Daniel conoció a su padre a los 13 años, para ese entonces Jorge Liévanos ya tenía dos hijas biológicas, Alejandra y Paola, nacidas en su primer matrimonio. Daniel se convirtió en el tercer hijo cuando su mamá y Jorge decidieron vivir juntos y formar una familia. La separación de su primer matrimonio no fue excusa para que Jorge se deslindara de su responsabilidad de paternidad.
“Los hijos no tienen la culpa de las decisiones de los padres y fue algo que tenía muy claro. Hay muchos papás que se olvidan de los hijos y eso es algo que en mi mente no cabía”, dice.
El padre biológico de Daniel se deslindó de su responsabilidad cuando él tenía siete años, y aunque lo conoce y han tenido contacto, es Jorge quien tiene el título de papá.
“Él ha sido la única entidad masculina que demostró ser papá, durante todo ese tiempo vi que nunca se alejó de sus hijas biológicas y me dio orgullo, porque mi caso no era así, pero su ejemplo me dio a entender que sí había quienes aunque la relación de pareja no funcionara, la relación con los hijos era diferente, yo creía que eso no existía”, narra Daniel.
“Al principio fue complejo y difícil porque no sabía cómo acercarme ni cómo generar ese lazo, como hijo esos lazos los generas desde que naces, no en la adolescencia. Yo crecí en un entorno de puras mujeres donde todo era pasional y mi papá fue esa salida desde donde pude entender y experimentar otro punto de vista. Porque es más controlado y eso me ayudó a ser más analítico. Cuando más perdido me siento o no encuentro una solución, me acerco a Jorge”.
Donde faltan las palabras para la paternidad, llegan los balones
Para ambos, el fútbol fue el lenguaje que encontraron en común, los primeros partidos a los que Daniel asistió con su papá eran a las siete de la mañana en Texcoco, Estado de México.
“La primera vez que lo vi jugar fue como ver un superhéroe y yo quise ser su fan número uno, quise estar en la banda para que cuando volteara supiera que yo estaba ahí”, dice Daniel Martínez.
Aunque físicamente es un “retrato de su padre biológico”, Daniel asegura que de Jorge ha aprendido lo que es el amor de un padre por sus hijos.
Aunque su primera experiencia con la paternidad se apega al estereotipo del padre ausente, Daniel considera que no se debe estigmatizar a los padres, y él quiere replicar algún día el modelo de paternidad que aprendió de Jorge.
“Creo que muchas veces está estigmatizado ser papá por los que fallan, pero no le ponemos atención a los que no fallan, a los que están, no ponemos atención a los que se quedan, el papá no solo provee, no solamente trabaja, el papá también es amor”.
Por su parte, Jorge prefiere ser considerado el papá de Daniel, no su padrastro, pues para él “papá es papá”, y no hay más.