La era AMLO
La ruptura con el modelo neoliberal impulsada por Andrés Manuel López Obrador marca una nueva etapa para la economía mexicana en donde se buscará redistribuir la riqueza y se dará prioridad a la extracción y refinación de petróleo para tratar de sacar a México del bache en el que lleva años atorado
Mara Echeverría y Nayeli Meza[kaltura-widget uiconfid=”39952882″ entryid=”1_p8tb413w” responsive=”true” hoveringControls=”false” width=”100%” height=”75%” /]
El presidente de México dio vuelta a la página al acabar con el modelo neoliberal implementado desde el sexenio de Miguel de la Madrid en 1982, y a cambio se comprometió a un impulsar un proyecto de desarrollo estabilizador que sea justo para todos los mexicanos.
El plan económico de la nueva administración es ambicioso, pero el camino está lleno de desafíos que podrían condenar al fracaso a un esquema que aún no queda claro cómo se ejecutará durante los próximos seis años.
La mayor incertidumbre que surge es si el mandatario Andrés Manuel López Obrador puede lograr que su proyecto económico sea exitoso.
México lleva más de 30 años estancado en un bajo crecimiento del que no será fácil salir. Sin embargo, el Gobierno federal es optimista al creer que se puede alcanzar la meta de expansión de 4 por ciento anual, aunque el Producto Interno Bruto (PIB) nacional ha avanzado en promedio 2 por ciento en las últimas décadas.
Por ahora, el presidente ha detallado poco sobre el rumbo que tomará durante los próximos seis años, pero en sus discursos destacan tres directrices fundamentales.
La primera es redistribuir mejor la riqueza, seguida de la búsqueda de una mayor rectoría del Estado en la economía y finalmente impulsar el gasto público y la inversión de gobierno.
Especialistas coinciden en que aún falta que se presente el planteamiento general del modelo económico, así como el manejo presupuestal que le dará vida, aspectos que podrían darse a conocer en la siguientes semanas.
Pronósticos en contra
El 21 de noviembre de 2012 se dio vida a la narrativa Mexican Moment (Momento Mexicano o MeMo), que buscaba posicionar a México frente a los ojos del mundo como un país competitivo y atractivo para las inversiones.
El expresidente Enrique Peña Nieto publicó un artículo en The Economist titulado ‘Mexico’s moment’, en el que enlistó las prioridades de su gobierno.
No obstante, los esfuerzos fueron en vano, pues al final el “MeMo” se desvaneció. El país tuvo avances importantes en materia económica con la promulgación del paquete de reformas estructurales, pero no fue suficiente para alcanzar el crecimiento de la economía esperado en 5 y 6 por ciento anual.
José Luis de la Cruz, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), considera importante dar vuelta a la página para empezar a construir un nuevo pacto económico que busque atender las necesidades del país.
“El Mexican Moment fue más un elemento político que se generó como un mecanismo de comunicación, pero que en realidad nunca se transformó en un nuevo dinamismo para la economía mexicana. Se implementaron muchos cambios y se aplicaron nuevas leyes, pero esto no llevó al país a alcanzar la productividad esperada”, asegura el economista.
Hoy México atraviesa por una fase de transformación al pasar del Mexican Moment a la era AMLO. Pero lograr la Cuarta Transformación no será tan sencillo, al menos en materia económica.
Por principio, al menos durante los primeros dos años de gobierno, la promesa de crecimiento no se cumplirá.
Analistas del sector privado consultados por el Banco de México (Banxico) pronostican que 2019 traerá una mayor inflación, un dólar más caro y una menor expansión del PIB.
El Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) se ubicará en 3.50 por ciento, por encima del 3.45 por ciento pronosticado en octubre pasado.
Respecto al tipo de cambio prevén que este se ubique en 20.33, desde la estimación previa de 18.90 pesos, mientras que con el crecimiento económico redujeron la expectativa de 2.20 a 1.90 por ciento.
En cuanto a la expansión del PIB para 2020, el banco central publicó por primera vez sus perspectivas, las cuales mostraron que la economía crecerá entre 2 y 3 por ciento.
El director del IDIC reconoce que este panorama obliga al Gobierno federal a ajustar sus pronósticos, al menos en el mediano plazo, porque para llegar a la meta de 4 por ciento es necesario que primero se instrumenten nuevos lineamientos de política económica y se privilegie la inversión.
“Primero se deben presentar las propuestas para atajar los principales desafíos y esto obliga al Ejecutivo federal a tener un diálogo muy activo y propositivo con la iniciativa privada y con otros sectores de la sociedad porque transformar un país de bajo crecimiento no es una tarea fácil”.
Petróleo, la llave de entrada
El Gobierno federal envió un mensaje: rescatar el sector energético. El plan para este sexenio contempla impulsar las energías renovables, elevar la producción de energía a nivel nacional y fortalecer las finanzas de Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE) para que se traduzcan en ahorros para los consumidores, de acuerdo con ‘Proyecto 18’, documento que se presentó durante la campaña presidencial.
Aunque los discursos del presidente Andrés Manuel López Obrador se han enfocado en destacar a Pemex como la columna vertebral de la industria en el país, la Empresa Productiva del Estado (EPE) lleva años padeciendo los estragos de sus problemas financieros ocasionados, en parte, por la caída de los precios del petróleo a nivel mundial.
Aunque considera que la propuesta es viable en México, debido a que ya existen los pozos petroleros donde se puede realizar la extracción, asegura que todavía es necesario destinar recursos para la perforación de pozos que ya fueron descubiertos.
Pero la tarea no es sencilla. Gonzalo Monroy, director de la consultora GMEC, opina que uno de los problemas de la EPE es la falta de capacidad para desarrollar un modelo de negocio que le permita generar ganancias.
Monroy añade que la apuesta del equipo del político tabasqueño no ha considerado la falta de inversiones por parte de Pemex en segmentos como logística, ductos de distribución o almacenamiento, que son necesarios en la cadena de producción de hidrocarburos y en los que se abren espacios para aprovechar la Reforma Energética que se aprobó en 2013.
“Pemex no lo es todo. Es el jugador más grande de la industria nacional, pero no está sólo”, declara el director de la consultora GMEC.
El futuro de la Reforma Energética
Otra de las inquietudes es saber qué ocurrirá con exactitud con la reforma que nació durante la administración de Enrique Peña Nieto y que ha sido el blanco de las críticas del presidente López Obrador. Pero hasta ahora, ni el mandatario ni su equipo han revelado cuál será su destino.
Especialistas advierten que el gobierno podría establecer un esquema en el que se dé prioridad a Pemex en el desarrollo de la industria con la colaboración de jugadores internacionales en un menor porcentaje, considerando que llegarán inversiones en hidrocarburos.
Por su parte, Gonzalo Monroy proyecta que no se realizarán cambios a la ley, aunque se podrían modificar segmentos específicos como la Ley de hidrocarburos o la sectorización de los reguladores.
El director de GMEC también destaca que cerrar las puertas al desarrollo de fracking puede considerarse como señal negativa, ya que mantienen la estrategia petrolera en los campos terrestres y no en las aguas someras, donde se ubica el futuro de la industria.
“La reforma no es privatizadora, es de apertura y da oportunidad de ver al sector privado como un aliado de Pemex para hacer inversiones a lo largo y ancho de sus cadenas productivas”, refiere Monroy.
El reto con la refinación
La creación de una refinería y la rehabilitación de las seis existentes es una de las propuestas que el presidente de la República Mexicana ha mantenido desde su campaña electoral.
La apuesta es elevar la capacidad de refinación nacional del 46 por ciento actual para llevarla a su capacidad total y recortar las importaciones de combustible.
El analista Ramsés Pech advierte que si el gobierno incumple con la demanda nacional, esto lo llevaría a enfrentar la disyuntiva de priorizar las exportaciones sobre el mercado nacional.
Pech refiere que ante este escenario, la refinación tiene el riesgo de no ser tan rentable para las finanzas del país.
Por su parte, Luis Miguel Labardini-Deveaux opina que el desafío para las autoridades energéticas será que esta actividad genere utilidades que impidan que se sacrifiquen otras inversiones o programas sociales, es decir, revertir la historia de pérdidas que ha registrado desde hace años.
Sin embargo, los expertos también coinciden en que es imposible realizar un análisis sobre la propuesta debido a la falta de información por parte del equipo del político tabasqueño.
“Tienen que cuidar que sea una operación rentable, sino, por cada barril adicional que se produzca va a perder Pemex y será insostenible para el Gobierno federal”, señala Labardini-Deveaux.
Política fiscal en la mira
Desde que se comenzó a perfilar el tema relacionado con los impuestos, los especialistas externaron su preocupación de que con la llegada de un nuevo gobierno se hicieran modificaciones drásticas a la política fiscal vigente.
Además se creará una franja de 3 mil 180 kilómetros en la frontera con Estados Unidos donde se reducirá el IVA (Impuesto al Valor Agregado) hasta en un 8 por ciento y se establecerá un régimen de baja tributación con una tasa de 20 por ciento de ISR (Impuesto Sobre la Renta) a las empresas.
“Al inicio había muchas dudas porque no quedaba claro hacia dónde querían dirigir la agenda tributaria, pero una vez que se dieron a conocer los principales puntos a algunos les inquietó la forma en cómo esas medidas impactarán a las finanzas locales con esas reducciones”, manifiesta Héctor Villarreal, director general del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP).
Durante la reunión que sostuvo el mandatario mexicano con la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago) esta semana, los ejecutivos estatales solicitaron certezas sobre este plan fiscal fronterizo que se activará el 1 de enero de 2019.
La preocupación en común es el desequilibrio que se puede dar a los ingresos de las entidades del norte por la implementación de un plan del que, hasta ahora, poco se sabe.
Un país desigual
Cobrar impuestos debería ser una acción determinante para cerrar brechas de ingresos entre la población, pero esto no ocurre en México a diferencia de otros países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Aunque los especialistas consideran que la iniciativa de no crear ni aumentar impuestos no es negativa, sugieren que el gobierno debe ir un paso atrás.
Actualmente México tiene la menor recaudación de la OCDE como porcentaje del PIB y se rige bajo un sistema en el que en algunas ocasiones las personas y empresas con mayores ingresos son las que pagan un menor porcentaje de impuestos. Es decir que las políticas tributarias benefician a las personas de mayor capacidad económica.
La Reforma Hacendaria promulgada el anterior sexenio logró consolidar a la recaudación tributaria como la principal fuente de ingresos del sector público, pero no ayudó a elevar el número de los mexicanos que cumplen con sus responsabilidades fiscales.
Carlos Brown, coordinador del programa de Justicia Fiscal en la organización Fundar, explica que en materia fiscal, el presidente Andrés Manuel López Obrador debe poner especial atención a dos temas que se quedaron en el tintero.