Jóvenes, blanco de la violencia
Cada que timbra el despertador por las mañanas, Aida sabe que le espera un infierno que dura sólo un momento, pero que para ella es eterno: ese lapso entre abrir los ojos y levantarse de la cama.
La tortura acompaña a la mujer, atleta de profesión, desde hace dos meses. En la madrugada del 3 de enero de 2015, en los días de tranquilidad que vienen después del caos de las fiestas decembrinas, su hijo fue asesinado.
El muchacho, de 21 años de edad, era Jaime Humberto Romero Morán, reconocido gimnasta seleccionado nacional.
Mauricio Ferrerhttp://youtu.be/qftwvZoYOec
Cada que timbra el despertador por las mañanas, Aida sabe que le espera un infierno que dura sólo un momento, pero que para ella es eterno: ese lapso entre abrir los ojos y levantarse de la cama.
La tortura acompaña a la mujer, atleta de profesión, desde hace dos meses. En la madrugada del 3 de enero de 2015, en los días de tranquilidad que vienen después del caos de las fiestas decembrinas, su hijo fue asesinado.
El muchacho, de 21 años de edad, era Jaime Humberto Romero Morán, reconocido gimnasta seleccionado nacional.
El joven se había fijado como meta en este 2015 conseguir el pase a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro de 2016.
Una bala se cruzó en su destino. Según la versión oficial, el gimnasta y su amigo Rael Trejo Santos fueron asesinados afuera del bar Azabache, en el municipio de Zapopan, como consecuencia de una rencilla en el baño del lugar.
La Fiscalía General del Estado informó el 7 de febrero pasado que el gimnasta y su amigo habían sido presuntamente asesinados por Luis Daniel Portillo.
Según las autoridades, éste último había sido con quien Trejo sostuvo un altercado en el sitio.
“Nosotros no seguimos la vida. Nosotros estamos sobreviviendo. No estamos viviendo. Nosotros no sabemos, ¡Híjole! La noche es la parte más difícil, y cuando despierto, ese inter entre despertar y levantarte de la cama es un infierno”, dice dos meses después la madre de Jaime Humberto.
Las dudas persisten en Aida Isabel Morán Moguel y su familia. Las versiones oficiales no son del todo claras. Tampoco el hecho de que las autoridades hayan carecido de tacto para informarles sobre la muerte de Jaime.
“La última vez que lo veo, él se despide como siempre se despedía, con un beso, con un abrazo. Después de eso, pasaron 12 horas de los hechos y nosotros nos informamos, no por una autoridad, sino por las redes sociales.
“Las autoridades nunca nos informaron; pasadas casi 12 horas nosotros nos enteramos de la fatal noticia”, relata la mujer.
Pasados los días, la familia del gimnasta se paró en Casa Jalisco, donde sostuvo un diálogo con el gobernador Aristóteles Sandoval Díaz.
“Expresamos molestia, indignación, porque las autoridades no cumplieron con esa parte de informarnos, como si mi hijo no hubiera sido hijo de familia, que no le interesara a nadie”, añade Aida.
Del presunto homicida –quien según las declaraciones públicas del fiscal estatal, Luis Carlos Nájera, puede estar en Nuevo León– hay incertidumbre en las víctimas.
“Desconocemos qué altercado haya sido, cuando vemos un video vemos que ellos pasan sin reconocerse siquiera, vemos que hay otras personas que salen con él (supuesto asesino) y tenemos varias dudas”, agrega.
Seleccionado estatal, nacional, estudiante de derecho, Jaime Humberto vive en el recuerdo de su familia, de sus amigos. “Exijo justicia para Jaime Romero” es la página en Facebook que se ha abierto para pedir que se esclarezca el caso y se localice a los responsables; 10 mil 141 seguidores tenía hasta el martes pasado.
“La forma en que muere mi hijo no representa en nada la forma en que vive”, concluye Aida.
Vulnerables ante el homicidio
La población juvenil de Jalisco está indefensa ante el homicidio, como lo muestran indicadores del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) y del Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses.
En general, el número de homicidios cometidos en Jalisco ha aumentado en más del 300 por ciento en un periodo de siete años.
De acuerdo con datos del Inegi, hasta julio del año pasado se habían documentado 22 mil 732 homicidios a lo largo y ancho del territorio nacional.
Estado de México, con 3 mil 280 homicidios, encabezaba la lista de entidades con más asesinatos. Le seguían entonces Guerrero (2 mil 203), Chihuahua (2 mil 141), Jalisco (mil 485) y Sinaloa (mil 200).
Con base en los indicadores del Inegi, entre 2007 y 2014, el número de homicidios en Jalisco aumentó en un 333 por ciento, al pasar de 445 a mil 485.
Incluso un diagnóstico anterior ubicó a la entidad como la primera en este tipo de delitos. El Censo Nacional de Impartición de Justicia Estatal 2013 arrojó que Jalisco aportó más del 10 por ciento de los 14 mil 469 homicidios del país registrados en el 2012.
El mismo censo puso énfasis en la violencia cometida por adolescentes. Según los indicadores, en 2012 Jalisco fue el estado donde adolescentes perpetraron más homicidios. De 846 que ocurrieron en toda la nación –con el sello juvenil– 138 sucedieron en la entidad.
El IJCF aporta más datos. Entre el 1 de marzo de 2013 –día en que tomó posesión Aristóteles Sandoval como gobernador de Jalisco– y el 3 de marzo pasado, la institución llevó a cabo 145 autopsias por homicidio cometido a personas entre los 0 y los 17 años de edad.
De esas muertes, 77 fueron por arma de fuego; y según Ciencias Forenses, en 55 autopsias no se registró que hubiera de por medio alcohol o drogas.
Por municipios, Guadalajara concentra el mayor número de asesinatos en ese sector de la población: 35. Le siguen Zapopan con 18, Tonalá con 14, Tlaquepaque con 11, y Tlajomulco de Zuñiga con 10.
En un sector mayor, que abarca de los 18 a los 35 años de edad, el IJCF ha realizado mil 79 autopsias; en el 65 por ciento de ellas (707) se documentó que se utilizó un arma de fuego, y en el 62 por ciento (679) no hubo presencia ni de alcohol ni de drogas.
La armónica que no sonó
Era 31 de octubre de 2014 y quizá, si los disturbios de aquel día en la zona de San Juan de Dios (uno de los mercados más grandes de México) no hubieran ocurrido, tal vez Ulises Chavira García seguiría vivo.
Guitarrista, amante del blues, el joven de 21 años pretendía ir a comprar una armónica aquel día. No había camiones como consecuencia de lo sucedido en el mercado. Ulises salió del trabajo y después se fue con unos amigos a festejar el cumpleaños de otro, en un bar de la zona de Huentitán, en Guadalajara.
Al regresar a pie, en la madrugada del 1 de noviembre del año pasado, Ulises y otros amigos se encontraron con un asaltante del barrio, al que ya conocían. Drogado, el hombre empezó a molestarlos; los chicos lo ignoraron hasta que se quiso pasar de listo con uno de ellos.
Ulises exigió a sus camaradas que dejaran en paz al asaltante. Así lo hicieron. El hombre salió por piernas. Minutos después regresó. Con otros de su tipo. Navajazos y cortadas con botellas rotas se tatuaron en el cuerpo de tres muchachos. Ulises fue el único que murió.
La madre de Ulises, Inés García, abogada de profesión, investigó, tomó fotos, conoció los nombres de los presuntos agresores de su hijo. Todo ese alud de información le fue entregado a las autoridades.
Cinco meses ya, cinco órdenes de aprehensión que aún no se concretan. “Exceso de trabajo”, el argumento principal que le dan a la madre.
“Ya hay cinco órdenes de aprehensión, pero tengo entendido que los agentes esperan a que los asesinos comiencen a salir y a hacer su vida para detenerlos. Quieren que cometan una infracción, desde tomar alcohol en la calle u orinar en la calle, para que se den cuenta que tienen órdenes de aprehensión”, declara la madre.
Inés estableció mancuerna con Aida Morán, madre del gimnasta Jaime Humberto Romero Morán, asesinado en enero pasado afuera de un bar. Ambas crearon un frente al que han invitado a otras familias que han vivido lo mismo. La misión: tratar de frenar los homicidios de jóvenes.
“No hay vida para mí. Me arrebataron lo más preciado. No tengo vida. Aunque atraparan a los asesinos, mi hijo no va a volver. Lo último que puedo hacer por él es que se aplique la justicia. Es lo último que puedo hacer por él”, termina. Llora.