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La tragedia de Iguala está provocando el colapso de la izquierda mexicana y de su principal partido político, el PRD, de cara a las elecciones intermedias del próximo año en México.
El drama de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa carcome, como nunca en su historia, la credibilidad y la imagen de la cúpula perredista y de sus líderes.
El PRD –contagiado por el oportunismo político y por el pragmatismo– postuló hace dos años como su candidato a la alcaldía de Iguala a un empresario con mala fama en el estado de Guerrero.
Eso no le importó a los perredistas, quien estaba apostándole solo a ganar la elección y asegurar el financiamiento de las campañas.
En el pecado, el PRD hoy paga su penitencia.
Su apuesta para la alcaldía de Iguala, José Luis Abarca, está prófugo y acusado de tener vínculos con el crimen organizado y ser el autor intelectual de la desaparición de los 43 normalistas.
Nunca antes un caso como el de Iguala –que combina corrupción, violencia y crimen organizado- ha demostrado la colusión que puede existir entre una autoridad municipal con los cárteles de la droga.
El escándalo de los estudiantes desaparecidos y los vínculos de las autoridades con cárteles de la droga desató una crisis política y social a nivel nacional.
Pero el mayor desgaste ha sido para el partido político del Sol Azteca que se ha caracterizado por defender los derechos humanos y denunciar el abuso del poder.
Los sucesos de Iguala han sido un golpe letal para los principios del PRD: el partido de las causas sociales, solidario con los movimientos como los estudiantiles, hoy está acusado de encabezar la represión contra los normalistas de Ayotzinapa.
La crisis en el PRD ha agudizado las pugnas internas que siempre han existido entre las principales corrientes de este partido político: Nueva Izquierda, que controla la dirigencia nacional que encabeza Carlos Navarrete, y Izquierda Democrática Nacional, de René Bejarano y Dolores Padierna.
El cisma perredista estalló cuando Bejarano acusó a los dirigentes del PRD de proteger al alcalde de Iguala, a pesar de conocer sus vínculos con el narcotráfico y tener en su contra acusaciones por asesinato.
Según Bejarano, desde el 2013 entregó un expediente a las autoridades federales con los testimonios de testigos del asesinato de Arturo Hernández Cardona y otras dos personas más que implicaban a Abarca en este crimen.
Luego su esposa, la senadora del PRD, Dolores Padierna, acusó a Jesús Zambrano, exdirigente nacional del PRD, de haber ayudado a fugarse al alcalde de Iguala, junto con su esposa María de los Ángeles Pineda.
Padierna reveló que Zambrano se reunió tres días después de los hechos del 26 de septiembre con Abarca, en un restaurante del sur de la Ciudad de México.
Aseguró que la reunión fue para pedirle que solicitara licencia a su cargo. Zambrano negó las acusaciones de Padierna.
Hoy del poderoso PRD que hace 8 años estuvo a nada de ganar la presidencia de México, con Andrés Manuel López Obrador como su candidato, quedan cenizas.
El próximo año el PRD tendrá que sortear la elección del 2015 –no solo dividido internamente y con la carga del caso Iguala a sus espaldas- sino también con la aparición de Morena dividiendo el voto de los progresistas y liberales.
No solo es el PRD el que está dividido, sino es toda la izquierda mexicana que tendrá que cargar de aquí en adelante con el caso Iguala y sus fatales consecuencias a sus espaldas.
El escándalo toca Morena
El exlíder nacional del PRD, Jesús Zambrano, contraatacó a las acusaciones de Dolores Padierna y aseguró que José Luis Abarca fue candidato para la alcaldía de Iguala en el 2012 con el aval de Andrés Manuel López Obrador, entonces candidato perredista.
Este caso también ha dañado al ahora líder del partido Movimiento de Regeneración Nacional, Morena.
Un mes antes de la desaparición de los estudiantes, López Obrador destapó como el próximo candidato a la gubernatura de Guerrero por Morena a Lázaro Mazón, quien fue el primer funcionario del gabinete del gobernador Ángel Aguirre – era el secretario de Salud- que cayó por la crisis de los desaparecidos.
A Mazón se le considera el padrino político dentro del PRD del exalcalde de Iguala, Abarca, hoy con una orden de aprehensión en su contra por sus vínculos con el crimen organizado.
Esta situación obligó a López Obrador a deslindarse de Abarca públicamente hace una semana en un mitin celebrado en el Zócalo de la Ciudad de México.
Pero en redes sociales circularon fotos de AMLO con el exedil de Iguala. Lo mismo que con otros personajes del PRD
… Y a Navarrete
Carlos Navarrete, presidente del PRD, también ha sido otro de los tocados por la tragedia de Iguala.
El sospechoso respaldo que le brindó el líder perredista a Ángel Aguirre como gobernador de Guerrero hoy lo tiene en la cuerda floja.
Navarrete rechazó deslindarse del mandatario guerrerense, pese a que en las calles del estado de Guerrero, primero, luego en la Ciudad de México, se exigía la renuncia del mandatario.
Todavía cuatro días antes de que Aguirre solicitara licencia, hace dos semanas, el Consejo Nacional del PRD que encabeza el líder perredista refrendó su apoyo públicamente a quien se dice que fue uno de sus principales patrocinadores de la campaña por la dirigencia nacional.
El recuento de los hechos
La noche del 26 y madrugada del 27 de septiembre estudiantes de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, de Ayotzinapa, ubicada en el municipio de Tixtla, Guerrero, fueron atacados por policías municipales de Iguala y Cocula, cuando iban a bordo de autobuses.
En el ataque murieron 6 personas, tres estudiantes incluidos, y resultaron heridos más de 20, entre normalistas y demás personas.
Desde ese día se encuentran en calidad de desaparecidos 43 jóvenes que fueron detenidos por elementos municipales y, según las investigaciones, entregados al grupo delictivo de Los Guerreros Unidos.
La PGR realiza exámenes de ADN en 38 cuerpos que han sido descubiertos enterrados en fosas en la zona de Iguala.
Las autoridades también ha detenido por estos hechos a 56 personas, principalmente policías de Iguala y Cocula, y han girado más de 20 órdenes de aprehensión, incluyendo la del exalcalde perredista José Luis Abarca.
La investigación implica además a la esposa de Abarca, María de los Ángeles Pineda, de tener nexos con la delincuencia organizada.
Ella es hermana de dos operadores financieros del Cártel de los Beltrán Leyva, vinculado al grupo de Los Guerreros Unidos.
La primera dama de Iguala también estaba afiliada al PRD, recién elegida consejera estatal de este partido en Guerrero, y era la principal aspirante para sustituir a su esposo en el 2015 en la alcaldía de Iguala.
El PRD se volvió su antítesis
Nadie resume mejor que Alejandro Encinas lo que significará el caso Iguala para la historia del PRD y de la izquierda mexicana.
“El PRD pasó a ser un partido donde antes poníamos a los muertos y ahora ponemos a los verdugos”, dice el senador del PRD.
Esa imagen no es fácil de borrar. El exdirigente nacional perredista señala que ahora el propio PRD se volvió su antítesis.
“Es un golpe directo al corazón del PRD y de la izquierda porque, justamente, el partido que surge de la reivindicación de los derechos humanos, de la reivindicación del derecho a la disidencia, al ejercicio pleno de las libertades, hoy aparece como un partido que en el ejercicio del gobierno no solo reprime a jóvenes estudiantes inermes, sino aparece asociado con la delincuencia organizada”.
Encinas pone en duda la capacidad de Carlos Navarrete, actual dirigente nacional del PRD, de poder ejecutar el golpe de timón que se necesita hacer dentro del partido político para terminar con las prácticas que llevaron a la postulación de personajes como el exalcalde de Iguala, José Luis Abarca.
“Carlos Navarrete debe ser hoy el principal interesado y el principal responsable en ir a fondo en esta investigación, en deslindar las responsabilidades, no solamente de los autores materiales e intelectuales de esta tragedia, de las autoridades que fueron omisas, sino de los dirigentes en todos los niveles dentro de la estructura, de alentar la existencia de este tipo de personas o de este grupo criminal y, al mismo tiempo, de ser intolerantes e indiferentes.
“Es una crisis profunda, en donde se requiere un golpe de timón; y no veo que el grupo que hoy encabeza y que ha llevado a la crisis al partido, sea capaz de hacer una reconducción o una redefinición del mismo”.
Un dirigente que divide
Para el diputado federal del PRD, Alejandro Sánchez Camacho, la crisis que existe dentro del PRD es tan grave que obliga a Carlos Navarrete a dejar su cargo como dirigente nacional.
Para el perredista integrante de la corriente Izquierda Democrática Nacional (IDN) Navarrete ha tomado decisiones que han provocado mayor división dentro del PRD.
“Un método de avallasamiento de la mayoría sobre la minoría no es conveniente para dirigir al partido. El partido, por su propia composición, requiere de acuerdos que le den gobernabilidad, consensos a pesar de las diferencias.
“Eso hacíamos (Jesús) Zambrano y yo cuando estábamos en la dirigencia nacional. Tardábamos mucho, nos peleábamos, pero llegábamos a acuerdos. Así que no tener consenso en las decisiones, como se está haciendo ahora, puede llevar a un rompimiento interior”.
Para el exsecretario general del PRD, si bien la crisis que enfrenta el partido del Sol Azteca es profunda, actores como el PRI o el propio presidente Enrique Peña Nieto aprovecharon la coyuntura para empeorar la imagen del PRD.
“Fue un acontecimiento inesperado, de alcances que nadie calculó nunca, y que si alguien equivocadamente calculó que era para sacar raja política -como en este caso yo sostengo que hizo el PRI y Enrique Peña Nieto- calcularon mal. Porque ahora ya las movilizaciones han tocado todas las puertas”.
Para la senadora Angélica de la Peña, cercana a la corriente Nueva Izquierda –los llamados “Chuchos”-, la fractura que enfrenta el PRD lo pone en un momento clave para llevar a cabo una refundación y una reunificación de todos los sectores.
“No sé qué tanto ayude al partido la renuncia de Carlos Navarrete. Me parece que a partir de esta circunstancia, el partido debe entrar a una etapa donde resolvamos los problemas de identidad que tenemos.
“Hay que buscar una refundación hacia una izquierda socialdemócrata y las minorías que no estén de acuerdo con eso, que se vayan a otra opción. Pero nosotros sí queremos construir una izquierda moderna”, asegura De la Peña.
Los perredistas, sin importar la corriente a la que pertenecen, consideran que el gran reto del partido será el establecimiento de candados para evitar que, nuevamente, se filtren a sus filas personas relacionadas con el crimen organizado como José Luis Abarca, exalcalde de Iguala.