Informe incómodo de la Narvarte
En los contactos del teléfono celular de la colombiana Mile Virginia Martín aparecen: “dealer1”, “dealer2” y “dealer3”, en referencia a los hombres con los que traficaba cocaína para su venta al menudeo en el Distrito Federal.
Esa fue la primera hebra que la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) comenzó a investigar relacionada con el narco, luego del múltiple crimen perpetrado en la colonia Narvarte en el que Mile Virginia, Nicole o Azucena se convirtió en el eje, más allá del fotógrafo Rubén Espinosa.
Icela Lagunas
En los contactos del teléfono celular de la colombiana Mile Virginia Martín aparecen: “dealer1”, “dealer2” y “dealer3”, en referencia a los hombres con los que traficaba cocaína para su venta al menudeo en el Distrito Federal.
Esa fue la primera hebra que la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) comenzó a investigar relacionada con el narco, luego del múltiple crimen perpetrado en la colonia Narvarte en el que Mile Virginia, Nicole o Azucena se convirtió en el eje, más allá del fotógrafo Rubén Espinosa.
Aunque aún no se identifica la figura de un patrón, la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) tiene claro, a partir de la información encontrada en su celular y de testigos, que las actividades de la colombiana relacionadas con el narcomenudeo y la prostitución propiciaron la ejecución de ella y otros cuatro en el departamento de Luz Saviñón.
A la averiguación previa FBJ/BJ-1/T2/4379/15-07 se sumó el testimonio del encargado de un hotel en la Ciudad de México, quien reconoció a través de fotografías a Mile Virginia Martín y Yesenia Quiroz, como las dos jóvenes que recurrentemente acudían a su establecimiento para atender citas sexuales con diversos clientes.
Aunque la joven promocionaba sus servicios sexuales de manera directa en bares y restaurantes de zonas concurridas de la Ciudad de México, como la Condesa y Polanco, también lo hacía a discreción a través de páginas en redes sociales a las que subía fotografías sugerentes con poca ropa.
Prófugo ejecutor
Se ha intentado detectar si la joven trabajaba como bailarina para algún centro nocturno en la capital del país, pero ningún empresario la reconoce como parte de su personal.
Sin embargo, de los servicios sexuales que ella cobraba dan cuenta también los dos hombres detenidos por elementos de la Policía de Investigación, Daniel Pacheco Gutiérrez y el expolicía Abraham Torres Tranquilino, quienes a pesar de reconocer que sí estuvieron en el departamento de Luz Saviñón, niegan ser quienes dispararon, y culpan al tercer cómplice, Omar, que se mantiene prófugo.
Aunque la participación de estos tres hombres, Daniel, Abraham y Omar, es evidente por las imágenes captadas por las cámaras de video y por las huellas dactilares encontradas en el vehículo Mustang, propiedad de Mile Martín, se presume la participación de al menos otros dos que pudieron haber estado esperando afuera del inmueble a bordo de un auto Stratus.
Los involucrados refieren un kilo de cocaína que la joven de origen colombiano había acudido a recoger con unos contactos al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) y que Omar, alias “El Yuye”, presunto integrante del grupo delictivo “Los Zetas”, ordenó recuperar.
La droga o el “tabique de perico”, como hacen referencia al cargamento, lo habrían recuperado y sacado del interior de la maleta negra que se les ve arrastrar en el video captado por las cámaras de seguridad de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal (SSPDF).
Rubén en el lugar equivocado
Sin embargo, pese a los dos detenidos, nadie sabe dónde quedó el supuesto kilo de cocaína que le quitaron a Mile y que fue el motivo de la quíntuple ejecución de la Narvarte.
Los tres conocían y acudieron al departamento de la Narvarte donde sabían que vivía Mile, sin embargo, según su propia declaración, ni siquiera conocían o sabían quién era Rubén Espinosa, el fotógrafo colaborador de Proceso que fue asesinado junto con Nadia Vera, la activista; Yesenia Quiroz, la maquillista, y Alejandra, la mujer responsable de realizar la limpieza en el departamento.
La declaración de Esbeidy, la joven que encontró los cadáveres de los cinco en el departamento, abunda en Nicole, la colombiana, de quien refiere no tenía ningún trabajo.
Con todos estos elementos, la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) que encabeza Rodolfo Ríos Garza ya estaría preparada para rendir un informe.
A partir del cual se aclare que el multihomicidio de la Narvarte está relacionado directamente con temas de narcomenudeo, no de narcotráfico, como siempre se han resistido a reconocer en el Gobierno del Distrito Federal (GDF).
Y sobre todo, que en la pesquisa que aún se desarrolla nunca se fortaleció la línea de investigación relacionada con las actividades de periodismo ni activismo del fotógrafo Rubén Espinosa, quien salió huyendo del estado de Veracruz por supuestas amenazas recibidas.
También se desvanecen los señalamientos vertidos en contra del gobernador priista, Javier Duarte, a quien se le imputó el crimen de Rubén Espinosa y Nadia Vera, identificados como activistas que documentaron ampliamente los crímenes de periodistas sin resolver en aquella entidad del sur.
Aunque la investigación no concluye aún, pues hace falta capturar al tercer implicado, presunto responsable directo de haber accionado el arma contra la víctimas, la PGJDF estaría ya en las condiciones de rendir el informe que concluya que Rubén Espinosa “estuvo en el lugar y horario equivocado, con las personas equivocadas”.
Pero el GDF quiere que la investigación madure aún más a fin de que los resultados dejen satisfechos a familiares y organizaciones observadoras: Artículo 19, la Asociación Nacional de Abogados Democráticos, la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) y hasta el Gobierno de Colombia.