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Jalisco, paraíso de ‘cristal’

La euforia, el insomnio y la paranoia que cada noche Gerardo vivía después de inhalar cristal, lejos de detenerlo, le hacían desear más aquella droga.

Apenas compraba una dosis, cuando ya pensaba en la siguiente. La ingería casi al instante que la abría, sin siquiera llegar a casa; ferviente era el deseo de otro “pase” de cristal antes que terminara el efecto del anterior.

“Estamos en la era del ice”
adictos en recuperación de un CIJ.
"Empezamos a ver mucho mercado de metanfetaminas hace algunos años, de siete u ocho años para acá"
Enrique Aceves Arcecoordinador de Centros
de Integración Juvenil
https://www.youtube.com/watch?v=w8p-jnIuesU

La euforia, el insomnio y la paranoia que cada noche Gerardo vivía después de inhalar cristal, lejos de detenerlo, le hacían desear más aquella droga.

Apenas compraba una dosis, cuando ya pensaba en la siguiente. La ingería casi al instante que la abría, sin siquiera llegar a casa; ferviente era el deseo de otro “pase” de cristal antes que terminara el efecto del anterior.

Consumía donde fuera, en la casa, en el auto, en la calle, en baños públicos, en cualquier sitio. Llegaba a su cuarto y la paranoia lo aterrorizaba. La primera vez que probó aquella droga en forma de un mineral cristalizado, no puso tanta atención en el efecto. Quizá ni cuenta se dio de lo que le hacía el narcótico a su cuerpo, de tan arriba que estaba.

Después le gustó tanto, que poco le importaban los mitos y verdades en torno a lo que los dealers suelen hacer para que la droga “ponga” a todo al consumidor, como el hecho de “cortar” la metanfetamina con líquido de baterías de computadoras, para bajar los costos y la pureza.

Gerardo se topó con el cristal a los 21 años. Hoy tiene 36. Está en rehabilitación apenas hace dos meses. Los pequeños cristales molidos del cristal empezó a inhalarlos cuando era trailero, allá, en el estado de California, en Estados Unidos.

Pensó que el país era el problema. Regresó a México hace poco más de un año. Pero la adicción le perseguía. Siguió consumiendo cristal, a pesar del temor que le causaban los efectos. 

Gerardo responde a un patrón similar al de otros consumidores de cristal que viven en Jalisco: comenzaron a drogarse con esa sustancia en el país vecino y, cuando regresaron acá, siguieron dando rienda suelta a su adicción al percatarse que en la entidad abunda la producción y venta de esa droga.

“Es la era del ice”, bromea un grupo de internos en uno de los Centros de Integración Juvenil (CIJ) ubicado en la colonia El Sauz, donde confluyen los municipios de Guadalajara y Tlaquepaque.

Delgados, con las dentaduras descompuestas, los adictos del CIJ aseguran que en ese barrio, y en el resto de Guadalajara, “no se consume otra cosa” que no sea cristal. Propaganda que le hacen a su sustancia favorita, por encima de la cocaína o la marihuana.

No por algo Jalisco se convirtió en bastión importante para Ignacio “Nacho” Coronel, uno de los cabecillas del Cártel del Pacífico, a quien se le conocía como “El rey del cristal”, el cual forjó una sólida red de distribución y tráfico de esta droga.

Y es que ahí mismo donde se erige el CIJ, en los municipios de Guadalajara y Tlaquepaque, en ambos, esta metanfetamina ha construido un imperio, como bien lo muestra el informe de Evaluación Global de Drogas Sintéticas 2014 de la Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Crimen (ONUDC).

Enrique Aceves Arce, coordinador regional de los CIJ en Jalisco, refuerza la versión de la ONUDC.

“Hemos empezado a ver mucho mercado local de mentanfetaminas desde hace algunos años; siete u ocho años para acá. Sobre todo en antros, a través de las mentadas tachas, que tuvieron un boom importante en estos lugares, y en donde generalmente eran invitadas a consumirlas, las mujeres”.

Droga del amor

En presentación de cápsula o tableta, las tachas, las primeras metanfetaminas en aparecer en Guadalajara, encontraron en los antros un punto de venta importante. 

Conocida a finales de los noventa entre los consumidores locales como la “droga del amor”  o “del abrazo”, ésta provoca al adicto una distorsión de los sentidos y del tiempo, además de un placer y una empatía entre quienes se la llevan a la boca.

Aceves Arce señaló que las sustancias sintéticas como el cristal, comenzaron a instaurarse ya en los últimos años, pues todavía en la década de los 80 del siglo pasado, un paciente que ingresaba al CIJ por problemas con metanfetaminas, era un caso extraordinario, digno de atención de los médicos y terapeutas.

Sin embargo, “en el momento en el que Estados Unidos cierra muchísimo más sus pases fronterizos, donde ya no era tan fácil pasar la sustancia para allá, y que los narcotraficantes en lugar de pagar en dólares empezaron a pagar con sustancia a los mediadores aquí en México, esta droga se empezó a quedar mucho aquí y se buscó su distribución”, según el experto.

Datos del Sistema de Vigilancia Epidemiológica de las Adicciones en 2014, indican que el cristal es la tercera droga de mayor impacto –por la que acuden más los adictos a rehabilitación–, la quinta en consumo estatal y la sexta droga de inicio entre los pacientes que se acercan a los centros del Consejo Estatal contra las Adicciones (CECAJ).

Instituciones privadas nacionales, como los CIJ, muestran datos más crudos respecto del aumento en el consumo del “cristal” en la última década, de un 9.7 por ciento que dijo que “usó alguna vez (esta droga) en la vida”, la cifra creció hasta en un 30.3 por ciento en 2014.

El número choca con la información nacional, pues el consumo de las metanfetaminas, a escala país, es de un 17.8 por ciento, la mitad de lo que es en Jalisco.

Las zonas de distribución de metanfetaminas en Jalisco coinciden con las de alto riesgo de uso de drogas que el CIJ ha demarcado en la entidad; entre ellas están Guadalajara, Tlaquepaque (el centro), y Puerto Vallarta (en la costa sur del estado).

Desplaza a otras drogas

El incremento en el uso de esta droga significa una preocupante mirada en el consumo de la entidad; también se evidencia un fenómeno en donde el cristal ha desplazado a otras drogas de alto impacto en la salud, como la cocaína y el crack.

“Hemos visto cómo se ha incrementado el consumo, sobretodo de metanfetaminas, y cómo ha ido decreciendo el consumo de inhalables y un poco el consumo de la cocaína”, destacó Aceves Arce.

Cifras del CIJ dan muestra de que el uso de crack ha disminuido de 27.4 por ciento en el segundo semestre de 2011 a 22 por ciento en el segundo semestre de 2014; su cifra más alta fue en 2005 cuando era de 44.1 por ciento.

En cuanto a la cocaína, su uso cayó casi un 30 por ciento en una década, de 72.7 por ciento de uso que había en 2004, pasó a 48.8 durante el año pasado.

“La cocaína va en decremento, el crack –empezó a subir cuando la coca empezó a bajar–, es un derivado de la cocaína, es como la pasta, los residuos o el desperdicio de la fabricación de la cocaína, también por sus costos empezó a subir y la coca empezó a bajar, pero en estos momentos empezó a tener un incremento muy importante el consumo de metanfetaminas”, agregó Enrique Aceves.

Parte de ese incremento tiene que ver con que la entidad es un foco rojo internacional en cuanto a la distribución de la droga, lo que la hace más accesible a los consumidores.

“Hay oferta de la sustancia, y esto es lo que hace que sea fácil para la población”, expresó Aceves Arce. 

 

 

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