La balcanización de Morena sin la guía de AMLO
El partido guinda se consolida como primera fuerza política en el país al mismo tiempo que sus conflictos y disputas internas hacen cuestionar el futuro que tendrá el partido oficial una vez que Andrés Manuel López Obrador deje la Presidencia de la República
Carlos MontesinosMorena entra en la segunda mitad de su primer Gobierno federal con la dualidad de ser la fuerza dominante en México, a la vez que las fracturas internas comienzan a encender alarmas rumbo a los próximos procesos electorales y teniendo en la figura de Andrés Manuel López Obrador a su única garantía de cohesión en el partido.
El 2022 arranca marcado por la confrontación entre Ricardo Monreal, mandamás del Senado de la República, y el gobernador veracruzano Cuitláhuac García, uno de los mandatarios más cercanos a López Obrador, por la detención de Juan Manuel del Río Virgen. Una disputa en la que incluso se ha planteado la desaparición de Poderes en Veracruz.
Monreal suma apoyos como los del canciller Marcelo Ebrard, quien le aplaude su “humanismo”, o el de los senadores morenistas Eduardo Ramírez y Claudia Balderas, pero también de líderes de todos los partidos opositores. Razón por la que la secretaria general, Citlalli Hernández, lo considera el único riesgo de ruptura rumbo a las elecciones de 2024.
Faltando medio sexenio para que el primer mandatario deje Palacio Nacional, los bandos internos de Morena están cada vez más claros. Tomando en cuenta que la sucesión presidencial de 2024 fue puesta en marcha por el mismo López Obrador al destapar sus “corcholatas”, lo que ha sido criticado por Monreal, quien, por cierto, no fue incluido en la lista.
La legitimidad de López Obrador, electo con más de 30 millones de votos y manteniendo un índice de aprobación del orden del 70 por ciento al iniciar el segundo tramo de su sexenio, es el principal factor de disciplina y cohesión al interior de Morena. Pero también es muy poco probable que su sucesor herede este respaldo popular y ejerza la misma autoridad en el partido.
Fragmentados en Morena rumbo a 2024
Ricardo Tapia Basurto, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México y maestro en Gobierno por la misma institución, comenta a Reporte Índigo que estas fisuras siempre han estado ahí, pero su exacerbación rumbo a 2024 hace ver inminente la fragmentación del partido oficial.
Tomando como ejemplo este choque entre el Senado de la República y un gobierno estatal, ambos en manos de Morena, Tapia advierte que, además de la balcanización del partido oficial, también se puede avizorar la balcanización del Gobierno federal, puesto que ambos dependen directamente de la figura de López Obrador.
“Considerando muchas de las tensiones, especialmente el fortalecimiento que hemos visto de los militares en la administración pública federal, quien llegue después difícilmente tendrá la misma fuerza y autoridad que tiene López Obrador. Será difícil que muchas de estas decisiones continúen y eso generará problemas muy fuertes dentro de la administración”.
Simultáneamente, y en una reedición de las polémicas de 2021, la selección de candidatos para las seis gubernaturas en disputa este año dejó fuertes inconformidades por parte de cuatro de los aspirantes no elegidos: Susana Harp en Oaxaca, Maki Ortiz en Tamaulipas, José Ramón Enríquez en Durango y Marybel Villegas en Quintana Roo.
Incluso, liderazgos de Morena señalaron que la imposición del senador con licencia Salomón Jara en Oaxaca provocó un recomido de las piezas teniendo que sacrificar en Durango al candidato ganador, José Ramón Enríquez, para poder cumplir con la cuota de género.
Un caso sintomático de la convulsa vida interna de Morena es que, en Tamaulipas y Durango, se abandera a Américo Villarreal y Marina Vitela, quienes militaban en el Revolucionario Institucional hasta que inició el ímpetu morenista en 2017. Mientras que Ortiz y Enríquez todavía competían por Acción Nacional y Movimiento Ciudadano, respectivamente, tras la victoria de 2018.
Esto con el antecedente de que, al consolidarse como primera fuerza política en el país en las elecciones de 2021, fue el presidente López Obrador quien administró la disciplina partidista. Como fue el borrar de su primera línea de confianza al clan Sandoval-Ackerman tras el enfrentamiento que sostuvieron con Félix Salgado Macedonio por la candidatura en Guerrero.
Sobre esto, Tapia considera que no es sorprendente, puesto que estas condiciones forman parte del “ADN” de Morena, al ser un partido creado en torno a la figura de López Obrador para ganar, pero que no cuenta con una identidad política y cuyas dirigencias, tanto a nivel nacional como estatal, son descalificadas inmediatamente al momento de cualquier disputa interna.
“Morena surge como un partido que aglutina todo, un ‘catch-all’. Tiene principios, pero son muy generales. ‘Combatir la corrupción’, ‘combatir la pobreza’, cualquiera puede autoadscribirse. Vemos a personas con agendas muy progresistas y a personas con agenda muy conservadora. En ese sentido, vemos a todos los grupos políticos que lo están utilizando como una vía”.
En esta situación convergen las condiciones de Morena como el partido más votado del país, habiendo recibido más de 17 millones de sufragios en 2021, mientras que las fuerzas de oposición se encuentran desarticuladas y hasta desmotivadas. Por lo que es entendible que los procesos internos sean aún más disputados que las elecciones mismas.
“Es un poco intentar regresar a la vieja dinámica del PRI, donde las disputas se daban al interior del partido, antes que en el sistema de partidos. El problema es que Morena, fiel a la tradición del PRD, mantiene una carencia de disciplina interna. Salvo la palabra del señor que habita en Palacio Nacional, carece de mecanismos para la resolución de controversias”.