El movimiento feminista ha cobrado fuerza en los últimos años, no solo en México sino en el mundo entero debido a que cada vez más mujeres se suman a él.
Ante la visibilización de los problemas estructurales que propician la violencia de género, las mujeres de todas las latitudes han cobrado conciencia sobre sus derechos económicos, reproductivos, sexo afectivos, sociales y políticos, han levantado la voz para exigir acciones y políticas que acorten las brechas de desigualdad; sin embargo este es solo uno de los últimos eslabones de la cadena.
El despertar de la conciencia feminista tiene diversos orígenes, cada mujer tiene una historia que contar de abuso, violencia o desigualdad que la ha acercado a un movimiento que acoge a todas las víctimas.
Desde la madre de una víctima de feminicidio, hasta la joven que denuncia manipulación y violencia emocional de su pareja, el movimiento feminista tiene muchas variantes pero a todas las causas las une la violencia y dos principios claros #YoTeCreo y #NoEstásSola.
Julieta tiene diez años de edad y se autonodenomina feminista desde los cinco. Eligió ese nombre para proteger su identidad y porque es el de la astrofísica mexicana Julieta Fierro a quien conoció por el libro “Las niñas son Guerreras” que le trajeron los Reyes Magos.
A los cinco años asistió a su primera marcha para exigir un alto a la violencia de género. Desde ese día tuvo la necesidad de ayudarlas y protestar por las mujeres que fueron asesinadas o violentadas por hombres.
El pasado 1 de marzo Julieta apoyó a un grupo de mujeres que fue encapsulado en el Zócalo capitalino mientras protestaba por la candidatura del acusado de violación, Félix Salgado Macedonio, a la gubernatura de Guerrero.
Montada en los hombros de su mamá se acercaron al cerco policial y con el puño en alto gritó “¡No están solas, no están solas!”.
“Me dio enojo ver que los policías no las dejaban ir, eran pocas feministas y se me hizo injusto, por eso decidí gritarles, para empoderarlas, quería entrar a ayudarlas pero tenía examen”.
Cuando crezca Julieta quiere ser panadera al igual que su mamá, ambas trabajan en La Flor de Antillas, una panadería heredada que apoya y brinda empleo a mujeres en situaciones vulnerables.
La lucha por los derechos de las mujeres tocó de formas distintas a cada generación, Alma Rosa Gutiérrez terapeuta psicofamiliar considera que aunque admira a grandes teóricas como Simone de Beauvoir o a escritoras como Isabel Allende, aprendió sobre feminismo de sus hijas Camila y Paula.
Este conocimiento le permite ser más empática con las mujeres a las que les brinda acompañamiento en el Instituto Latinoamericano de Estudios de la Familia.
“Me hace muy feliz saber que finalmente estamos rompiendo cadenas que nos tenían oprimidas, creo que ha sido muy beneficioso para mi vida personal y para todas las mujeres”.
Paula Arias de 23 años se define como una mujer cisgénero y LGBT, la también activista considera que desde pequeña tuvo posturas claras sin saber que eso era feminismo; sin embargo, su detonante se originó en las marchas.
“Mi primer acercamiento real y consciente al feminismo fue en una marcha. Me llevó a un golpe de realidad darme cuenta del dolor que llevamos por dentro todas y el cómo lo convertimos en fortaleza para seguir luchando”.
Después de vivir una relación violenta Paula cobró conciencia de la importancia de alzar la voz y así tejer redes que apoyen a otras mujeres.
“En esta relación experimenté violencia sexual, porque los novios también violan, pero gracias al feminismo pude detectarlo y salir de ello. Yo pensaba que no todos los hombres eran así, que las feministas eran muy intensas, incluso llegué a estar en contra del aborto, pero al final cuando te cultivas te da un golpe de realidad”.
Paula además es hermana mayor de Ilse una joven de 14 años a quien quiere transmitirle el mensaje de que el feminismo está luchando por los derechos de todas.
“Al final piensan que romperlo y quemarlo todo no lleva a nada, pero cuando estás ahí y sientes el dolor de todas las mujeres y ves lo que hemos logrado, poder sumarse es muy bonito”
Movimiento feminista a la conquista del espacio privado
Para el feminismo tomar las calles ha sido una de las banderas de lucha para evidenciar la omisión e inacción de las autoridades, pero durante el confinamiento la conquista del espacio privado ha cobrado mayor relevancia.
Por ello el empoderamiento se ha convertido en una herramienta no solo para combatir los estereotipos de género sino para generar reflexiones sobre la importancia del cuidado personal y el amor propio.
Para Mónica Hernández el feminismo siempre empieza desde el amor propio y el aprendizaje de que “NO es NO” pero no sólo en lo sexual, también en lo familiar y profesional. Desde los 23 años Mónica se dio cuenta que toda su vida creció bajo el yugo del prejuicio físico, ejercido principalmente por las personas cercanas, quienes inconscientemente atentaron contra su cuerpo.
“Esto no es nuevo, ni lo hacían porque eran malos, ellos crecieron con esa mentalidad.
Me decían ‘baja la panza’, ‘camina derecho’, ‘usa ropa holgada’, ‘no uses escotes’. Por eso, cuando empecé a comprarme ropa, fue una reivindicación, un despertar, sin saber que eso era feminismo”.
Actualmente Mónica es productora en una empresa internacional en una industria en la que hasta hace pocos años los puestos detrás de cámaras estaban asignados, en su mayoría, para hombres.
“Ahorita me da mucho gusto ver a fotógrafas, videastas y camarógrafas. Estoy agradecida de ser de esa primera ola de mujeres detrás de la cámara”.
En un país en el que se registraron 969 feminicidios durante el 2020 el movimiento feminista fue acusado de radical y violento, sin embargo, detrás de cada mujer que alza la voz hay una historia de abuso sin justicia que las hizo feministas.