En el PRI todos se sienten importantes, desde el auxiliar del diputado, la esposa del regidor, el agremiado sindical o la secretaria del Comité Ejecutivo Nacional saben que ganando uno ganan todos, por algo han sido la institución política más fuerte en el país durante muchos años.
Lo que ignora la mayoría es que las decisiones del partido y la elección de candidatos es siempre cupular.
Desde temprano llegaron cientos de militantes del PRI a su sede nacional, las mujeres en tacones y los hombres enfundados en traje hacían gala de su influencia política para poder entrar al Auditorio Plutarco Elías Calles.
“Vengo con tal consejero” o “soy de la red de jóvenes del PRI”, eran las cartas de presentación para poder ingresar.
Adentro, un video recordaba las hazañas y proezas de su líder, Enrique Ochoa Reza, el cual llegó escoltado por Manlio Fabio Beltrones.
En el lugar estaban gobernadores, dirigentes del Congreso, expresidentes del partido y los siempre fieles sindicatos. Ante la presencia de los 532 consejeros, la XLI Sesión Extraordinaria comenzó.
Tal como estaba escrito desde antes, todo lo previsto fue aprobado mediante una votación a mano alzada.
El PRI eligió la manera de selección para el próximo candidato que los abanderará rumbo al 2018, la cual será mediante la convención de delegados, decisión que causó euforia entre los asistentes que como panteístas gritaban “vamos a ganar”.
Para el Congreso federal las cosas serán distintas, un 50 por ciento por convención de delegados y el otro tanto mediante una comisión de postulación, la consulta y elección abierta entre la militancia como pedían los llamados “rebeldes” nunca figuró.
Enrique Ochoa se preparó para hablar. Se sobó las manos, pasó saliva y arrancó.
“Hoy inicia una nueva etapa en el Partido Revolucionario Institucional. En ella, habremos de seleccionar a las mejores mujeres y hombres como nuestras candidatas y candidatos para el proceso electoral. Hoy arrancamos juntos el camino hacia la victoria del 2018 y vamos a ganar”, sentenció mientras los gritos hicieron eco de sus palabras.
Ahí estaba Ochoa, hablando para los jóvenes, para las mujeres, para las minorías, haciéndoles sentir parte de un todo y diciéndoles que los candidatos serían elegidos por unos cuantos.
Los demás felices, habían conquistado dos grandes victorias: el 50 por ciento de las candidaturas locales serían para mujeres y una de cada tres para jóvenes.
“Que nos quede bien claro a todas y a todos que esta es una etapa de unidad, de inclusión y de entrega total al partido político de nuestros amores. En este camino somos importantes todos, pero ninguno de nosotros es indispensable. En este camino el PRI necesita el trabajo y el talento de cada uno de ustedes. Que se escuche fuerte y que se escuche claro: el PRI cuenta con todos ustedes y todo México cuenta con el PRI”, mandó un mensaje claro a los rebeldes de casa para después irse en contra de los enemigos de afuera.
“La gente no vota por un partido dividido. Eso se lo dejamos al Frente sin pies ni cabeza que conduce el ponchado niño maravilla, de traición en traición. Su destino es el cuarto lugar en las encuestas, se lo tienen bien ganado”, atacó Ochoa para después ir en contra de su rival a vencer, Andrés Manuel López Obrador.
“Los mexicanos tampoco votan por propuestas que pretenden regresar 100 años en la historia. Eso se lo dejamos a Morena y a su ave mesiánica tropical. Su proyecto es convertir a México en Venezuela, un país azotado por la escasez de alimentos, el desempleo y el conflicto social. Esa opción populista y autoritaria es un salto al vacío. Los priistas no lo vamos a permitir, México merece mejor destino. ¡Qué viva México!”.
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