Debido a la sensibilidad política sobre el tema petrolero en México, la propuesta del presidente Enrique Peña Nieto puede haberse presentado con una doble cara.
Por un lado, se ha reafirmado a los nacionalistas que el petróleo no se venderá a la inversión privada y se ha tomado la bandera de Lázaro Cárdenas.
En ese sentido, la iniciativa del Ejecutivo federal propone que los inversionistas posean una participación en las ganancias del gas y petróleo que producen, en lugar de tener la producción en sí misma.
Sin embargo, la diferencia entre participación en ganancias o en producción puede ser una cortina de humo dispuesta para tranquilizar a los sectores más conservadores del país.
Especialistas del diario The Economist aseguran que una vez que se aprueben los cambios constitucionales para permitir la inversión privada, el camino habrá sido preparado para aprobar mayores beneficios a las empresas dentro de la discusión de las leyes secundarias.
En su opinión, la misma Comisión de Valores en Estados Unidos podría llegar a admitir que la semántica utilizada en la iniciativa para definir la participación en las utilidades puede significar una adquisición directa del petróleo.
Aún falta tiempo
Se espera que una vez que la opinión pública se haya relajado con el tema de la reforma energética, se puedan discutir problemas más técnicos y trascendentales con un menor costo político para el presidente.
Lo anterior significa que podría faltar mucho tiempo para que la reforma energética aumente los niveles de producción de petróleo y gas con la participación de la inversión privada.
George Baker, un analista sobre el tema energético en Estados Unidos, afirma que en el mejor escenario faltarían de dos a tres años antes de que se pueda observar un aumento en los ingresos petroleros.