartir
-Hemos vivido durante mucho tiempo en esta lógica de la carencia que es la competencia. Si yo compito es porque no alcanza para todos.
La energía real de la naturaleza es el compartir. La naturaleza se comparte y no hay carencia porque todo el tiempo se está compartiendo: el mar se entrega, la sombra del árbol se da, el fruto cae. Y nadie acapara.
Compartir es un juego, es el juego originario donde todos ganamos, el ganar-ganar. Ahí ya no hay competencia, nadie quiere ser mejor que el otro, nadie quiere tener la razón.
Tener la razón ha provocado todas las guerras de la humanidad y ha provocado las separaciones y los odios y los rencores. Cuando empezamos a compartir empezamos a disipar todos esos errores, todas esas rencillas que tenemos.
Es una vergüenza que haya 60 millones de personas en pobreza. Es una vergüenza que haya 10, 12, 15 millones de personas con hambre, es una vergüenza, es una pena ajena porque porque hay para todos.
Eso no lo va a resolver el gobierno ni los magnates, lo tenemos que empezar a hacer entre nosotros. Comprender que yo cambie cambia todo el juego.
> ¿Qué ocurrirá hoy 21 de diciembre?
La visión de los abuelos mayas dice que se va a contagiar un gran cambio de mirada que puede ayudarnos a entrar en sincronía. Entrar en sincronía significa aceptar que todo lo que ha sucedido es lo que tiene que haber pasado y por lo tanto ya podemos soltar el pasado.
Perdonando, agradeciendo, liberando pero ya no tenemos que seguir cargando tanta cosa. Nos educaron a traer una mochila cargada que la vamos llenando y llenando y cada vez nos hacemos más jorobados y nos va pesando más la vida precisamente porque vemos la realidad al revés de como es.
En lugar de aceptarnos como creadores de la realidad nos aceptamos como víctimas. Todo porque lo de afuera es lo que me domina en lugar de aceptar que yo soy el creador de lo de afuera. Ese es el gran cambio que se espera para el 21 de diciembre. Es un momento sincrónico a nivel galáctico, donde los soles de las diferentes galaxias se sincronizan con el sol central y nos va a llegar muchísima más luz para comprender las cosas.
No es el fin del mundo, es una manera de ver el mundo y es el comienzo de una nueva manera de ver la realidad que vamos a crear conscientemente. Cuando creas conscientemente ya no puedes echarle la culpa a los demás, porque tú eres el único responsable de todo lo que te pasa. Es muy fácil echar la culpa a todos, nos educaron para eso.
El deporte preferido de México es aventar la piedra y aventárselo a quien sea. Cuando aceptas que eres el creador, aceptas la responsabilidad, pero también aceptas el poder. Es un poder crear.
Para Pando, la frase clave del largometraje que se estrena este 21 de diciembre es: si lo creo lo hago. Creer es crear pero para que se ejecute como acción tienes que crearlo con un paso.
Ese paso es dejar de quejarse, no echar culpas, aceptar que nosotros somos los que tenemos que modificar el juego. Ahí está la clave de todo: en la mirada y la acción.