La política de Estados Unidos está a punto de cambiar. El mundo está por conocer al líder de la Casa Blanca, quien se encargará de dirigir a la nación y decidirá el rumbo de las relaciones con el resto de las economías.
Joe Biden y Donald Trump están por subir al ring electoral en una jornada atípica que ha sido marcada por la crisis del COVID-19, los movimientos antirracistas, las disputas comerciales y la incertidumbre económica.
El panorama apunta a que esta será una de las elecciones más complicadas en la historia política estadounidense, sobre todo por el riesgo que presenta para el proceso y las instituciones del país una posible impugnación de los resultados, que podría llegar ante una Corte con mayoría republicana.
Arlene Ramírez Uresti, doctora en relaciones internacionales, comparte que una de las alertas que se mantiene encendida está relacionada con la expectativa que se ha generado respecto al proceso del voto anticipado a través del Sistema Postal y las amenazas de Donald Trump de desconocer la elección en caso de que el conteo final no resulte a su favor.
En esta jornada electoral, más de 93 millones de estadounidenses han emitido su voto de manera anticipada, de los cuales 34 millones han votado en sitio y 59 millones por correo, de acuerdo con el monitoreo que realiza US Election Project. Estas cifras son históricas y permiten anticipar que el conteo de boletas difícilmente concluirá la noche del 3 de noviembre.
“El resultado de la elección no se conocerá el mismo día a menos que sea contundente y masivo a favor de un candidato. El proceso no será tan ágil como generalmente ocurre y eso abre la puerta a la posibilidad de una impugnación del resultado por parte del presidente Trump, quien estaría levantando la mano para decir que no está de acuerdo y, de ocurrir, Estados Unidos entrará en un proceso de impasse político que generará mucha incertidumbre”, opina Arlene Ramírez.
Todo apunta a que la resolución de quién ocupará la Casa Blanca será tomada por el Colegio Electoral, lo cual deja en el aire el color del ganador, dado que existe la posibilidad de que se repita el resultado de la elección general de 2016, cuando siete colegiados respaldaron a Trump pese a que Hilary Clinton ganó la elección entre los ciudadanos.
Por ahora, republicano o demócrata, el próximo presidente estadounidense tendrá que reconocer que llegará a liderar un país cuya sociedad se ha transformado en la era de Trump como resultado del giro de timón que el mandatario dio desde el momento en el cual tomó el mando.
Herencia de empresario en Estados Unidos
Donald Trump ha sido un presidente poco convencional. El empresario neoyorquino llegó al poder a “borrar” las huellas de las políticas emprendidas durante las administraciones demócratas, sobre todo las relacionadas con los asuntos migratorios.
El endurecimiento de las políticas para cerrar las puertas a miles de migrantes que van en busca del Sueño Americano es una de las acciones que el presidente Trump presume como uno de sus máximos logros y que le ha valido para mantener cautiva a la base de votantes que lo llevó a la Casa Blanca en 2016, los supremacistas.
Sin embargo, ante la creciente discriminación y los abusos de poder de los que han sido víctimas un gran número de afrodescendientes en los últimos meses, los movimientos como #BlackLivesMatters han cobrado fuerza en el país y esto llevaría a una nueva construcción de políticas incluyentes con las diversas comunidades que habitan en Estados Unidos.
La transformación en la política desde que Washington se pintó de rojo ha trastocado diferentes ámbitos de las relaciones de Estados Unidos.
Esto deja en evidencia que el mandatario es más negociador que político, no obstante, para algunos especialistas, es necesario que el representante de la principal potencia mundial mantenga la imagen de un país empático con el resto de la comunidad global.
El primer paso antes de esperar un cambio en las estrategias de Washington, será lograr una transición ordenada al interior del país una vez que se desvele quién de los políticos fue electo presidente de Estados Unidos.
“En estos momentos lo que hay que ver es la transición que se avecina, sea de continuidad o de cambio de liderazgo, es un cambio que impulsará a cualquiera de los candidatos a generar una estrategia nueva para el sistema político y comercial de estados unidos”, puntualiza Ramírez Uresti.