Hace un año entró en vigor un nuevo mecanismo para que la ciudadanía pueda reconocer el riesgo de la contaminación en el aire y tomar decisiones al respecto.
Sin embargo, especialistas y activistas consideran que aún no tiene el impacto ni la incidencia necesaria para que la población lo tome en cuenta al realizar sus actividades cotidianas.
Dicha herramienta es el Índice de Calidad de Aire y Salud, que entró en operaciones en febrero de 2020.
Tiene estándares más estrictos para la declaración de contingencias ambientales e indica cuál es el riesgo en la salud dependiendo del nivel de contaminación que hay en el aire.
La información referida se puede consultar en el portal electrónico de Calidad del Aire de la Secretaría de Medio Ambiente (Sedema) de la Ciudad de México, pero la mayoría de las personas desconoce su existencia pese a que es un tema importante.
En julio de 2019, la organización ambientalista Greenpeace publicó en su portal electrónico el artículo “Si vives aquí, estás en una de las ciudades más contaminadas del país”.
Ahí revela que la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) —que comprende las 16 alcaldías de la Ciudad de México y los 59 municipios limítrofes del Estado de México—, es la zona urbana, de las siete más importantes que hay en el país, con mayor contaminación por encima de Monterrey y Guadalajara.
Ante esta situación, activistas consideran que hace falta que las personas usen el índice y que las autoridades locales incluyan a los habitantes de la capital en la implementación de medidas para controlar la contaminación en el aire en el contexto de la pandemia de COVID-19.
El reto contra la contaminación del aire
El Índice de Aire y Salud que entró en vigor en 2020 es producto de la norma federal NOM-172-SEMARNAT-2019, cuya creación se inició después de que, en mayo de 2019, en la capital del país se declarara una contingencia extraordinaria por partículas finas PM10 y PM2.5.
El Índice de Aire y Salud disminuyó la concentración de contaminantes en el aire para declarar contingencias: a partir de los 100 puntos en el Índice de Calidad del Aire se empiezan a tomar medidas; y también integraron a las partículas finas en los contaminantes criterio que evalúa diariamente la Sedema a través de su Dirección del Monitoreo de Calidad del Aire.
Stephan Brodziak, vocero del Observatorio Ciudadano de la Calidad del Aire (OCCA), afirma que la publicación del Índice de Aire y Salud es un logro por el que organizaciones civiles habían pugnado durante años.
Sin embargo, reconoce que, a un año de su implementación, la ciudadanía lo desconoce, no se le ha dado la difusión necesaria y aún no logra que los habitantes de la capital exijan medidas para que haya una mejor calidad del aire.
“No hemos logrado que haya una percepción del riesgo de la mala calidad del aire, ni de las muertes prematuras y la importancia del índice, de que se use para que las personas puedan decidir con base en él. Ese es el reto, hay un logro, pero aún está eso pendiente”, declara.
Brodziak dice que, hasta el momento, no hay medios y canales, más allá del portal electrónico, para dar a conocer sus resultados y sus implicaciones. También atribuye el desconocimiento del índice a diversos factores.
El primero, dice, es que los habitantes de la capital han normalizado vivir con contaminación en el aire y solo diferencian entre buena o mala pero desconocen las repercusiones graves.
“Creo que lo normalizan como bueno y malo pero desconocen qué son las muertes prematuras y también la comorbilidad por COVID-19 que representa”, explica.
Durante la presentación de la norma NOM-172-SEMARNAT-2019, el Instituto Nacional de Salud Pública informó que al año mueren 46 mil personas prematuramente por causas relacionadas con la contaminación en el aire.
Otro factor, menciona el activista, es que la economía de la capital está basada en un esquema de producción contaminante y los empresarios que la desarrollan tienen mayor capacidad económica para dar espacio a sus productos y actividades que no son amigables con el medio ambiente.
El último, es que, ante tantas coyunturas mediáticas e información que circula en redes sociales o los medios tradicionales, los temas de calidad del aire pierden impacto.
Ante esto, Brodziak llama a las autoridades a dar más espacios informativos a la calidad del aire y sus repercusiones en la salud, entre ellas, que la contaminación es un factor de comorbilidad que agrava el COVID-19.
Empoderar a la ciudadanía
Una forma para que la ciudadanía se relacione con los mecanismos que sirven para monitorear la calidad del aire, y con las medidas que se deben tomar para reducir la contaminación, es empoderar a la población y promover su participación, dice Daniela García, integrante de la Asociación Interamericana por la Defensa del Ambiente (AIDA).
“Es muy reciente el Índice de Aire y Salud y todavía falta que la ciudadanía se empodere”, declara.
Una manera de hacerlo, considera, es integrar a los habitantes de la capital en la construcción de las políticas públicas en temas de calidad del aire a través de consultas públicas.
Indica que integrando a la población de la ciudad en la implementación de medidas para mejorar la Ciudad de México se podrá lograr que después exijan acciones a las autoridades en el tema.
“Cuando veamos a una ciudadanía que exija y levante la voz, entonces vamos a ver que se logró”, explica.